Sabir Masih volvió a tener trabajo después de que el gobierno de Pakistán levantó la moratoria de la pena capital de siete años, en 2014. Masih es verdugo.

Ha sido el oficio de su familia durante generaciones, desde su bisabuelo. Fue su padre quien le enseñó a atar bien el nudo de la horca.

En Pakistán hay unas 8.000 personas esperando ser ejecutadas, más que en cualquier otro país del mundo.

Masih estima que ha ahorcado a más de 200 individuos desde 2007, una estadística que menciona sin emoción alguna.