Tras decenas de años pidiendo que se hiciera justicia, Leopoldo García ganó una histórica batalla ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. Vea en este video de BBC Mundo su testimonio.

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La voz enérgica de Leopoldo García Lucero se impone ante los años. Al otro lado del teléfono no se notan los 81 años de este hombre, exempleado del Hipódromo de Santiago, que este lunes recibió las primeras luces de justicia en su vida.

"Todos los días al afeitarme, al mirarme al espejo, me acuerdo de Pinochet. De los carabineros. Me dejaron una cicatriz en la cara y el alma para toda la vida", le dice García Lucero a BBC Mundo.

Leopoldo, chileno de 81 años, tuvo que esperar más de una década para que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le ordenara al estado chileno pagarle US$30.000 como indemnización por la demora en las investigaciones de los posibles actos de tortura que cometió en su contra el gobierno de facto de Augusto Pinochet.

El fallo es la puerta de entrada para que miles de víctimas de posibles torturas y exilios obligatorios puedan exigir algún tipo de compensación por la lentitud de la justicia chilena en tramitar sus exigencias de reparación.

Actualmente García vive exiliado en Bristol, Reino Unido. En 1975, después de estar preso por las fuerzas de Pinochet, fue expulsado de Chile con su esposa y tres hijos. Y con la ayuda de algunos amigos británicos y del gobierno local, logró instalarse. Pero nunca logró olvidar.

Del hipódromo al estadio

García Lucero iba camino a su trabajo en el Hipódromo de Santiago cuando se enteró del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. En una de las esquinas de la Moneda vio a los carabineros apuntando hacia el edificio.

"Ese día como no había buses, me tocó irme caminando hasta el hipódromo. Al pasar por la Moneda vi mucho movimiento y me di cuenta que algo iba a pasar", recordó.

A pesar de que era miembro del Partido Socialista, que tenía conversaciones habituales con sus máximos representantes como el ministro José Toha, Adonis Sepúlveda o el mismo Salvador Allende -"Me llamaba Filitoque"-, García no pensó que el régimen de Pinochet lo iba a perseguir.

Leopoldo García, exiliado chileno

Leopoldo García a principios de los años 70, antes de dejar su país.

"Yo era muy ubicable. Salía en los medios junto a miembros importantes del partido. Sin embargo, yo no estaba haciendo nada malo, así que no tenía miedo", relató.

Pero solo tres días después del golpe, un grupo de 15 carabineros lo secuestró en pleno centro de Santiago y lo condujo primero a una comisaría de policía. Después al Estadio Nacional donde pasó tres meses.

Tortura y exilio

"Se turnaban para pegarme. Agarraban un palo y me daban en la cabeza hasta que uno de ellos se cansaba. Así fue que me dejaron la cabeza así, abollada y llena de cicatrices", relata Leopoldo.

Después de estar tres meses en el Estadio Nacional, que Leopoldo describe como un lugar donde pasaban cosas "horribles", lo trasladaron al campo de prisioneros de Chacabuco, en el desierto de Atacama.

"Era como estar en un campo de concentración nazi. Lo que nos hacían era inhumano. Allí estuve 14 meses, hasta que decidieron expulsarme del país. Yo les pedí España, por lo del idioma", contó.

"Se turnaban para pegarme. Agarraban un palo y me daban en la cabeza hasta que uno de ellos se cansaba. Así fue que me dejaron la cabeza así, abollada y llena de cicatrices"

Leopoldo García Lucero, exiliado chileno

Pero no le hicieron caso. Lo enviaron al Reino Unido, junto a su esposa Elena y tres hijas. En un apartamento que le ayudaron a conseguir algunos amigos cerca de Bristol, vive desde hace 40 años.

"Las torturas me dejaron muchas secuelas. Nunca fui capaz de aprender a hablar en inglés y no he podido trabajar en lo que yo sé. Recibo una ayuda por ser refugiado político, pero eso no alcanza para mucho", relata.

En 1993, Leopoldo vio un programa de la organización Redress, donde decían que estaba ayudando a víctimas de torturas a reclamar una compensación. Decidió asesorarse y exigir sus derechos.

Desde 2007 recibe una pensión de exonerado político de Chile. "Pero con eso no vivo dos días. Es muy poco".

"Estoy contento, pero me parece muy poco dinero. La vida no puede valer 30.000 dólares. Yo he perdido mucho más que todo eso. Mis hijas estaban estudiando, yo tenía un trabajo, vivía tranquilo en mi país y todo eso lo perdí", reclama.

Las implicaciones del caso

La alta Corte le ordenó al país austral el pago de una compensación económica de US$30.000 por los "daños morales ocasionados por la excesiva demora" en iniciar dicha investigación. Además de la evidencia de no poder acceder a las reparaciones debidas por parte del estado chileno.

Según estableció el tribunal, Chile debe finalizar la investigación "dentro de un plazo razonable" sobre las supuestas violaciones a los derechos humanos que sufrió García.

Según la CIDH, la demora en las investigaciones es una las principales causas por las que se decidió intervenir. El caso se presentó formalmente en 1993, pero no fue sino hasta 2011, cuando se hizo una denuncia ante la Corte de Apelaciones de Santiago, cuando realmente el proceso empezó su curso.

Leopoldo García ante la CIDH

Leopoldo García defendiendo su caso ante la CIDH.

También la CIDH en su sentencia exhorta a Chile a pagarle una suma de dinero que le permita vivir en Reino Unido de forma adecuada y poder acceder a las atenciones de salud que requiere.

"Me quedé sin dientes. Me golpearon en la espalda y hoy tengo que caminar con bastón y no puedo estar de pie mucho tiempo. Aquí en Reino Unido soy legalmente discapacitado", agregó García.

Largo y demorado

El apoyo legal que recibió el damnificado fue clave para alcanzar el resultado histórico en la corte internacional.

"Durante más de 10 años Leopoldo intentó llegar a un acuerdo amistoso con el estado chileno para su compensación. Pero Chile nunca quiso. Solo cuando comenzó el caso en la CIDH, en 2011, es cuando se decide investigar su caso, que venía desde 1993″, le dijo a BBC Mundo una de las abogadas del caso y miembro de Redress, Clara Sepúlveda.

Para Sepúlveda una de las razones por las que el caso se demoró tanto fue la falta de decisión de la justicia chilena de hacerse cargo del caso de García.

"La CIDH no castigó a Chile por las torturas, porque no tiene jurisdicción para hacerlo, pero sí sobre la falta de recursos a la hora de compensar a las víctimas de esas torturas. Aunque Chile ha mostrado avances, todavía tiene que mejorar mucho más, sobre todo en que la ley de amnistía no obstaculice este proceso", dijo la abogada.

Leopoldo, nostálgico, añora volver. Morir en su tierra, pero 40 años en un mismo lugar parecen mucho tiempo.

"Ya hice mi vida acá. Mis hijas tienen su trabajo. Y la mayoría de mis amigos en Santiago ya murieron. Me gustaría volver, pero creo que ya es muy tarde", concluyó.