El día que María fue a comprar su casa tuvo que llevar a Once, un caótico barrio de Buenos Aires, US$30.000 en efectivo.
Se repartió el dinero en los bolsillos, una mochila y una riñonera para trasladarlo a la sucursal del banco donde el vendedor recibiría el adelanto.
"Sentía que estaba haciendo algo ilegal, como si estuviera comprando un arma", le dijo a BBC Mundo en condición de anonimato.
Pero María sólo estaba cumpliendo el sueño de tener techo propio.
Pagar en efectivo –como ocurre en la mayoría de casos– no es el único aspecto insólito de comprar vivienda en Argentina: los créditos hipotecarios son inexistentes para muchos y hay trámites que pueden tardar años.
El gobierno del presidente Mauricio Macri, un exempresario que ha impulsado medidas favorables al mercado, realizó algunos ajustes para tratar de cambiar esta realidad.
El más reciente, de hecho, busca incentivar el pago en cheque o transferencia en el sector inmobiliario.
Algunos medios ya hablan de un "boom de créditos hipotecarios", pero para varios expertos consultados por BBC Mundo el rezago es tan grande que el leve crecimiento del último año es insuficiente para cantar victoria.
"Se está recuperando la actividad tras los peores años de la historia, pero si algo no hay es un boom inmobiliario", asegura Germán Gómez Picasso, arquitecto y director de Reporte Inmobiliario, un portal especializado en el sector.
Traer el dinero
Como muchos en Argentina, María tenía sus ahorros en dólares y fuera del país.
Los argentinos perdieron la confianza en casi todo lo que tiene que ver con la actividad económica –la moneda local, los bancos, la política económica del gobierno– tras décadas de hiperinflaciones, devaluaciones y una restricción al retiro de efectivo en 2001, "el corralito", aún fresca en la memoria.
Los depósitos bancarios del sector privado representan el 15% del Producto Interno Bruto (PIB), según cifras oficiales, mientras que el promedio de la región es 52%.
Así que cada vez que un conocido viajaba a Chile, donde tenía sus ahorros, María le pedía el favor de trajera unos cuantos miles de dólares.
Las transacciones internacionales pueden ser destinadas a Argentina, pero altos impuestos y un sistema bancario rezagado las convierte en un mal y dispendioso negocio.
No sólo son las casas: autos, muebles y electrodomésticos también se pagan, casi siempre, en efectivo.
Pero Macri quiere cambiar esto, también para combatir la evasión impositiva.
Una fuente de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) le confirmó a BBC Mundo que, como publicó el diario Clarín el domingo, el ente recaudador relanzará el cheque para estas transacciones, subirá el tope de las transferencias bancarias y dará beneficios impositivos a quienes usen estos mecanismos.
Todo para acabar con la dependencia en el efectivo.
La sucesión
"Pero una vez resuelto el dinero, entramos en el rollo legal, que puede ser incluso peor", continúa María.
El apartamento que iba a comprar había sido heredado, por lo que el título de propiedad no estaba a nombre de la dueña, sino en medio de un dispendioso proceso de "sucesión".
"Transferir el título fue dolor de cabeza que tardó un par de años", asegura María.
Para realizar una transferencia, que implica la presentación de decenas de documentos y formularios, el escribano debe estudiar a fondo el inmueble y sus anteriores dueños para garantizarle al Estado que ningún tercero puede reclamar la propiedad.
Una vez hecho estudio, un juez debe autorizar la venta. Y eso puede tomar meses. Si no años.
"Una aventura"
Por eso, los escribanos en Argentina no sólo son notarios: son como el médico de cabecera de toda la operación.
Miguel, un escribano inmobiliario de Buenos Aires, atiende a BBC Mundo en condición de anonimato en su vistosa oficina de un opulento barrio de la capital argentina.
"Mirá por la ventana", apunta. "Esto parece París… pero mirás bien y este país es tan o más subdesarrollado que cualquier otro en Latinoamérica".
Para él, comprar una casa es "una aventura".
Primero, los inmuebles tienen tres precios: el valor fiscal, el valor inmobiliario y el valor real. Dos legales y uno en negro.
"La diferencia entre ellos tendrá que ver con la disposición que tengan vendedor y comprador de flexionar más o menos la ley", explica el escribano, quien tres o cuatro veces a la semana debe cruzar la ciudad con cientos de miles de dólares en efectivo.
Una vez, recuerda, lo hizo con US$1,5 millones.
"Luego están los costos", continúa: 7% u 8% del precio del inmueble va para el Estado, 1% o 2% para el escribano y 3% o 4% para el agente de bienes raíces.
"Con un 12 o 13% de retención es inevitable que la gente no se sienta inclinada a evadir impuestos", explica.
Y eso, además de la desconfianza en los bancos, también promueve las transacciones en efectivo.
País rezagado en créditos
Pero quizá nada ha afectado más la adquisición de vivienda en Argentina que la falta de créditos hipotecarios durante 15 años.
"Llevo 10 años trabajando freelance", explica María, graduada de postgrado y vinculada a empresas de renombre.
"La mayoría de mis sueldos me los han pagado en efectivo, en negro (…) Mi calificación crediticia es prácticamente nula".
Un 40% de la economía argentina, se estima, ocurre lejos de la mirada de las autoridades: los pagos, los contratos, los intereses son informales.
Y para una persona que es parte de esa economía es imposible acceder a un crédito.
Pero así un argentino de clase media sea de la planta de una empresa formal, acceder a un crédito le puede resultar complicado, porque hasta el año pasado los bancos sólo los aprobaban con una tasa de interés altísima y a plazos muy cortos.
Por un lado, con una inflación de entre 20% y 40% en los últimos años –que en varios momentos ni se supo cuánto era– establecer tasas de interés fijas era imposible para los bancos.
Por el otro, "para un sector (inmobiliario) que está 80% dolarizado, un cepo cambiario destroza cualquier posibilidad de préstamos, inversiones o transacciones", dice Gómez Picasso, en referencia al control de cambio de divisas impuesto por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2011.
Repunte, pero no "boom"
Ni siquiera en 2002, tras la crisis, hubo menos compraventas que en 2013, 2014, 2015 o 2016, según el Colegio de Escribanos.
Pero este año ha habido un repunte: en los primeros ocho meses las compraventa aumentaron 20%, según la misma asociación.
El año pasado el gobierno de Macri liberó el cepo y lanzó la Unidad de Valor Adquisitivo (UVA), un esquema de créditos que fija la tasa de interés de acuerdo a la inflación oficial y al ingreso.
Con esto casi todos los bancos han lanzado créditos hipotecarios por hasta 30 años, una novedad en Argentina.
El año pasado, estos créditos representaban un 1% del PIB argentino, una de las tasas más bajas de la región: en Chile son el 19%, en México 9% y en Brasil 7%.
"En este momento hay más demanda (por créditos) que oferta", señala Gómez Picasso.
"Los bancos desarticularon sus estructuras de préstamos y volverlas a armar no es fácil", explica.
María, como el escribano, se ríen cuando BBC Mundo pregunta por el supuesto "boom inmobiliario".
"Sí, en Argentina hay transferencias, ya no hay cepo, ahora hay créditos", dice el escribano.
"Pero el argentino, el 70% de la población, todavía prefiere pagar su casa con dos bolsas de dinero".