Poco más de dos años después de que la Primavera Árabe estalló en un remoto pueblo de Túnez, nuevos eventos generan dudas sobre los alcances de la revolución por la democracia.
Este miércoles, el político de la oposición Chokri Belaid murió a tiros después de que hombres armados le dispararon en la cabeza y el cuello a la salida de su casa en la capital del país norafricano.
Belaid era un prominente líder de la facción política que se opone al gobierno liderado por el partido islamista Ennahda, en el poder después de las primeras elecciones tras el levantamiento popular que derrocó a Ben Ali, quien fue presidente por 24 años.
Después de que se supo del atentado, cuya responsabilidad no ha sido revelada, manifestantes se reunieron frente al ministerio del Interior y en otras ciudades para pedir "una segunda revolución".
El primer ministro, el islamista Hamadi Jebali, calificó el asesinato como un "acto terrorista" que "no solo atenta contra el político, sino el resto del país y la revolución".
Actualmente, Túnez se encuentra paralizado por una crisis política después de que se rompieron las conversaciones sobre un esperado cambio de gabinete para incluir una gama más amplia de partidos en una coalición liderada por Ennahda.
El martes, Belaid señaló en la cadena tunecina Nessma TV que dicho partido dio "luz verde para asesinatos políticos".
Complejo contexto posrevolucionario
"Una revolución es como un terremoto, toma tiempo para crear un paisaje."
Rachid Ghannouchi, fundador de partido Ennahda
Las elecciones de octubre de 2011 dejaron al partido Ennahda en el poder, aunque no con una mayoría amplia.
La influencia del islamismo en la sociedad tunecina -frecuentemente catalogada como la más secular de los países árabes- ha crecido desde ese entonces.
Las mujeres, por ejemplo, pasaron de caminar libremente por las calles a tener que manifestarse públicamente -esto en agosto del año pasado- contra un proyecto de ley que estipulaba medidas contrarias a la igualdad de género.
Al tiempo, sin embargo, facciones de corte islámico también han querido demostrar su influencia.
En septiembre, por ejemplo, militantes salafistas -una rama radical del islamismo sunita- atacaron al último hotel en Sidi Bouzid -la ciudad donde empezó la revolución- que ofrecía alcohol para la venta.
Durante los meses anteriores, militantes salafistas impidieron que conciertos y obras de teatro se llevaran a cabo porque supuestamente podían violar los principios islámicos.
También se cree que grupos salafistas estuvieron detrás de los ataques en septiembre a la embajada de EE.UU. durante la polémica que generó una película anti-islam publicada en internet.
La oposición secular, a la que pertenecía Belaid, ha acusado al partido gobernante islamista de tener vínculos con grupos salafistas, quienes por su parte dicen que Ennahda no defiende los valores islámicos.
"Ennahda llegó al poder legítimamente a través de la elecciones", le dijo el exembajador y exministro Ahmed Abderraouf Ounaies a la BBC en diciembre.
"Han tratado de imponer sus visiones, pero ahora pueden estar seguros de que tienen un compromiso con una sociedad más moderna", señaló.
Nuevas protestas
El asesinato de Chokri Belaid este miércoles es una nueva manifestación del complejo contexto político y social que le siguió a la revolución tunecina.
"Este asesinato le roba a Túnez una de sus voces más valientes y libres", dijo el presidente francés, Francois Hollande, tras el suceso.
El sábado, Belaid había acusado a "mercenarios" contratados por el partido Ennahda de llevar a cabo un ataque a una reunión de su partido, los Patriotas Demócratas.
Durante los últimos días se reportó que el político estuvo recibiendo amenazas.
Después de su muerte, un residente de Sidi Bouzid, el pueblo natal de la revolución, le dijo a la agencia Reuters: "Más de 4.000 personas están protestando ahora, quemando neumáticos y lanzando piedras a la policía. Hay mucha rabia".
Los hechos parecen haberle dado la razón al fundador de Ennahda, Rachid Ghannouchi, quien le dijo a la BBC en diciembre pasado: "Una revolución es como un terremoto, toma tiempo para crear un paisaje".