Cuando uno paga US$0,015 por el litro de gasolina, pues no suele esperar a que le devuelvan el cambio después de llenar el tanque. Así es en Venezuela, donde lo normal es dar mucho más en propina de lo que costó el combustible.
Antes de entrar a una gasolinera, el venezolano se asegura de llevar monedas sueltas, como si fuera a comprar el periódico. Y cuando se despista y sólo lleva un billete demasiado grande, como le contó a BBC Mundo una conductora, pues no es imposible que el dependiente de la gasolinera prefiera dejarla ir sin pagar a hacerse demasiado lío.
Pero esto de la gasolina casi regalada en realidad no es gratis: lo paga la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y la factura es tan alta que el gobierno recientemente ha abierto la veda a lo que hasta ahora venía siendo un tabú: "subir el precio de la gasolina".
Aunque el ministro de Petróleo y presidente de la estatal Pdvsa, Rafael Ramírez, insiste en desmentirlo, otros miembros del gobierno de Hugo Chávez han hablado abiertamente de la necesidad de replantear la "cultura del todo regalado".
Sin embargo, el asunto sigue recibiendo el tratamiento de políticamente muy delicado por el recuerdo del "Caracazo", la ola de protestas contra el alto costo de la vida duramente reprimida en 1989 y que tuvo como uno de sus detonantes la subida del precio de la gasolina.
"No habrá aumento de la gasolina"
Desde el último aumento, en 1996, poco o nada se discute del asunto, aunque el propio Chávez llegó a tocar el tema. En 2007, tras ser reelegido, pidió que se estudiaran fórmulas para elevar el precio.
"Es una grosería vender la gasolina como la estamos vendiendo, mejor sería regalarla", afirmó entonces el presidente.
La idea ha vuelto a la agenda recientemente. De hecho, lo desmiente día sí, día también el ministro Ramírez, quien ha hecho del "no habrá aumento de la gasolina" casi un mantra y no ha dudado en acusar a la oposición de estar azuzando el asunto.
"Forma parte de la agenda de desinformación, pues mientras todos los países capitalistas están en un año terrible, por ejemplo en Europa les han quitado la pensión a los trabajadores, sus viviendas y la seguridad social, en Venezuela, mientras tanto, vamos en dirección contraria, en positivo", dijo Ramírez este martes.
Y si bien es cierto que, por ejemplo, el líder opositor Henrique Capriles ha venido aireando la posibidad de que el gobierno esté estudiando subir la gasolina, no lo es menos que antes había tratado el asunto el propio gobierno.
De hecho, el último encargado de destapar la caja de los truenos fue el ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, que ha insistido varias veces en el tema desde que lo puso sobre la mesa en noviembre pasado.
"El gratis se acabó y el regalado se tiene que acabar. ¿Cuánto cuesta una botellita de agua en relación a la gasolina?", dijo Giordani en una entrevista con la estatal VTV.
"Regresiva"
El problema en terminar con el subsidio a la gasolina está, en parte, en la sombra del "Caracazo".
Pero también sería una medida impopular en una coyuntura en que no se puede descartar que haya elecciones presidenciales, como lo contempló hasta el propio Chávez.
Muchos venezolanos consideran al combustible barato casi que como un derecho, pues por algo poseen las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo.
Sin embargo, son pocos los que ignoran el alto costo para las cuentas públicas que tiene eso de darla casi regalada, situación que además es una fuente de contrabando en la frontera con Colombia.
El costo de distribución del combustible, según quién lo calcule, está en un arco de entre US$0,15 a US$0,10, mientras el precio de exportación es de US$0,08 por litro.
Sumando la venta de 280.000 barriles diarios por debajo del costo de producción a los 80.000 barriles diarios de gasolina importados de EE.UU., a Pdvsa le cuesta el subsidio a la gasolina unos US$5.800 millones anuales.
Ni siquiera es complicado encontrar taxistas que reconozcan las distorsiones que la medida provoca. Pues, como afirma Pedro Luis Rodríguez, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), beneficia más a los sectores con mayor poder adquisitivo.
"El subsidio a los combustibles es altamente regresivo. La última cifra de Alejandro Grisanti, economista de Barclays, apunta que el cuartil superior recibía siete veces más por el subsidio que el inferior", señaló Rodríguez.
"Si el objetivo de la política es social, ciertamente no lo está cumpliendo, o pudiese haber otra política más efectiva", comentó.