En los últimos días el conflicto en Siria dio un drástico giro: el gobierno de Bashar al Asad admitió, por primera vez, que posee un arsenal de armas químicas. Acordó, en base a un plan de Rusia, desmantelarlo, y Washington puso una pausa en sus planes para llevar una acción militar en su contra.
Pero mientras los esfuerzos diplomáticos avanzan a ritmo acelerado, en el terreno, en la guerra donde se utilizan armas convencionales, los enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y los rebeldes continúan sin aflojar.
De hecho, hay informes que indican que en estos días de intensa diplomacia los combates se han incrementado.
La semana pasada hubo nuevos enfrentamientos en varios suburbios de Damasco fuertemente disputados entre rebeldes.
Asimismo, el control de la histórica ciudad de Malula, cuyos habitantes cristianos tuvieron que refugiarse en Damasco, cambió de manos al menos cuatro veces.
Y según informes del diario estadounidense Washington Post, en días recientes aviones de combate bombardearon poblados sirios en todo el país que durante semanas habían permanecido en calma.
"Para el fin de una semana marcada por el anuncio de Moscú y Washington sobre el triunfo de la diplomacia sobre la guerra, más de 1.000 personas habían muerto", informa Liz Sly, la corresponsal del diario en Beirut.
"Es el último saldo de un conflicto que ha matado a más de 100.000 y que se puede esperar matará a muchos más".
Presión de Moscú

La ONU presentó su informe sobre el ataque químico del 21 de agosto.
Hace tres semanas la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos significó que la guerra con armas convencionales podría estar acercándose a un punto de inflexión.
Pero cuando Washington puso una pausa en sus planes militares, la guerra reanudó su ritmo habitual.
Tal como informa el editor de la BBC para Medio Oriente, Jeremy Bowen, quien se encuentra en la capital de Siria, "la fuerza aérea siria está realizando nuevamente incursiones en los suburbios de Damasco".
"Los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) rechazaron, indignados, el acuerdo de desarme que se logró en Ginebra".
"En la noche desde el balcón de la oficina de la BBC podemos ver explosiones enormes e intensas lanzadas desde posiciones rebeldes".
Y agrega: "Aquí en Damasco, el ritmo de la ciudad no está dictado por las reuniones internacionales de las principales potencias del mundo".
"Este ritmo está marcado por la guerra y las salvas de las baterías del ejército sirio marcan el paso en los suburbios controlados por los rebeldes".
"Funcionarios del régimen han indicado que algunos no están contentos con entregar lo que consideran como potencialmente su arma más poderosa y un disuasivo frente al cual, Israel principalmente, debe ser precavido"
Jeremy Bowen
La atención del mundo está ahora centrada en la implementación del plan que Rusia presentó para la entrega del arsenal químico de Siria.
Y muchos se preguntan si el presidente Al Asad realmente está dispuesto a implementarlo.
Según Jeremy Bowen, "ha habido quejas sobre el acuerdo de armas químicas".
"Funcionarios del régimen han indicado que algunos no están contentos con entregar lo que consideran como potencialmente su arma más poderosa y un disuasivo frente al cual, Israel principalmente, debe ser precavido".
Pero la clave para el logro del acuerdo, dice Bowen, descansa ahora en la relación de Siria con Moscú.
"El presidente Al Asad no tendrá deseos de alejar a su amigo más importante. La posición de Rusia es crucial: si presiona al gobierno sirio para que honre el acuerdo, será difícil que éste se rehúse".
Obstáculos
Para los rebeldes, que han estado pidiendo más ayuda militar a Occidente para poder avanzar en el conflicto de más de dos años, el cambio de planes de Washington fue un duro golpe.
Esperaban que algún tipo de acción militar contra las fuerzas del gobierno "degradara" su capacidad para seguir combatiendo.

Muchos consideraron el acuerdo de Ginebra como "un triunfo" de Asad.
Por eso, el ELS rechazó rotundamente el acuerdo de Ginebra.
Todavía pueden pasar muchas cosas. Un retraso en el desarme químico de Al Asad podría conducir a más amenazas militares de Estados Unidos.
Pero a pesar de los anuncios triunfales de las grandes potencias, aún se está muy lejos de lograr una solución para el sangriento y largo conflicto.
"Quedan todavía muchos obstáculos para poder lograr una negocación genuina y efectiva para poner fin a la guerra civil", afirma Jeremy Bowen.
"Éste no será un acuerdo que pueda lograrse a larga distancia por los miembros del Consejo de Seguridad. Deberá incluir a todas las partes involucradas en la guerra, y a sus patrocinadores".
"Esta guerra, además de las dificultades de todas las guerras civiles, tiene otra capa de complejidad: se ha convertido en una guerra regional que está siendo peleada por apoderados. Y tiene un fuerte sabor sectario".
"Así que no se debe esperar un rápido progreso hacia la paz. Quizás no habrá progreso en absoluto".