Jeff Sessions jurando como fiscal general.Derechos de autor de la imagen
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Jeff Sessions se reunió en dos ocasiones con el embajador ruso Sergey Kislyak, pero ante el Senado dijo no haber tenido "contacto con los rusos".

Primero fueron las acusaciones de presunto racismo en su contra y después sus duras posturas contra la inmigración.

Jeff Sessions, el flamante fiscal general estadounidense nombrado por Donald Trump, ahora está en el ojo de la tormenta por las dos conversaciones que sostuvo con el embajador ruso en Washington D.C., Sergey Kislyak.

Las charlas, ocurridas durante la campaña presidencial del año pasado, fueron reveladas por el diario The Washington Post, y después confirmadas este miércoles por el Departamento de Justicia de EE.UU. dirigido por el propio Sessions.

De acuerdo con la información, el fiscal general se reunió en dos ocasiones con el funcionario ruso, en julio y septiembre.

El primer encuentro se produjo en el marco de un encuentro en el que participaban varios embajadores.

En el segundo contacto se vio con el diplomático ruso en su condición de miembro del comité de Servicios Armados del Senado.

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Con carteles que dicen "mentiroso" y "renuncia", un grupo de manifestantes exigen la partida de Jeff Sessions frente al Departamento de Justicia en Washington D.C.

Reacciones a los contactos con la diplomacia rusa

Los dos encuentros le valieron al fiscal general numerosos reclamos de renuncia y pedidos para que se recuse de intervenir en la investigación sobre el caso.

Algunos de los más prominentes congresistas republicanos se sumaron al reclamo.

"El fiscal general Sessions debería recusarse a sí mismo para garantizar la confianza en la investigación del Departamento de Justicia", afirmó la senadora republicana Susan Collins.

Similar postura expresaron los congresistas republicanos Rob Portman, amigo personal de Sessions, Darrell Issa y Jason Chaffetz, entre otros.

Por su parte, la senadora demócrata Elizabeth Warren, conocida detractora de Sessions en el Congreso estadounidense, afirmó que los encuentros con el embajador ruso son un motivo para removerlo del cargo.

"Esta no es una noticia falsa. Es una muy real y seria amenaza a la seguridad interna de Estados Unidos", manifestó Warren.

Sin embargo, este jueves, el presidente Donald Trump manifestó su "total confianza" en el hombre que eligió para dirigir el Departamento de Justicia.

La Casa Blanca señaló que supo de las conversaciones de Sessions con Kislyak por los reportes de prensa al respecto.

Sessions, por su parte, rechazó haber conversado temas de campaña con el diplomático ruso.

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Sessions fue uno de los primeros senadores republicanos en apoyar a Trump.

Difícil nombramiento y duras posturas

Sessions no habló de los encuentros cuando fue interrogado por el Senado antes de su confirmación como fiscal general, pese a que en una audiencia le preguntaron sobre lo que haría si supiera de alguna evidencia de que alguien de la campaña de Trump se comunicó con el gobierno de Rusia durante la campaña.

"No tengo conocimiento de ninguna de esas actividades", dijo Sessions a principios de febrero en el Congreso, quien aseguró no haber tenido "contacto con los rusos".

El Senado lo confirmó aquella vez por 52 votos contra 47, tras un polémico debate marcado por la censura a la senadora demócrata Elizabeth Warren.

Sessions es un entusiasta defensor de construir el famoso muro en la frontera con México.

También se ha mostrado crítico con los programas para otorgar visados a trabajadores extranjeros destacados en el ámbito de la ciencia, las matemáticas y la alta tecnología.

"La inmigración legal es la principal fuente de inmigrantes de bajos salarios a Estados Unidos. En otras palabras, como una cuestión de política federal, millones de trabajadores extranjeros de bajo salario son puestos legalmente a disposición para sustituir a los estadounidenses con salarios más altos", escribió en un artículo publicado sobre el tema de The Washington Post en abril de 2015.

"Lo que necesitamos es contención en la inmigración: aminorar el ritmo de los nuevos ingresos para que los salarios puedan subir, poder reducir el número de personas que reciben asistencia social y las fuerzas de la asimilación nos unirán más entre nosotros", agregó.

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Continúan las acusaciones de vínculos entre miembros del gobierno de Trump y el de Putin.

Desde que llegó al Senado en 1997, ha rechazado las iniciativas que han incluido alguna posibilidad de crear un camino hacia la regularización de los inmigrantes que entraron o permanecieron en Estados Unidos sin permiso legal para ello.

No en vano, la revista conservadora National Review lo catalogó como "el peor enemigo de la amnistía" para los inmigrantes.

Durante la campaña electoral, Sessions defendió a Trump cuando propuso prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos y, tras ello, se opuso a una resolución en el Senado que declaraba que no se debía impedir la entrada al país a ninguna persona por motivo de su religión.

Su temprano respaldo a Trump, otorgado en febrero en plena campaña de primarias, lo convirtió en uno de los asesores más próximos al nuevo presidente, especialmente en temas de inmigración y de seguridad nacional.

El fantasma del racismo

Si Barack Obama nombró a Eric Holder, el primer afroestadounidense en el cargo de fiscal general, la elección de Trump es alguien que desde hace unos 30 años, las acusaciones de racismo han perseguido a Sessions.

En 1986, siendo fiscal en el estado de Alabama, un comité del Senado rechazó su nombramiento como juez federal después de que sus excolegas lo acusaran de racismo y afirmaran que hacía bromas diciendo que el Ku Klux Klan le había parecido bien "hasta que descubrió que fumaban marihuana".

"No soy racista. No soy insensible ante los negros", intentó defenderse Sessions ante el comité del Senado, recalcando que lo del Ku Klux Klan no era más que una broma.

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En el Senado, Sessions fue un duro opositor de las propuestas del gobierno de Barack Obama.

"El racismo es completamente inaceptable en Estados Unidos. Todo el mundo necesita ser tratado con justicia y objetividad", dijo Sessions en julio pasado a The Washington Post.

Conservador duro

Las posiciones polémicas de Sessions van más allá del tema migratorio o de su supuesto racismo.

No conforme con oponerse al cierre del penal de Guantánamo en Cuba, el senador republicano votó en contra de una legislación que buscaba prohibir "el trato cruel, inhumano o degradante" de los prisioneros.

También es un escéptico ante el tema del cambio climático y un adversario declarado del matrimonio homosexual.

Una vez confirmado como fiscal general, Sessions estará en una posición que le permitirá influir sobre la situación de los derechos y las libertades civiles, así como sobre la inmigración en Estados Unidos.

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Sessions es un defensor de la propuesta de Trump de construir un muro a lo largo de la frontera con México.

Pese a ello, Sessions ha sido capaz en el pasado de cruzar la frontera partidista en el Senado y ha llegado a apoyar a los demócratas en temas como una propuesta para limitar de forma estricta los gastos federales no relacionados con la defensa.

También es conocido por ser un hombre amable y, al parecer, es muy popular en su natal Alabama donde ganó sus consecutivas reelecciones en el Senado con, al menos, 59% de apoyo.

Poco consuelo para quienes vieron con buenos ojos las políticas impulsadas durante el gobierno del presidente Barack Obama en temas de derechos y libertades civiles, y que ahora temen que su aplicación con Sessions en la Fiscalía pueda sufrir retrocesos.

*Este artículo se publicó el 9 de febrero y fue actualizado después de que se supo de las conversaciones de Jeff Sessions con el embajador de Rusia en Estados Unidos.