Yeffer Sánchez rescatadoImage copyright
Ejercito de Colombia

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Yeffer Sánchez es soldado del ejército de Colombia, tiene 26 años y nació en el departamento de Boyacá.

"No me mate, yo soy el soldado perdido", suplicó Yeffer Sánchez al militar que lo encontró el lunes después de pasar 23 días extraviado en la selva del centro de Colombia.

Así terminó el suplicio que había empezado más de tres semanas atrás, cuando -el 5 de marzo- el soldado del ejército colombiano se dio cuenta de que estaba solo y perdido en mitad de la espesa jungla del departamento del Meta.

En su primera noche perdido, Yeffer pensó que su pelotón volvería y lo encontraría. Apenas sintió un poco de angustia.

Como no pasaba nada, decidió moverse.

Sin embargo, con el paso de los días se dio cuenta que sólo daba vueltas en círculo a pesar de las largas caminatas. En ese momento conoció el miedo y la desesperación.

"Había demasiado espesor en la selva. Avanzaba derecho, pero siempre retornaba al mismo punto. En ese momento me desesperé. Llovía todos los días y tocaba aguantar los días todo empapado", relata Sánchez, de 26 años, en entrevista con BBC Mundo.

En esas condiciones, aparentemente con todo en contra suyo, el soldado extraviado se prometió a sí mismo una cosa: sobrevivir para volver a abrazar a su mamá "doña Anita".

Sobrevivir

Yeffer Sánchez estaba solo, empapado, sin agua ni comida, pero con su machete, su fusil y su uniforme de camuflaje.

"Pasaron demasiadas cosas por mi cabeza en ese momento. Sabía que mi ejército estaba buscándome y yo pensaba en mi mamá y en mi Dios, por eso no me descontrolé. Nunca perdí la esperanza en volver", relata el soldado.

  • El 5 de marzo quedó rezagado de su pelotón y por el espesor de la selva no pudo darle alcance.

  • Quedó extraviado en la región de El Charcón, en el departamento de El Meta, en el centro de Colombia. Una zona con fuerte presencia de las FARC.

  • Durante 23 días se alimentó con semillas, cáscaras y una tortuga que tuvo que comerse cruda. Buscó agua en platanales, escarbando pocitos y en lianas.

  • Fue encontrado el 28 de marzo por un soldado. Tiene un cuadro de deshidratación pero su condición es estable.

El espesor de la selva le impedía divisar más allá de unos metros al frente y no tenía un río cerca para guiarse por su curso.

Sánchez tenía dos tipos de "enemigos" de los que cuidarse: los animales salvajes y las tropas de la guerrilla de las FARC.

Si se topaba con cualquiera de ellos, los resultados serían impredecibles.

"Sabía que si yo disparaba podrían encontrarme, pero no sabía quién. Por eso actué evitando que me detectaran. Me moví tácticamente. Apliqué lo aprendido en cursos de supervivencia", explicó el soldado.

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El soldado fue hallado el lunes después de extraviarse de su pelotón el sábado 5 de marzo.

Sánchez se extravió en un área conocida como El Charcón, catalogada como zona roja por la fuerte presencia de las FARC.

"Vi a la guerrilla a la distancia y de inmediato me escondí. Me arrojé hacia al piso y bajé la cabeza lo más que pude para que no me pudieran ver".

Pero la guerrilla y todos los animales salvajes de la selva eran lo de menos.

Los desafíos verdaderamente titánicos eran reponer las fuerzas, hidratarse y matar el hambre que se hacía más insufrible con el paso de los días.

"Hubo un tiempo que no conseguía agua por ningún lado. Pasaron días así. En la instrucción nos enseñaron que hay bejucos (lianas) que botan agua que sirve para la hidratación. Las palmas de plátano también sirven porque tienen agua y otras veces encontraba pocitos escarbando", recordó Sánchez.

Se alimentó con semillas y cáscaras que encontraba. Siguió el ejemplo de los monos, que viven con eso como menú principal.

El soldado intentó sin éxito beber su orina para recuperar la hidratación, pero no le gustó.

Y cuando el hambre se volvió insoportable, tuvo que sacrificar a una tortuga que se le cruzó en el camino.

Se la comió cruda. Y la proteína y grasa que ingirió le salvaron la vida.

Las "noches más horribles"

A Jeffer Sánchez le gusta el rap y sólo cantando lograba pasar las cerradas noches en medio de la humedad, la lluvia y los sonidos de animales merodeando.

"Cantaba bajito, para darme ánimos. Fueron las noches más horribles. No podía dormir pensando en lo que podía pasar. La barriga me sonaba y mi única ilusión era que al día siguiente encontrara la salida o que alguien me viera", recuerda Sánchez.

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El Ejército de Colombia desplegó una unidad de 500 hombres para buscar al soldado Sánchez por tierra y aire.

Y cada mañana repetía el mismo ritual: levantarse para buscar algún alimento, descolgar el fusil y emprender la marcha. Que esa selva, tarde o temprano, se tenía que terminar.

Mientras tanto, 500 hombres del Comando Específico de Oriente lo buscaban por tierra y aire.

Volantes con su fotografía se distribuyeron en los municipios cercanos y anuncios en la radio con su nombre informaban que se había extraviado en la selva.

Sin embargo pasaban los días y las semanas y no habían señales.

Fueron las noches más horribles. No podía dormir pensando en lo que podía pasar. La barriga me sonaba y mi única ilusión era que al día siguiente encuentre la salida".

Yeffer Sánchez, soldado del Ejército Nacional de Colombia

La desorientación de Sánchez llegó a tal punto que él calculaba que llevaba 17 días extraviado cuando en realidad ya eran 23.

Y una mañana sucedió el milagro.

"Tuve miedo. No sabía qué hacer. Nos estábamos apuntando y yo le grité 'No me mate, yo soy el soldado perdido'". Así recuerda Yeffer el momento de su salvación.

"Tranquilo, hermano. Soy de la Brigada Móvil número 4 y llevamos 22 días buscándolo sin parar. Soy el soldado profesional Carlos Enrique Tunubalá", le respondió el otro militar y Sánchez sintió que volvía a nacer.

Ambos bajaron las armas y se abrazaron. Desbordado por las lágrimas, el soldado comprendió que al fin lo peor había pasado.

Doña Anita

Por teléfono, Ana Fael escuchó la voz de su hijo pocas horas después de su rescate.

No pudo sostener el teléfono y tuvo que sentarse por la emoción que sintió en ese momento.

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La familia de Yeffer Sánchez viajó hasta el centro militar donde el soldado se recupera.

Le informaron que su hijo se encontraba en situación estable, con un cuadro de deshidratación y unos kilos menos.

Por unas semanas, el soldado tendrá una dieta muy liviana, hasta que su cuerpo se recupere.

La señora Fael y los siete hermanos de Yeffer Sánchez viajaron hasta la base militar en la que reposa para poder abrazarlo.

Por separado, doña Anita y su hijo contaron que tenían un mismo sueño en las horas de mayor desesperanza.

Ella, en medio de la angustia y los rezos por el hijo extraviado, y él, perdido en la mitad de la selva, soñaban con el momento en el que al fin se sentarían en la mesa frente a dos platos de sopa de lentejas.

Es la especialidad de la cocina doña Anita y el plato favorito de Yeffer Sánchez.

Cuando se vieron, y después de abrazarse, el soldado que sobrevivió 23 días de pesadilla apenas atinó a pedirle perdón a su madre.

"Espero que no se haya desvelado mucho, mamá".