Jamalida Begum

"Escogieron a 30 mujeres, la mitad niñas de entre 12 y 15 años".

Sentada en el suelo con las piernas cruzadas, Jamalida Begum me cuenta lo que pasó en los días que siguieron a aquél en el mataron a su marido.

Murió a causa de un disparo en Pyaung Pyaik, en el noroeste de Myanmar, la antigua Birmania.

Y ante esto, la mujer, de etnia rohingya, agarró a sus dos hijos y huyó, dejando atrás la aldea en llamas -las imágenes satelitales mostrarían después que al menos 85 viviendas fueron destruidas por el fuego-.

Pero a los cinco días ella quiso volver a su vecindario. Y entonces las cosas se torcieron aún más.

Al amanecer los soldados que habían matado a su esposo volvieron, y la encontraron con sus hijos y otros vecinos, resguardada en una de las casas que se había mantenido en pie.

Los militares los llevaron a todos a la escuela de la aldea y fue entonces cuando separaron a 30 mujeres del grupo.

"Y de las 30 escogieron a cuatro", recuerda Begum.

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Jamalida Begum vive ahora en el campo de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh.

Una fue ella, y las otras tres eran apenas adolescentes.

"Después nos separaron. A mí me llevaron al este de la escuela, a un lugar junto a un pozo y a las tres niñas siete soldados las trasladaron a una colina al sur", explica.

"Una vez allí me gritaron que me abriera la camisa y que me quitara el thami (la falda típica birmana), y cuando me negué me tiraron al suelo, me arrancaron la ropa y empezaron a golpearme", describe.

"Tres soldados me torturaron y me violaron durante una hora", dice.

Cuando terminaron, "me brotaba sangre de la parte inferior de mi cuerpo y tenía las piernas acalambradas", añade.

"Entonces me pegaron puñetazos en la cara para que no les mirara, lo que me dejó los ojos como carbón candente. Y así me dejaron, sangrando, mientras se alejaban con sus Jeeps".

"Operaciones de limpieza"

Los soldados habían llegado a Rakhine, un estado norteño, para llevar a cabo "operaciones de limpieza" después de que varios militantes del grupo étnico de Begum, los rohingya, mataran a nueve policías en octubre del año pasado y les robaran armas y munición.

A la operación le siguió una ola de denuncias por abuso de derechos humanos, incluidas las que señalaban violaciones.

Pero durante semanas, Aung San Suu Kyi, el ícono de los derechos convertida en Consejera de Estado de Myanmar, rechazó las acusaciones.

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Aung San Suu Kyi rechaza las acusaciones de que los soldados birmanos abusaron de los rohingyas en el norte del país.

Y aseguró que los soldados estaban actuando de acuerdo a la ley, al tiempo que negaba la entrada al área a periodistas independientes y a observadores internacionales.

Sin embargo, el clamor creció tanto que San Suu Kyi tuvo que establecer un equipo de investigación, que llegó a Pyaung Pyaik el 11 de diciembre.

Y aunque en un primer momento se mostró reacia, la única mujer entre los investigadores, la directora de la Federación para Asuntos Femeninos de Myanmar, la doctora Thet Thet Zin, convenció a Begum para que le contara lo ocurrido.

"Me dijo que no me iban a hacer daño, que les llevara las mujeres que habían sido torturadas y violadas", recuerda Begum.

"Así que lo hice, les conté todo y ellos lo grabaron".

Intimidación y manipulación

Parte de esa entrevista fue emitida en televisión.

Y es un material extraordinario, no sólo por la forma en la que Begum es intimidada por los traductores, sino porque la cadena estatal no traduce lo que la mujer les dice a los investigadores en la lengua rohingya.

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La televisión estatal birmana emitió parte del interrogatorio a Jamalida Begum.

Pero una vez traducido todo, queda claro que Begum está describiendo unas evidencias circunstanciales muy sólidas de que la violación tuvo lugar.

Cuenta, por ejemplo, que los soldados llevaron a las mujeres a una zona de matorrales.

"¿Viste si las mujeres eran violadas?", le pregunta el intérprete.

"No", responde ella.

"Así que no es verdad (que fueron violadas)", le reclama el intérprete.

"Sí y no", dice Begum. "Sangraban directamente de ahí", añade, señalando la entrepierna.

"No digas eso, no lo digas, no digas que las viste sangrar. Sólo di si presenciaste o no la violación", le exige el traductor.

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Los rohingyas son musulmanes, y la mayoría de los soldados birmanos budistas.

Entonces se vuelve a los investigadores y les asegura que ella no vio a las mujeres siendo violadas.

Y también le pregunta directamente si a ella la violaron o no.

Begum les explica a los investigadores que los militares las llevaron a un lado, la desnudaron y abusaron de ella, pero "sólo con las manos", y añade que no fue violada.

"No fue violada", es lo único que traduce el intérprete.

Y en ese punto la cuestión se empieza a complicar.

"Noticias falsas"

A los diez días la vuelven a filmar.

En esta ocasión está presente un puñado de periodistas seleccionados por el gobierno de Pyaung Pyaik.

Como ningún rohingya quería hablar con ellos, Begum fue obligada a hacerlo.

La mujer les contó la misma historia sobre el abuso sufrido, aunque añadió que los soldados sí la habían violado.

Esa discrepancia llamó la atención de la oficina de San Suu Kyi, quien en aquel tiempo llevaba a cabo una agresiva campaña en la que tachaba las acusaciones vertidas por la prensa extranjera y en las redes sociales sobre las atrocidades en el estado de Rakhine de "noticias falsas".

