Hace poco más de un siglo, la bombilla eléctrica cambió para siempre la forma en que iluminamos nuestras vidas. Pero ahora que necesitamos iluminar más y consumir menos, los sistemas de iluminación viven un proceso de transformación.
Mark Major, uno de los diseñadores de iluminación más famosos del mundo, cree que estamos en los primeros estadios de una revolución en iluminación.
"Los cambios tecnológicos me hacen pensar muy claramente que se está produciendo una revolución similar a la que sucedió con el gas cuando llegó la luz eléctrica", explicó.
El trabajo de Major, en conjunto con su socio Jonathan Speirs, consiste en mejorar la atmósfera de icónicas estructuras a través de la iluminación, lo que le ha hecho merecedor de varios premios.
Una de las obras más destacadas de Speirs y Major es la iluminación de la catedral de San Pablo, en el centro de Londres.
"Fue un gran privilegio trabajar en ese proyecto", recuerda, "probablemente uno de los encargos más duros que he tenido jamás. Nos llevó como cinco años ejecutar el diseño e instalar completamente las luces".
El resultado es un edificio inundado de suave luz, lo que da una sensación de serenidad en un edificio ubicado en una zona bien bulliciosa de la capital británica.
Iluminación práctica
Pero es dentro de la catedral es donde se llevó a cabo el mayor trabajo.
"Cuando tratas con un edificio que no es sólo histórico, sino que es un edificio histórico de semejante naturaleza, te das cuenta de que nunca fue diseñado para ser visto con luz artificial, sino con luz de vela".
"De algún modo estás haciendo una nueva interpretación del edificio y su arquitectura una vez en la oscuridad, y tienes que ser muy cuidadoso cuando haces esto".
Además de en la iluminación de grandes edificios, Speirs y Major trabajan en ubicaciones más prácticas como oficinas o restaurantes, incluso calles.
"A un nivel básico", dice Major, "un buen diseño de iluminación callejera en una ciudad no sólo te da seguridad, sino que puede ayudar a crear una atmósfera agradable e interesante".
"Puede traer color y textura al paisaje, de algún modo puede llevarte a lugares, puede desempeñar una serie de roles distintos en la ciudad que nos facilita ver. La buena luz hace que la ciudad sea más legible".
El futuro de la luz
Major divisa un futuro donde las calles se iluminen cuando uno camina por ellas, y se atenúen cuando nadie ande por los alrededores, ahorrando así energía.
No sólo esto, sino que la luz puede ser usada para cambiar el humor de la calle dependiendo de la ocasión, una habilidad delicada.
"Todos conocemos la diferencia entre la romántica luz de las velas para dos personas, con esta luz suave, cálida, brillante que hace que tu pareja se vea maravillosa, y esa luz de fluorescente en un restaurante de comida rápida y lo desagradable que puede ser la experiencia".
La revolución LED
Este tipo de flexibilidad no sería posible con los filamentos tradicionales de una bombilla. Son los avances en diodos de emisión de luz (LED), lo que permite a los especialistas realizar arreglos más complejos.
"Las luces LED van a revolucionar la forma en que trabajamos con luz. Es más pequeña, es más fría, y la calidad de la luz ha mejorado un montón. Una luz más cálida supone un espectro más amplio, mejores tonos de piel, mejor reproducción de color, tan sólo la calidad general".
Pero esta revolución tiene también sus fallas. "Cuanta más luz traigamos al mundo mayores serán los desafíos", explicó.
"Investigaciones están probando que puedes tener demasiado de una cosa buena, todos hemos escuchado hablar de la polución lumínica".
No son sólo los seres humanos quienes se verían afectados, afirma Major, "muchas criaturas están adaptadas a la noche, así que generar mucha luz puede tener un impacto en sus hábitos alimenticios, su reproducción y todo tipo de cosas".
"Así que podemos enriquecer nuestras vidas, pero tenemos que ser muy cuidadosos con cómo trabajamos este material industrial".
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