Título original: American Murder: The Family Next Door. Año: 2020. Género: Documental. País: USA. Dirección: Jenny Popplewell. Guion: Jenny Popplewell. Duración: 1 hora 22 minutos.

Historias de crímenes son abundantes tanto en el cine como en la televisión. Ellas se han convertido en materia prima para abordar los más lúgubres casos que han conmocionado a la opinión pública.

El caso de los Watts tuvo su explosión mediática cuando el 12 de agosto de 2018, Chris Watts, un tipo de Colorado, un marido y padre afectuoso, cometió uno de los crímenes más horrendos en la historia estadounidense contemporánea al asesinar a su mujer y a sus dos hijas, de tres y cuatro años.

Con imágenes reales sin editar, este documental ahonda en la desaparición de Shanann Watts y sus hijos, y los sucesos acontecidos posteriormente. El documental se cuenta así mismo sin la intervención típica de los testigos e involucrados en el caso.

La directora Jenny Popplewell, productora de algunos programas televisivos como “Gypsy Kids Our Secret World” (2016-2017), ofrece para Netflix un documental que utiliza la fuerza de las propias imágenes provenientes de los archivos policiales y del historial que Shanann colgó en sus redes sociales para armar todo un expediente existencial de cómo era la vida de esta familia típica americana y cómo y cuándo se produce el fatal acontecimiento.

La decisión de Popplewell de rechazar el formato tradicional del documental de crímenes y abordarlo desde la perspectiva de los propios archivos audiovisuales, es lo que le da esa fuerza narrativa agobiante donde el público queda atrapado por la exposición de ese entorno familiar.

Lo macabro es ver un trabajo donde no hay ficción, donde el propio Chris Watts (hoy sentenciado a cuatro condenas de cadena perpetua sin derecho a libertad condicional), finge en todo momento continuando su vida normal hasta que las evidencias lo apuntan directamente y todo su mundo se derrumba.

Asumiendo un orden cronológico los hechos se van fraguando dentro de un margen posible de versiones que ofrece el procedimiento policial y lo que la propia Shanann va narrando a través de los posteos de Facebook, ese mundo idílico que contrasta con la desilusión presente a lo interno en la relación con su esposo.

Lo irónico de este caso es que ella nunca se imaginó que la historia que ella contaba en su diario social se convertiría en la propia documentación de su desgracia.