Manifestantes participan de un acto a favor del gobierno de Dilma Rousseff y del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en BrasilImage copyright
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En medio de los escándalos que tienen al gobierno de Brasil en la cuerda floja, miles de brasileños manifestaron su apoyo a la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva.

Cuando a Claudia Lemos le mencionan las sospechas de corrupción que han surgido contra el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, las rechaza de un plumazo: "¡Mentiras!".

"Lula va a volver (a la Presidencia) en 2018 y quieren tirar todo eso encima de él para que no vuelva", sostiene esta empleada bancaria de 40 años.

Lemos cuenta que durante los gobiernos de Lula (2003-2010) y de su ahijada y sucesora, la actual presidenta Dilma Rousseff, logró salir de la miseria en la que nació en una favela de Río de Janeiro.

"Vivía en una casa con 10 personas, pero sólo dos trabajaban, no había qué comer", relata. "Comencé a trabajar a los 13 años de edad, de limpiadora: era el único trabajo que podía hacer".

Como muchos brasileños que se beneficiaron de los programas sociales y el boom económico de la década pasada, Lemos pudo mudarse a una casa mejor, "en un barrio bueno".

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Claudia Lemos dice que con los gobiernos de Lula y Rousseff logró salir de la miseria. Y ahora teme volver atrás.

Estudió administración y obtuvo un mejor empleo, pero ahora teme que el gobierno de Rousseff caiga y ella vuelva a la situación económica anterior, junto con su esposo y un hijo.

Por eso, este viernes salió como miles de brasileños a las calles de ciudades de todos los estados del país manifestar su apoyo a Lula y Rousseff, y sujetó una pancarta que leía: "El golpe es contra ti".

"Golpe" es la palabra que repiten una y otra vez los simpatizantes del gobierno izquierdista del Partido de los Trabajadores (PT) para aludir a las investigaciones de corrupción y los reclamos de destituir a Rousseff.

Pero, ¿golpe de quién?

"No probó nada"

El propio Lula participó este viernes del mayor acto a favor del gobierno, que ocupó varias cuadras de la principal avenida de Sao Paulo, donde al igual que en otras ciudades corearon "no va a haber golpe".

Frente a la multitud convocada por grupos políticos, sindicatos y movimientos sociales, el expresidente acusó a la oposición en general de estorbar al gobierno de Rousseff.

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La decisión de Rousseff de designar ministro a Lula ha sido suspendida por la justicia.

"No aceptaron el resultado de las urnas", dijo y sostuvo que esta semana aceptó ser ministro del gobierno de Rousseff "para ayudar" a la presidenta.

Rousseff enfrenta un pedido de destitución que avanza en el Congreso y acusaciones de que incorporó a Lula a su gabinete para darle un fuero judicial especial que lo proteja de un eventual arresto. por el caso de corrupción en el que es investigado.

Pero este viernes un magistrado del Tribunal Supremo Federal (STF, por sus siglas en portugués) suspendió la designación de Lula como jefe de gabinete y dejó que las investigaciones sobre el expresidente sigan en la órbita del juez Sérgio Moro, que conduce la causa de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.

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Lula da Silva habló este viernes ante miles de sus partidarios en Sao Paulo.

Moro se ha vuelto un blanco frecuente de acusaciones de golpismo por parte de defensores del gobierno, después que este mes obligara a Lula a declarar bajo custodia policial y el miércoles permitiera la divulgación de escuchas telefónicas al expresidente.

La grabación de una conversación entre Dilma Rousseff y Lula da Silva que agrava la crisis política en Brasil

Los investigadores dicen tener varios indicios de que Lula recibió favores ocultos de empresas constructoras involucradas en el escándalo de Petrobras, algo que el expresidente niega.

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Un manifestante pro-gobierno viste una camiseta que acusa de "golpista" al juez Sérgio Moro, que conduce la causa donde Lula ha sido investigado.

"Moro no probó nada contra Lula todavía", sostiene Dilceia Quintela, una jubilada de 66 años que asistió al acto en Río. "Que publique eso (las escuchas) en la red Globo es un crimen".

Josiel Morais, un profesor de historia de 51 años, afirma que hay medios de comunicación "golpistas" operando en Brasil.

"Intentan dar un golpe para regresarnos al estado de la Revolución Industrial, volver al estado de la esclavitud", sostiene.

En cambio, Joao Batista Lemos, que tiene 63 años y fue obrero metalúrgico al igual que Lula, acusa a Washington.

"Siempre que Brasil presenta algún proyecto de desarrollo soberano, Estados Unidos, el imperio, intenta interrumpirlo con fuerzas conservadoras reaccionarias internas", afirma.

"Unico bastión"

Un argumento frecuente de los defensores de Lula y Rousseff es que la corrupción está enquistada en todo el sistema político brasileño, pero se investiga más en la izquierda.

"No voy a decir que todos los de izquierda que están en el poder son inocentes", señala Clarissa Semensato, una investigadora cultural de 30 años que asistió al acto pro-gubernamental en Río.

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João Batista Lemos, un exobrero metalúrgico como Lula, cree que en Brasil hay un intento de golpe con Estados Unidos detrás.

"Lo que no quiero es que personas corruptas de derecha usen un discurso anticorrupción para atacar a la izquierda", agrega.

Muchos defensores del gobierno también sostienen que lo que hay detrás de la crisis política brasileña es una lucha de pobres contra ricos.

"Los que quieren dar un golpe son la gente de derecha, los ricos", sostiene Willian Couto da Silva, un funcionario público de 19 años que portaba un cartel con la imagen de Lula.

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Los defensores de Lula admiten que tienen el viento en contra en estos días.

Cuando le preguntan si cree que el expresidente ha cometido algún error, responde: "Mi única crítica es que dejó que le pegaran mucho tiempo; tenía que haberlos enfrentado antes".

Las manifestaciones de este viernes fueron las mayores a favor del gobierno desde el año pasado, pero notoriamente menores que las protestas a favor de la destitución presidencial del pasado domingo.

Y los defensores de Lula y Rousseff admiten que tienen el viento en contra.

"Hoy está difícil para nosotros", dice Claudia Maria Eduardo Marques, una desempleada de 56 años. "Pero no es imposible".

Nicolas Muntaabski, un músico argentino de 35 años que vive en Río y participó del acto, cree que una caída del gobierno PT sería un golpe demasiado duro para toda la izquierda latinoamericana.

"Brasil es el único único bastión que queda", reflexiona Muntaabski. "De los grandes estrategas del proyecto de la 'Patria Grande', los otros dos están muertos: Néstor Kirchner y Hugo Chávez".