Así, Begum volvió a salir en televisión, pero esta vez como una mentirosa.

Incluso la propia San Suu Kyi compartió su caso en Facebook, como "ejemplo de violación falsa" sobre abusos contra los rohingya.

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Aung San Suu Kyi, la premio Nobel de la Paz y ahora Consejera de Estado de Myanmar, compartió en Facebook el caso de Jamalida Begum como ejemplo de "violación falsa".

Pero entonces, ¿cuál es la verdad?

Cuando hablo con Begum su testimonio me pareció detallado y convincente.

Además, coincide con lo que les dijo a los periodistas y con lo que les contó a los investigadores, salvo el detalle de que fue violada y no fue sólo abusada "con las manos".

Cuando le pregunto sobre esa diferencia de versiones, ella me insiste en que sí les dijo a los investigadores del gobierno que había sido violada, pero que mientras lo hacía uno de los intérpretes le estaba gritando y amenazando con que la iba a matar.

Si les contó eso a los inspectores, es posible que la televisión estatal birmana decidiera no hacer pública esa parte de su testimonio.

"Sé que le dijeron a todo el mundo que no nos habían violado o torturado ni nada", dice Begum.

"No conseguimos que se haga justicia en nuestro país".

Huida

Además, Thet Thet Zin no cumplió con su promesa de que nadie que hubiera revelado lo ocurrido en Pyaung Pyaik sufriría represalias.

Así, los soldados vinieron por Begum. Y ella tuvo que huir de nuevo.

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Los soldados, en todo caso, querían proteger a Jamalida Begum, le dijo Thet Thet Zin, la directora de la Federación para Asuntos Femeninos de Myanmar, a la BBC.

Se fue a otro pueblo, pero tras hablar con periodistas, se dio cuenta de que allí tampoco estaba segura.

"Los militares me andaban buscando y reunieron a todas las mujeres en un patio y les enseñaron mi fotografía", cuenta Begum.

"Estaba tan asustada que me escondí en el bosque".

Pero no lo pudo soportar por mucho tiempo, y decidió cruzar el río Naf y buscar refugio en Bangladesh, país al que han llegado más de 70.000 rohingyas birmanos en los últimos meses.

"Dudas"

Al saber esto, hablé por teléfono con Thet Thet Zin, la directora de la Federación para Asuntos Femeninos de Myanmar y quien convenció a Begum para que le contara su historia.

Me dijo que, aunque no recordaba haber conocido a Begum, los soldados seguramente la buscaban para protegerla, no para acosarla.

Además me explicó que no había encontrado evidencias concluyentes de las violaciones que las mujeres de Pyaung Pyaik denuncian.

Y me dijo que dudaba que esto hubiera ocurrido, ya que (la violación) va en contra de las creencias y la cultura budista. Es que, mientras los rohingyas son musulmanes, la mayoría de los militares birmanos son budistas.

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Los soldados habían llegado a Rakhine para llevar a cabo "operaciones de limpieza" después de que varios militantes rohingya mataran a nueve policías en octubre del año pasado.

Así que el mejor lugar para averiguar qué pasó en el estado de Rakhine es ahora Bangladesh, ya que el ese estado birmano está cerrado para los periodistas.

Incluso la relatora especial de Naciones Unidas para los derechos humanos en Myanmar, Yanghee Lee, ha tenido muy poco acceso al lugar.

"Crímenes contra la humanidad"

"Nunca pensé que diría esto en voz alta, pero es un crimen contra la humanidad", me dijo Lee cuando nos encontramos en el aeropuerto de Cox’s Bazar, una localidad costera de Bangladesh.

"Creo que el ejército tiene que asumir (la responsabilidad), pero al final del día es el gobierno civil el que tiene que responder por estos graves casos de horrible tortura y por los inhumanos crímenes que cometieron contra su propia gente", añade.

Este lunes Lee urgirá al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que instaure una comisión para investigar los abusos contra los rohingya en Myanmar.

Mientras, la noche cae en el campo de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh, donde me encontré a Begum.

Y aprovecho para preguntarle qué opina de Aung San Suu Kyi.

"No está haciendo nada por nosotros", me dice.

"Si fuera buena, no sufriríamos tanto en este país. Desde que está en el poder, Myanmar es el infierno para nosotros".

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Jamalida Begum cree que desde que Aung San Suu Kyi ganara las elecciones en 2015 la situación de los rohingyas ha empeorado.

Por otra parte, aunque San Suu Kyi asegure que ella es la que tiene el poder en el país, la Constitución limita su capacidad para frenar los abusos del ejército.

Es por eso que no pudo asumir la presidencia del gobierno a pesar de que el partido que lidera, Liga Nacional por la Democracia (LND), ganara las elecciones celebradas en noviembre de 2015.

Y es que la Constitución birmana, redactada por los militares que han controlado el país durante medio siglo, prohíbe ocupar el puesto a quienes tengan hijos con pasaporte extranjero y los suyos tienen nacionalidad británica.

Aunque ya al conocerse los resultados de las elecciones insistió en estaría "por encima del presidente" y, por lo tanto, que sería la que tendría el poder.

Por su parte, uno de sus portavoces me dijo que las acusaciones contra los militares son "exageraciones" y que el de los rohingyas es un "asunto interno".

Pero San Suu Kyi no ha estado en el estado de Rakhine y nunca ha visitado un campamento para rohingyas.

En resumen, la ganadora del Premio Nobel de la Paz no ha dado ninguna señal de que los rohingyas le importen.