El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Antonio Patriota, renunció este lunes a su cargo a raíz de la fuga de un senador opositor boliviano con la ayuda de un diplomático brasileño.

La presidenta Dilma Rousseff aceptó la renuncia del canciller.

La huida del senador Roger Pinto, quien se encontraba refugiado durante más de un año en la embajada de Brasil en La Paz y cuyo gobierno lo acusaba de corrupción, provocó un conflicto diplomático entre ambos países.

El diplomático, Eduardo Saboia, admitió haber usado un vehículo oficial y su inmunidad diplomática para cruzar la frontera con Pinto sin permiso de ninguno de los dos países.

Patriota será reemplazado por el actual embajador brasileño ante Naciones Unidas, Luiz Alberto Figueiredo.

A cambio, el puesto de Figueiredo será asumido por Patriota.

Pinto niega las acusaciones del gobierno de Evo Morales y las considera una fabricación en represalia por haber denunciado lazos del gobierno y el narcotráfico.

El corresponsal de BBC Mundo en Río de Janeiro, Gerardo Lissardy, señala que la relación bilateral con Bolivia es una de las más difíciles para Brasil en la región y el caso Pinto la ha complicado más.

La salida de Patriota sugiere que Rousseff considera grave lo que ocurrió, pero aún resta saber si Brasil calmará a las autoridades bolivianas, que han pedido explicaciones sobre lo ocurrido y dijeron que seguirán buscando el arresto de Pinto.

"Cómo un diplomático brasileño pudo actuar en este caso sin una autorización del más alto nivel de su gobierno y qué pasará con Pinto en el futuro son preguntas sin respuesta aún", indica Lissardy.