Rara vez el cierre -o la posibilidad de clausura- de una universidad empuja a miles de ciudadanos a protestar en las calles. En Budapest, hace semanas que sucede.
Pero la ecuación de estas marchas es compleja y va más allá de lo educativo.
El gobierno conservador nacionalista de Budapest, una universidad financiada por el magnate George Soros con sede en Estados Unidos y la Unión Europea son los principales actores de un conflicto que trasciende las fronteras de Hungría.
La chispa que desencadenó el descontento fue una nueva ley educativa que podría llevar al cierre de la Universidad Centroeuropea (CEU por sus siglas en inglés), financiada por el multimillonario de origen húngaro y considerada uno de los centros de enseñanza universitaria más prestigiosos del país europeo.
El resultado: algunas de las mayores manifestaciones desde que el primer ministro Viktor Orban, del partido conservador Fidesz, llegara al poder en 2010.
Sin embargo, para los analistas, la causa de estas protestas no sólo se ha de buscar en la posible salida de Hungría de la CEU, sino que son la reacción a lo que consideran un paso más en la agenda ultranacionalista de Orban.
"La universidad se convirtió en un campo de batalla simbólico entre el internacionalismo liberal y la creciente marea del nacionalismo populista", asegura el corresponsal de educación de la BBC, Sean Coughlan.
Quienes se oponen a la ley acusan al primer ministro de intentar transformar Hungría en un "Estado iliberal" al que definen como una democracia parcial.
Un campus en Estados Unidos
En los últimos años, las posiciones nacionalistas de Orban chocaron repetidas veces con la Unión Europea, especialmente por la negativa de Budapest a cumplir con las directrices europeas en relación a la llegada de refugiados a Hungría.
A principios de 2017, el gobierno húngaro anunció -en desafío a la normativa europea vigente- la detención "sistemática" de todos los demandantes de asilo que lleguen al país.
Ahora, el gobierno de Fidesz, argumentan sus críticos, encontró un antagonista a sus políticas en la idea de "sociedad abierta" promovida por Soros a través de la CEU.
Esta institución fue fundada a principios de los 90, en un momento en que Hungría -como el resto de Europa del Este- se encontraba en plena transición entre el socialismo y el capitalismo.
De acuerdo con los principios de la propia universidad, uno de sus objetivos era "resucitar y revivir la libertad intelectual" y promover los valores de la democracia liberal.
La nueva legislación, entre otros requisitos, exige a las universidades que ofrecen titulaciones con una acreditación no europea que tengan un campus en el país en el cual están registradas, Estados Unidos en el caso de la CEU.
Sin embargo, en estos momentos la CEU, con 1.440 estudiantes -335 de Hungría y el resto de otros 107 países- no posee un campus en el país norteamericano.
Una universidad "libre"
De aplicarse la nueva normativa, la universidad perderá su licencia a partir de octubre y se verá obligada a dejar de aceptar estudiantes a partir de febrero de 2018.
Esa situación, de acuerdo con Michael Ignatieff, presidente de la CEU, supondría la primera vez desde la II Guerra Mundial que un Estado europeo "se salió con la suya al cerrar una universidad libre".
"Eso implica cruzar una línea. No lo habíamos visto antes. No vemos ninguna razón por la cual se nos debe echar de Budapest", afirmó Ignatieff esta semana en Londres.
"No vamos a cerrar, pero quizá tengamos que abandonar el país", apuntó el académico canadiense.
De acuerdo con el gobierno, la nueva ley está dirigida a aquellos establecimientos educativos en situación irregular.
Orban aseguró que la CEU "hace trampas" en la forma en que expide sus titulaciones y acusó a esta institución de formar parte de una campaña orquestada por George Soros para destruir los valores tradicionales de la sociedad húngara y minar la soberanía nacional.
"Sé que el poder, tamaño y peso de Hungría es mucho menor que el del especulador financiero George Soros, quien está atacando a Hungría", afirmó Orban ante el Parlamento Europeo a finales de abril en respuesta a un informe de la Comisión Europea que calificaba la nueva legislación húngara de incompatible con la libertad académica.
Las tensiones entre Soros y el gobierno nacionalista de Hungría, apuntan los analistas, vienen de lejos.
En defensa de una "sociedad abierta"
El magnate, nacido en Budapest en 1930, sobrevivió al Holocausto y emigró, primero a Reino Unido y, después, a Estados Unidos.
Hay quien ve en él a un gurú de las finanzas. Otros le acusan de haber hecho su fortuna valorada en US$25.000 millones gracias a movimientos especulativos de capital.
El multimillonario se presenta, también, como un filántropo.
De acuerdo con la página web de su fundación Open Society Foundations, destinó US$12.000 millones a la promoción de lo que él denomina "sociedad abierta", un modelo social basado en los valores de la democracia liberal que promueve la "libertad de expresión, la transparencia y el rendimiento de cuentas de los gobiernos".
El gobierno húngaro lo acusa de tratar intervenir en la política interna del país.
"Sus ONG se comportan como gobiernos… Piensan que tienen el derecho de decir qué es lo mejor para el país. Pero no tienen un mandato político", le dijo a la BBC el vocero del ejecutivo Zoltan Kovacs.
En este sentido, además de la ley educativa, Budapest presentó en abril una reforma de la legislación sobre organizaciones no gubernamentales.
La nueva ley obligará a aquellas que reciban más de US$25.000 dólares desde fuera de Hungría a registrarse como "organizaciones que reciben financiación extranjera".
El gobierno plantea la reforma como una forma de proteger la seguridad nacional y garantizar la transparencia de estas organizaciones.
Las ONG, en cambio, lo ven como un intento de intimidación.
¿Influencia rusa?
"Este proyecto de ley -y la retórica gubernamental que lo acompaña- es un recuerdo preocupante de la ley draconiana rusa de 'agentes extranjeros' y es un plan ominoso para asaltar a la sociedad civil húngara", aseguró John Dalhuisen, director para Europa de Amnistía Internacional.
Pero Budapest no es el único frente abierto para Soros.
El magnate llamó "timador y dictador en potencia" a Donald Trump y se convirtió en una figura odiada por algunos de los partidarios del presidente estadounidense.
Soros también ha manifestado abiertamente su oposición al líder ruso Vladimir Putin.
Y en marzo, otra universidad apoyada por el multimillonario, la Universidad Europea de San Petersburgo, perdió su licencia.
"Europa, no Moscú" es una de las consignas coreadas por los manifestantes en Budapest, quienes temen que el conflicto por la CEU forme parte de un giro de la política húngara hacia el este en lugar de hacia el oeste.
Ignatieff, sin embargo, rechaza la influencia rusa en el caso de Budapest y relativiza el paralelismo entre el caso ruso y el húngaro.
"Le otorgamos poderes a Putin con los que solo podría soñar. Lo hacemos más grande de lo que realmente es", señala.