"Siempre seré una prisionera política del nombre de mi padre": quién fue Svetlana Alliluyeva, la hija de José Stalin que huyó a EE.UU.
"Pequeña mariposa"
El juego de poder
Desaparición de personas
Svetlana recuerda que en su niñez no podía entender cómo la gente"simplemente desaparecía" y nunca nadie le dio explicaciones.En 1939, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) trató de deshacerse de Alexandra Andreevna, la niñera de Svetlana, acusándola de "poco confiable".Svetlana le rogó a su padre que no se la llevaran. "Mi padre no podría soportar ver lágrimas", escribió Svetlana en uno de sus libros. "Tal vez era lo único que no podía tolerar", analiza Sullivan. La autora rescata otra frase que la hija de Stalin escribió en uno de sus libros: "La vida de un hombre dependía enteramente de una palabra de mi padre".De ídolo a villano
Stalin estaba orgulloso de su hija. Se había convertido en una de las pequeñas"guerreras del comunismo".Siendo adulta, reflexionó sobre "cómo esa ideología demandaba la censura de cualquier pensamiento privado a través de la hipnosis masiva". Ella lo llamó "la mentalidad de los esclavos". En su adolescencia, Svetlana se tornó malhumorada, ingenua, demandante, aunque luego generosa. Era una hija temerosa de su padre, y pronto perdería su ingenuidad, describe el libro La hija de Stalin: la extraordinaria y tumultuosa vida de Svetlana Alliluyeva.A los 16 descubrió cómo había muerto su madre. Eso se transformó en un profundo enojo contra su padre. Casi paralelamente, Svetlana se enamoró de Aleksei Kapler, un popular escritor judío bastante mayor que ella. Pero al poco tiempo fue arrestado.La vida de casada
Fuera del Kremlin, Svetlana empezó a ser más independiente.Mientras estudiaba Historia en la Universidad de Moscú conoció a Grigori Morozov, con quien se casó, y a sus 19 años dio a luz a José. Según los familiares, "Svetlana no era una madre cariñosa", a lo que inmediatamente agregaban: "nunca aprendió lo que era una madre".Svetlana y Grigori se divorciaron en 1947. Este sería el primero de cuatro divorcios entre otras tantas relaciones amorosas en su vida.La soledad
Padre malo, hija mala
El amor, la salvación
Pese a tratar de pasar desapercibida, la vida amorosa de Svetlana seguía siendo tumultuosa. Y sucompulsiva necesidad de matrimoniocomo si se tratara de la salvaciónnacía en cada romance.El sueño americano
Estando en India, Svetlana confirmó su amor por el país. El hijo de Singh, quien trabajaba en Seattle, le sugirió que viajara a EE.UU. para obtener la ciudadanía estadounidense y volver después a India. En silencio, Svetlana empezó a soñar con esa idea.En un impulso, la noche del 6 de marzo de 1967, ingresó al edificio de la embajada estadounidense en Nueva Delhi y anunció su intención de desertar.En ese entonces el gobierno de EE.UU. ni siquiera sabía que Stalin tenía una hija.El momento que Svetlana eligió no pudo haber sido peor. En otro momento de la Guerra Fría hubiese sido una herramienta de propaganda invaluable de EE.UU. contra la URSS. Pero en 1967, los dos países estaban negociando instalar oficinas consulares en ambos territorios.Vida nueva
Svetlana llegó a Estados Unidos el 21 de abril de 1967, y allí se convirtió en escritora.Al poco tiempo, las ganancias por la publicación de su primer libro"Veinte cartas" la convirtieron en millonaria, aunque donó gran parte de su fortuna a diferentes organizaciones, incluido un hospital en India con el nombre de Singh. Convertirse en millonaria tal vez fue el peor destino, analiza Sullivan, ya que en EE.UU. se le acercó mucha gente solo por el dinero. El gobierno soviético necesitaba creer que Svetlana había sido secuestrada. No podía aceptar la idea de que había actuado libremente, señala la escritora. "No pueden creer que un individuo, una persona, un ser humano, pueda tomar una decisión por sí solo… Cuando ven que el enorme trabajo que hicieron durante 50 años fue en vano y la gente aún tiene algo propio, se enfurecen mucho", dijo Svetlana en una conferencia de prensa en EE.UU. en 1967.No todo lo que brilla es oro
Svetlana pasó del silencio total de la Unión Soviética a un país donde existía la prensa libre y por lo tanto era juzgada."Las mentiras vertidas sobre mí las van a creer antes de lo que yo escriba o diga. El nombre de mi padre es muy odiado, y yo vivo bajo su sombra", escribió Svetlana,según destaca Sullivan en la biografía. Estando en EE.UU., Svetlana criticaba al gobierno soviético, a las políticas de su padre y a las ideas del exlíder revolucionario comunista Vladimir Lenin. "Lenin fue la fundación de un sistema con un partido, el terror y la supresión inhumana para los desertores… Todos los esfuerzos para blanquear la imagen de Lenin y hacerlo un santo son inútiles", aseguró. Esto causó furia en el gobierno de la URSS que en 1969 le retiró la ciudadanía soviética y la condenó por "mala conducta y difamar a la ciudadanía", establecido como crimen por su padre en 1938.El amor, la salvación
Mudanza constante
Svetlana buscó para Olga una escuela privada. No quería saber nada con la educación pública, nada que tuviera que ver con el Estado.Esa era la excusa para mudarse constantemente. Aunque en realidad temía que la estuviesen siguiendo. "A cualquier lugar que vaya,sea aAustralia oaalguna isla, siempre seré una prisionera política del nombre de mi padre", le escribió Svetlana a una amiga en 2009, según destaca Sullivan en el libro. En 1978 consiguió la ciudadanía estadounidense y ya divorciada de Peters, se mudó con Olga a Princeton, Nueva Jersey.Llamada inesperada
Ya en Reino Unido y después de 15 años, Svetlana recibió una llamada de su hijo José que estaba enfermo y que quería verla.Entonces pensó en regresar a la Unión Soviética. No le importó crear un nuevo incidente internacional.Por un decreto, la Corte Suprema Soviética le devolvió su ciudadaníay el gobierno le confiscó su pasaporte estadounidense y el de Olga. Cuando pisó suelo soviético en 1984, dijo: "Solo quiero decir que vine para reunirme con mis hijos", recuerda Sullivan.Para el gobierno, el regreso de la hija errante de Stalin fue un golpe fuerte de propaganda. La prensa de todo el mundo la cuestionó. Pero otra vez, nada resultó como esperaba.El encuentro con José fue distante y nunca se reencontró con Katya. Se sintió perdida una vez más.Además, Olga nunca sería aceptada y Svetlana siempre sería o un trofeo o una paria y nunca podría ser ella misma, analiza la autora de la biografía. Ahí entendió que regresar había sido un terrible error."Eres la hija de Stalin. Y en verdad ya estás muerta. Tu vida está acabada. No puedes vivir tu propia vida. No puedes vivir cualquier vida. Solo existe en referencia a un nombre", dijo Svetlana en una entrevista que rescata Sullivan.Volver a escapar
La última mudanza
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad colombiana entre el 25 y el 28 de enero.
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