Título original: Alita, Battle Angel. Año: 2018. Género: Animado. País: USA
Dirección: Robert Rodríguez. Guión: James Cameron, Laeta Kalogridis, Robert Rodriguez (Novela gráfica: Yukito Kishiro). Elenco: Rosa Salazar, Christoph Waltz, Jennifer Connelly, Mahershala Ali, Jackie Earle Haley, Ed Skrein. Duración: 2 horas
Contrario a la primera versión anime de 1993 de esta historia de la obra de Yukito Kishiro, “Alita: Ángel de batalla”, la adaptación que propone Robert Rodríguez es una intensa variable que tiene como objetivo extraer lo mejor de las técnicas de animación y la condensación de los presupuestos argumentales que acompañan a este tipo de historia futuristas y de aventura de ciencia ficción.
La historia se aproxima al arquetipo de historia ´coming-of-age´, aquellos relatos donde existe una evolución psicológica y moral del protagonista, en la que se encuentra Alita, un cyborg que es encontrado por Ido, un médico que se da cuenta de que puede tener una gran potencialidad y un pasado extraordinario.
Ayudado por este, Alita va poco a poco tomando las riendas de su nueva vida y aprendiendo a adaptarse a las condiciones de la sociedad, pero también a descubrir las huellas de su pasado.
Esta versión cyber punk revitaliza un subgénero que ha tenido sus implicaciones en el tono de las versiones que se han realizado sobre múltiples animes y mangas que no han podido superarse a sí mismo en su adaptación cinematográfica.
No obstante, en el caso de “Alita” este lleva su propuesta por el camino correcto de lo que debe ser una adaptación con personajes reales y que no pareciera como una simple recreación del universo estético del anime.
Esta producción no hubiera tenido la armonía necesaria en cuanto a su aspecto técnico si no tuviera la visión de Robert Rodríguez (Sin City, 2005) y la de James Cameron, en la producción, quien ya había ofrecido una revolución visual cuando mostró hace una década la extraordinaria “Avatar” (2009).
Utilizando la técnica de ´captura de movimiento´, para recrear el personaje de Alita (Rosa Salazar), que en muchos momentos hace olvidar que es producto de una técnica de animación por lo perfectamente se acopla a la acción de los personajes reales, la historia busca mostrar el diseño y concepción de una protagonista que logra una conexión inmediata con el público, vital recepción para internarse en sus descubrimientos y hazañas.
Quizás esto no ocurre con los personajes secundarios, a excepción de Christoph Waltz como Ido, Mahershala Ali como el villano no presenta la suficiente carga emocional para proyectar su personaje por el lado oscuro posible y Jennifer Connelly presenta problemas dentro de su arco evolutivo, pues las decisiones que toma al final no concuerdan mucho con su accionar durante toda la trayectoria de la historia.
De todas maneras, la artesanía de Rodríguez ayuda a simplificar su estructura y no cargarla de un revestimiento artificial para dejar el mayor espacio posible para que su personaje brille y evolucione durante el proceso de la historia y ofrezca un cuento destacable para verla en cine y disfrutarla en sus propias condiciones.