¿Realmente las mujeres hablan más que los hombres?

Al menos esa es la afirmación de una serie de libros de autoayuda y de ciencia popular. Citada por expertos aparentemente autorizados y ampliamente divulgada, es una declaración que refuerza el estereotipo de que sexo débil se pasa sus días chismoseando, mientras que los estoicos hombres están haciendo lo que sea necesario, sin rechistar. Pero, ¿qué tan cierta es esta impresión? La locuacidad puede medirse de varias maneras. Se puede llevar a la gente a un laboratorio, darle un tema de discusión y grabar las conversaciones. O se puede intentar que graben sus conversaciones cotidianas en el hogar. Se puede contar el número total de palabras habladas, el tiempo que la persona pasa hablando, el número de veces que un individuo participa en una conversación o el promedio de palabras pronunciadas en cada turno.
Mientras las mujeres charlan, los hombres hacen: mito.
Cuando somos grandes
Cuando Campbell Leaper, el psicólogo de la Universidad de California que encontró la pequeña diferencia en los niños pequeños, Santa Cruz, llevó a cabo un metaanálisis sobre el tema, descubrió que eran los hombres los que más hablaban (2).¡Sorpresa! Ellos hablan más.
Afuera del laboratorio
Las conversaciones de la vida real han sido tradicionalmente las más difíciles de estudiar debido a la necesidad de que los participantes registren todas sus conversaciones.En todas partes, los hombres parecen hablar un poco más.
Más parecidos de lo que se piensa
La diferencia es casi insignificante, como en el caso de otros mitos.
"A pesar de todas las pruebas de lo contrario, parece que estamos aferrados a la idea de que las mujeres hablan más"
De dónde viene el mito
Entonces, ¿de dónde viene la idea de que los hombres pronuncian 7.000 palabras al día frente a las 20.000 de las mujeres? La afirmación apareció en la cubierta de la pasta del libro "El cerebro femenino", escrito en 2006 por Louann Brizendine, neuropsiquiatra de la Universidad de California en San Francisco, y ha sido ampliamente citada. Cuando Mark Lieberman, profesor de lingüística en la Universidad de Pennsylvania, cuestionó el uso de esas cifras, que parecían estar vagamente basadas en unos números aparecidos en un libro de autoayuda, Brizendine estuvo de acuerdo con él y se comprometió a eliminarlas de futuras ediciones. Lieberman trató de rastrear el origen de los datos estadísticos (7), pero tuvo poca suerte: sólo encontró una afirmación similar en un folleto de orientación matrimonial de 1993, que está lejos de ser el estándar de oro de la evidencia científica.1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. SALTODELINEADescargo de responsabilidadTodo el contenido de esta columna es para dar información general solamente, y no debe ser entendido como un sustituto del consejo médico de su doctor o cualquier otro profesional de la salud. La BBC no se hace responsable de ningún diagnóstico realizado por un usuario basándose en el contenido de este sitio. La BBC no se hace responsable por el contenido de sitios internet externos citados, ni respalda ningún producto comercial o de servicios mencionados o asesoramiento en cualquiera de los sitios. Siempre consulte a su médico de cabecera si usted está preocupado por su salud.Síguenos en Twitter @bbc_cienciaSALTODELINEA
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