Barbero cubano

En su humilde sillón, Leo oferta pelados de estilo. El Estado ya no administra ninguna barbería.

Los trabajadores por cuenta propia han ido ocupando espacios donde el Estado -sus empresas e instituciones- ha demostrado incapacidad o pocas competencias.

Es natural, pudiera parecerle a un lector poco informado de la realidad cubana.

Barberos, zapateros, sastres, carpinteros, plomeros… son trabajadores que no tendrían que depender del Estado para desempeñar sus labores.

Pero hasta hace muy poco, buena parte de ellos trabajaban en lugares administrados por instancias estatales.

Y algunos siguen haciéndolo, de hecho.

Ahora mismo, por ejemplo, se debate la conveniencia de que haya restaurantes y cafeterías que pertenezcan a las empresas del gobierno.

¿Debe ocuparse el Estado de la gastronomía?

A juzgar por el estado de muchas de las unidades estatales, pensando en la calidad del servicio que ofrecen y los productos en venta, la respuesta debería ser clara: no.

A más de 40 años de la estatización de los pequeños negocios, la realidad golpea fuerte: las cafeterías y restaurantes privados ofrecen mucho mejor servicio que la mayoría de los estatales.

Los precios suelen ser más altos (mucho más altos, en algunos casos), pero la diferencia entre la calidad de unos y otros es también notable.

Descontando los restaurantes de las empresas turísticas o de recaudación de divisas, y unos pocos administrados por las empresas municipales de comercio y gastronomía (en los espacios informativos de la televisión suelen ensalzar sus bondades), la red de establecimientos estatales muestra una decadencia ascendente.

Ni pensar en competir con algunos florecientes negocios privados en La Habana y otras ciudades: restaurantes especializados, de alto estándar y propuestas incluso exóticas.

Restaurante Nazdarovie

El restaurante Nazdarovie cuenta con una identidad visual bien diseñada. La mayoría de los restaurantes estatales no pueden permitirse esas "sutilezas".

Hace poco abrió un establecimiento frente al malecón habanero. Su nombre, Nazdarovie; su especialidad, comida típica de las antiguas repúblicas soviéticas.

Para elaborar el menú, importan caviar o el centeno que les sirve para elaborar el pan negro. El resto de los productos lo adquieren en granjas especializadas.

Ese nivel de gestión es casi impensable en los restaurantes estatales, que dependen de los suministros de las empresas de comercio, irregulares y muchas veces de baja calidad.

A los dueños de los establecimientos privados les convendría contar con un mercado mayorista para comprar insumos a precios preferenciales. Sería un incentivo para disminuir los precios que ofrecen a sus clientes.

Pero esa sigue siendo una asignatura pendiente.

La mayoría de los cubanos no pueden acceder a establecimientos con ese rango. Pero incluso la venduta privada de esquina, el restaurante humilde de barrio, la cafetería familiar… reúnen más clientes satisfechos que una entidad estatal.

"Lo único que he recibido del Estado es la autorización para tener mi negocio" -afirma Ihosvany Guerra, dueño de Tu Celular eXpress, un taller de reparación de teléfonos celulares que emplea a tres personas más.

Tu Celular eXpress es uno de los muchos establecimientos de este tipo que han aparecido en los últimos años en La Habana y otras ciudades, para atender las necesidades de una clientela creciente, que no encuentra soluciones en los pocos talleres de la empresa estatal de telefonía.

"Reparamos y desbloqueamos aparatos, instalamos softwares, cambiamos piezas defectuosas. Los talleres estatales ofrecen un espectro muy estrecho de servicios. Buena parte de los teléfonos celulares que se usan en Cuba no se adquirieron en la red de ETECSA (la única empresa de telecomunicaciones); muchos son regalos, enviados desde el extranjero", añade Guerra.

"Por eso es necesario adaptarlos a la norma de Cubacel (la división de ETECSA que se ocupa de los servicios móviles). Aunque lo que más hacemos es reparar".

Para las reparaciones, ante la falta de un mercado mayorista, Ihosvany debe comprarles móviles defectuosos a los particulares, de manera que se puedan aprovechar las piezas.

Puede parecer una operación muy pedestre, pero al visitar el local de trabajo el cliente percibe un trabajo muy profesional.

"Más allá de las carencias, ofrecemos un servicio muy serio, con garantías" -asegura Guerra.

Su sueño (su pretensión) es crecer, abrir nuevos talleres.

Tienda de celulares

Muchos talleres de reparaciones de teléfonos móviles emplean a profesionales. En la foto, los técnicos de Tu Celular eXpress.

Por lo pronto, Tu Celular eXpress se distingue también por su labor de promoción: está en las redes sociales -su página en Facebook es muy dinámica-, lanza ofertas especiales, los trabajadores están uniformados…

"ETECSA bien podría aprender de los particulares" -dice una clienta a la salida del taller.

Hace pocos años, el gobierno decidió hacer un experimento: cedió a los trabajadores de las barberías y peluquerías la administración de sus establecimientos.

"Fue una buena decisión" -considera Leo, barbero cuentapropista que laboró durante casi 20 años con el Estado.

"El esquema anterior no tenía sentido. Había una burocracia tremenda para sostener algo tan sencillo como cortar cabello. En mi barbería éramos dos barberos, una administradora, una secretaria, una encargada del almacén.

"Ahora todo es más fácil, el barbero recibe todos los ingresos, paga los impuestos y se encarga del mantenimiento del lugar. ¿Por qué tiene que meterse el Estado en eso? El Estado tendría que ocuparse de otros asuntos: la educación, la salud, las grandes industrias".

Barbería

Los precios de los pelados han aumentado considerablemente, pero Leo cree en la dinámica de la oferta y la demanda. "Yo mismo tengo precios diferenciados: no le cobro lo mismo a un muchacho con recursos que a un anciano jubilado".

Leo es un barbero de barrio, su sillón está ubicado en el zaguán de un viejo edificio familiar.

En La Habana, ahora mismo, hay barberías y peluquerías mucho más sofisticadas, donde un pelado de estilo puede costar entre cinco y diez pesos convertibles.

"Hay público para todo -concluye Leo-; yo no me voy a hacer rico, pero con lo que gano me alcanza para vivir dignamente, y no tengo encima la presión de una burocracia. Lo peor que hizo el gobierno en Cuba fue asumir estos pequeños negocios. ¿Cuándo se vio que un zapatero remendón tuviera que trabajar para el Estado?"

Se vio en Cuba, hace no mucho. Pero las cosas están cambiando.

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Yuris Nórido es periodista de medios oficiales como el diario Trabajadores y el sitio digital CubaSí. Es miembro del Partido Comunista de Cuba (PCC), "porque confío en que puede ser motor de cambios necesarios para este país".

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