Corea del Norte voló literalmente por los aires la oficina de enlace con el Sur que tenía en Kaesong, la zona desmilitarizada entre ambos países.
Cumplió así con su advertencia días antes y se produjo horas después de que renovara sus amenazas sobre acciones militares en la frontera, lo que generó alarma alrededor del mundo.
La oficina tenía una importancia vital y simbólica, pues se creó como parte del aplaudido acercamiento entre las dos Coreas en 2018 y servía para que ambos países, técnicamente en guerra, se comunicaran.
En el momento de su destrucción la oficina estaba vacía a causa de la pandemia. Ya antes Pyongyang había cortado todas sus comunicaciones con el Sur.
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El acercamiento en la península coreana de hace dos años llevó también al histórico encuentro entre el presidente Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un en 2019.
La cita generó la esperanza de que Corea del Norte pudiera abandonar su programa nuclear yque eso llevara a un cambio en términos de sanciones, pero nada ocurrió después de esa y la siguiente cumbre, ampliamente publicitadas.
En estos últimos meses, se ha especulado con la situación económica y sanitaria por el coronavirus en Corea del Norte, que asegura que no tiene ningún caso de covid-19.
También surgieron rumores sobre la salud del líder norcoreano después de varias semanas sin ser visto públicamente y en torno a la posibilidad de que su hermana, Kim Yo-jong, tomara el control.
Pero, ¿por qué decidió el Norte dar este paso ahora y qué significa?
Propaganda
En un comunicado anunciando la "enorme explosión", la agencia oficial norcoreana KCNA vinculaba esta acción a la propaganda antinorcoreana lanzada a través de la frontera por disidentes del régimen a través de la frontera.
El derrumbamiento del edificio responde, según el medio, a la indignación popular sobre los panfletos contra el régimen y por la mentalidad de "la fuerza del pueblo para obligar a la escoria humana y quienes les han dado cobijo a pagar muy caros sus delitos", aseguró KCNA, en referencia a los disidentes.
La corresponsal de la BBC en Seúl, Laura Bicker, recuerda que Corea del Sur prometió frenar el lanzamiento de propaganda como parte de un acuerdo pactado entre el presidente surcoreano Moon Jae-in con Kim Jong-un.
A pesar de que Seúl ha intentado frenar a los activistas, argumentando que su actividad pone en peligro a los residentes que viven cerca de la frontera, los envíos han continuado.
No obstante, "es probable que esto solo esté siendo usado como una excusa", dice Bicker.
Los expertos en política coreana coinciden.
"Corea del Norte se siente traicionado por Trump", asegura Van Jackson, autor de On the Brink: Trump, Kim, and the Threat of Nuclear War.
El experto apunta a tres causas detrás de lo ocurrido:
- Uno, el sentimiento de "traición" del líder norcoreano respecto a las fallidas cumbres con Trump: "Kim acudió a esas cumbres con la expectativa de garantizar un alivio de las sanciones económicas pero no recibió nada".
- Dos, la economía norcoreana está bajo presión por la combinación de un menor comercio con China a causa del covid-19 y la escalada de la campaña de presión de EE.UU. a través de las sanciones, "lo que aumenta la necesidad de la mitigación" de esas medidas.
- Y tres, el rol de la hermana de Kim Jong-un, bajo el proceso de erigirse como una persona de autoridad: "Necesita mostrar fortaleza y competencia ante las élites y la vieja generación militarista en Corea del Norte".
De hecho, estas últimas amenazas se difundieron por boca de la hermana menor de Kim, Kim Yo-jong, que ha tomado un papel más destacado desde su nombramiento en los niveles más altos del Partido de los Trabajadores de Corea.
"El hecho de que la hermana menor de Kim Jong-un haya estado al frente de esta escalada de tensiones sugiere que esto puede responder al intento de pulir sus credenciales como alguien que puede ser dura con los enemigos" del país, subraya por su parte Andray Abrahamian, profesor de la Universidad George Mason de Corea del Sur.
Abrahamian advierte que "muchas de las decisiones hacia el exterior de Corea del Norte tienen que ver con la política interna", si bien considera que "nunca podemos estar seguros de lo que está ocurriendo".
El catedrático recuerda el papel predominante que jugó Kim Yo-jong en el acercamiento entre las dos Coreas desde el principio.
"Ahora el liderazgo puede mostrar a la audiencia local que ella es alguien a la que no se le puede tomar en broma, y el público extranjero también pueden captar ese mensaje".
"Y si Pyongyang de verdad ha dado por perdido que el líder surcoreano rompa con Estados Unidos para llevar a cabo proyectos de cooperación intercoreana, entonces probablemente piensan que tienen poco que perder".
El tablero geopolítico
Según recordaba la corresponsal de la BBC en Seúl, Pyongyang también está molesto con que Seúl no desafíe la insistencia de Washington en mantener las sanciones económicas y que no esté impulsando los proyectos intercoreanos que hubieran podido romper tanto las sanciones de la ONU como las de EE.UU.
Ante esta última amenaza y la explosión de la oficina de comunicaciones, Corea del Sur dijo en un comunicado que respondería "con firmeza"si el Norte "continúa empeorando la situación".
La destrucción de la oficina, manifestó, “abandona las esperanzas de todos los que deseaban que las relaciones intercoreanas evolucionaran en un acuerdo de paz en la península”.
Lo cierto es que la voladura de la oficina, subraya Ankit Panda, autor de Kim Jong Un and the Bomb: Survival and Deterrence in North Korea, evidencia que el progreso conseguido en 2018 "se deshilacha rápidamente".
"Que ocurra [este incidente] tan pronto después del vigésimo aniversario de la primera cumbre intercoreana de la historia es sin duda un recordatorio de cómo la cooperación entre ambos países salió mal en el pasado".
Pyongyang puede querer provocar una crisis para precisamente impulsar proyectos con Corea del Sur, considera Panda, y augura nuevas acciones con ese fin.
"Es posible que en los próximos días veamos otros pasos de los norcoreanos, que podrían ir desde ejercicios militares provocadores, disparos de proyectiles de artillería real hacia territorio surcoreano o medidas para revertir los logros" del acuerdo militar de 2018.
En cualquier caso, apunta Laura Bicker, la corresponsal de la BBC en Seúl, lo ocurrido es un fuerte revés para el gobierno del presidente Moon Jae-in, que había apostado enormemente por la mejora de las relaciones con el Norte.
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