Una noche de fiesta en Petare, el barrio popular más grande de Venezuela
Tras hacer la cena a sus tres hijas y dejar a las dos pequeñas a cargo de la mayor, de 15 años, Sheila, de 34, bebe cerveza junto a una máquina que solía rebanar carne.Con dos amigas visita un abasto en el que de día se puede comprar papillas para niños y huevos y que en las noches de fin de semana transforma su almacén en discoteca.Estamos en Petare, un populoso barrio en el este de Caracas que tiene la fama de ser uno de los más grandes y peligrosos de América Latina.Políticamente ha sido una bisagra los últimos años. Tuvo mayoría opositora, pero ahora volvió el chavismo. Se ven por igual pintados de Hugo Chávez y del líder opositor Leopoldo López.Como en todas las zonas populares, la crisis ha trepado con fuerza por las empinadas cuestas donde se amontonan las viviendas informales.Es viernes 23 de marzo y Petare resplandece en la oscuridad con sus miles de luces.
La jornada y la semana terminan. Los que trabajan en otras zonas de Caracas o en la parte baja del enorme barrio buscan cómo subir a casa. Las camionetas y jeepshabituales, que han menguado en número por la falta de repuestos, rugen cuesta arriba repletas de gente.La mayoría se quedará esta noche en casa y quizás se pueda tomar unas cervezas con familiares y amigos. La crisis ha modificado los hábitos de diversión de muchos venezolanos."Esa licorería antes a esta hora estaba llena. Ahora ya está cerrada", me dice Daniel, que hace de guía nocturno por Petare.
La crisis influye, pero también la seguridad. "¿Has visto pasar un policía por aquí?", pregunta César, nuestro segundo anfitrión.
"Es mucho el estrés"
Moverse por Petare, sobre todo de noche, requiere reconocer las complejas dinámicas del barrio, que cambian casi de calle en calle. Estar familiarizado con ellas o acceder con alguien del lugar marca la diferencia para el foráneo: de una mirada amenazante se pasa a un apretón de manos de bienvenida. Y el lugar más peligroso puede convertirse en el más seguro."No, por aquí no tengo miedo. Yo vivo cerca y conozco", me dice Sheila, que busca de vez en cuando distracción hasta la madrugada.El anís y el miche
La reja se cierra y ahora sólo acceden los conocidos. La rumba ya no se extiende a la acera donde grupos de hombres maduros se han pasado durante horas una botella de anís. A 600.000 bolívares (menos de US$3 al cambio en el mercado negro) es el alcohol más barato. En el local una cerveza pequeña, cuya botella se abre con cuchillo de carnicero de grandes dimensiones y se vierte luego en vaso de plástico, está en 65.000."Cuando salgo es porque me invitan"
"Antes yo rumbeaba jueves, viernes y sábado, y me iba a discotecas. Tengo siglos que no sé qué es una disco", afirma Sheila, que después pasará a la trastienda y terminará bailando hasta las 6 de la mañana. Ahora, en cambio, sale de fiesta una vez cada dos semanas, me dice. "Yo no gasto. No puedo. Cuando salgo es porque me invitan. De mi bolsillo es imposible".La charla con Sheila entre la música alta resume el estado actual de Venezuela."Al venezolano le gusta mucho la caña"
Como en casi todos los rincones del país, también en la noche de fiesta en Petare aflora la nostalgia."Esto ya no es lo que era. Antes cerrábamos toda la calle", recuerda uno de los dueños del abasto.Antes se rumbeaba sobre el mismo asfalto de esa zona del sector El Carpintero, que ofrece una hermosa vista desde arriba del valle de Caracas.Un mercado de noche
La noche también traviste el mercado municipal de Mesuca, otra zona de Petare.Entrar y fotografiar requiere igualmente diplomacia y ganarse la confianza.Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
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