Naciones Unidas aprobó el primer tratado para regular el comercio global de armas, un evento calificado de histórico por sus proponentes, pero que no convenció a todos en América Latina.
Varios países de la región -como Cuba, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua- anunciaron su abstención en la elección que tuvo lugar este martes en la Asamblea General.
Por el contrario, países como México y Costa Rica se destacaron por su defensa del documento que exige a las naciones reportar la venta de armas -desde buques de guerra y aviones hasta armas pequeñas- y evaluar si éstas podrían ser utilizadas para violar los derechos humanos.
Uno de los mayores proponentes del tratado es el expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Óscar Arias, quien destacó en diálogo con BBC Mundo que este nuevo mecanismo tendrá un efecto positivo en América Latina, una región que siente los problemas derivados del comercio mundial de armas.
El nuevo tratado llega después de más de una década de negociaciones en los círculos diplomáticos y tras varios intentos fallidos para llegar a un consenso sobre este negocio que alimenta conflictos como la guerra civil en Siria o el narcotráfico en México y Centroamérica.
Se estima que el comercio anual global de armas oscila entre US$60.000 millones y US$70.000 millones, mientras unas 750.000 personas mueren cada año por las heridas causadas por armas ilícitas.
"Mejor tenerlo que no tenerlo"
América Latina y el comercio de armas
América Latina tiene un interés particular en el tratado mundial de armas.
Por un lado, hay una tendencia creciente hacia la militarización: el volumen de las importaciones a los países sudamericanos creció 77% en el periodo 2007-2011 en comparación con el periodo 2002 y 2006.
Por otro, la región sufre los problemas derivados de este negocio millonario, y algunos analistas señalan que las ventas de armas mal reguladas fomentan los conflictos armados y la corrupción.
Durante las negociaciones del tratado, BBC Mundo conversó con Mélanie Régimbal, directora del centro de Naciones Unidas para la paz, el desarme y el desarrollo en América Latina y el Caribe (Unlirec), quien dijo que la región tiene "más armas en circulación que la mayoría de regiones y las más altas tasas de homicidios por armas de fuego".
No obstante, los países de América Latina están lejos de los mayores importadores y exportadores de armas del mundo.
Arias explicó desde su país que "la falta de regulación en la compra y venta de armas explica que éstas estén en manos de gente que las utiliza para para llevar a cabo la enorme cantidad de homicidios que avergüenza a América Latina".
Por ello, "si este tratado va a afectar a América Latina de alguna manera, será para bien", agrega.
Pero, a diferencia del expresidente costarricense, no todos se han mostrado tan positivos sobre el nuevo tratado.
Al explicar por qué decidieron no aceptarlo, los representantes de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador sostuvieron que puede ser manipulado políticamente y no es balanceado.
Resaltaron que el mecanismo favorece a los exportadores de armas sobre los importadores, por lo que la seguridad de estos últimos puede verse en peligro.
Cuba agregó que el documento tiene "vacíos legales", "limitaciones serias" y "múltiples ambigüedades".
"Posiblemente estos países no están muy contentos con que se limite el comercio de armas y prefirieron abstenerse a unirse a los tres países que votaron en contra: Corea del Norte, Irán y Siria", dice Arias.
Pero tal vez más importante que los tres opositores y los abstencionistas latinoamericanos es el hecho de que Rusia y China -dos de los mayores exportadores de armas- decidieran abstenerse también.
La falta de apoyo de Rusia y China, en opinión de algunos críticos, puede afectar la efectividad del tratado una vez entre en vigor 90 días después de la ratificación formal del estado número 50.
Arias está de acuerdo en que la implementación será complicada, pero dice que "por más difícil que sea ponerlo en práctica, es mejor tener este instrumento que no tenerlo".
A diferencia de Rusia y China, Estados Unidos -el principal proveedor de armas en 2012- aprobó la decisión y su secretario de Estado, John Kerry, lo calificó de "fuerte, efectivo e implementable".
Lo que regula
Ante las diferentes opiniones sobre el nuevo mecanismo y tal vez para disipar las dudas que persisten en algunos sectores, Naciones Unidas explicó el mismo martes lo que busca el tratado.
El secretario general de ese organismo, Ban Ki-moon, explicó que el tratado "dificultará que armas mortales sean desviadas al mercado ilícito y ayudará a evitar que señores de la guerra, piratas, terroristas y criminales, entre otros, compren armas mortales".
Pero según la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos de Desarme, el tratado no interferirá en el comercio doméstico de armas ni en el derecho a portarlas en los estados miembro.
Tampoco prohibirá la exportación de armas, afectará el derecho de los países a la defensa propia o debilitará los estándares de regulación nacionales que están en vigor.
El tratado incluye los tanques, vehículos blindados para combate, sistemas de artillería de alto calibre, aviones de combate, helicópteros de ataque, buques de guerra, misiles y lanzamisiles, así como armas pequeñas y ligeras.
Los países no están obligados a firmar el tratado e incluso en los que sí lo hagan, no es una obviedad que sus parlamentos lo ratifiquen.
Los signatarios deberán informarle a Naciones Unidas sobre las acciones que están tomando para controlar sus exportaciones, pero sus informes pueden "excluir datos comercialmente sensibles o relativos a la seguridad nacional".
En últimas, la implementación del tratado -que tiene duración ilimitada- depende primordialmente de los gobiernos individuales.