Título original: Amigo D. Año: 2018. Género: Suspenso. País: República Dominicana. Dirección: Francisco Adolfo Valdez. Guión: Francisco Adolfo Valdez. Elenco: Bruno Lastra, Josué Guerrero, Hony Estrella, Luis José Germán, Camila Santana, Augusto Feria, Alejandro Durán, Santiago Valdez Robles. Duración: 1 hora 30 minutos

En el poco margen que posee Francisco Adolfo Valdez dentro de su carrera como realizador, ha tenido la convicción de ofrecer temas que no se sientan precipitados por la presión comercial y puedan desarrollarse de manera tranquila en la pantalla.

Después de su comedia con tintes de humor negro e irónico, “De pez en cuando” (2014), Francisco se determina a sí mismo en ofrecer otro punto de vista de lo que él considera puede ser manejable dentro de este contexto criollo.

Con “Amigo D” el realizador toma un mayor riesgo narrativo pues trata de contar varias historias de personas que se ven obligadas a afrontar los pecados de su pasado. Aunque ninguna historia está íntimamente conectada, todas poseen un elemento en común y es la presencia de un enigmático personaje que es el provocador para que cada uno se enfrente irremediablemente a su destino.

De esta manera las piezas narrativas apuntan a un recién casado, una mucama embarazada, un roñoso comediante, una amante y un coronel retirado, en la que este personaje va interpretándose a sí mismo como esa dualidad que acompaña al ser humano, esa existencia maniqueísta de la creencia de dos principios contrarios y eternos que luchan entre sí.

Francisco intenta hacer un filme con tintes de profundidad reflexiva y existencial, tratando de apoyarla con diálogos filosóficos, pero no logra un real convencimiento del nivel intertextual que debían tener con otros planteamientos implícitos dentro del mismo texto u otras referencias externas.

A esto se le suma que los intérpretes buscan la mejor manera para asumir sus roles, pero la carga para operar esta obligación los deja a mitad de camino de poder fluir según los dictámenes del propio texto.

El realizador peca de ser sugestivo, aunque no egocéntrico, pues su manifestación es la de ofrecer una pieza fílmico discursiva que tenga ciertas aproximaciones a un cine con sello de autor y preocupación por el oficio.

Lo lamentable es que se queda entre las aspiraciones formales y la realidad consumada, determinando que Francisco Valdez debe continuar su búsqueda por pulir sus ideas y aquilatar sus argumentos puesto que posee competencia para lograrlo.