Posiblemente este filme pueda defraudar a aquellos que buscan una historia llena de suspenso y acción. Aunque posee estos elementos, su historia más bien se decanta por hacer un estudio de personajes más que de situaciones.

Dos hermanos, que tras robar un casino, huyen en un automóvil por las frías carreteras canadienses. Un accidente los obliga a dispersarse para que cada uno pueda buscar un camino que los lleve hacia la frontera y así escapar de la persecución.

Distintas situaciones los obligan a relacionarse con otras personas marcando su destino hacia la peligrosidad y muerte.

Esta estela que ambos van dejando tras su paso, es lo que esencialmente los marcará hasta el final. En esto se introducirá otro personaje, un ex boxeador que ha salido de la cárcel para reunirse con sus padres.

Tres destinos que quedarán marcados irremediablemente por la fatalidad. Y esto es lo que compone esta historia escrita por Zach Dean y dirigida por Stefan Ruzowitzky, realizador de la excelente cinta austríaca Die Fälscher (2007) (Los falsificadores).

Lo que hace Ruzowitzky es hurgar en la psicología de cada uno de los personajes para verlo reaccionar frente a una atmósfera hostil e implacable, apuntando a filmes con mejores resultados como Fargo (Coen,1996) o Simple Plan (Raimi, 1997)

Eric Banna se reserva un papel de villano absoluto que es el pivote esencial dentro del relato que obliga a los demás personajes a actuar según las circunstancias.

Una cinta recomendable solo en el plano motivador del componente psicológico que involucra a los personajes de este filme.