Cola interminable de chinos para entrar a la Montaña Amarilla.Image copyright
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Colas interminables de residentes de Hangzhou en la Montaña Amarilla.

Cuando la gente más poderosa del mundo llega en masa a tu ciudad hay probabilidades de que se altere la rutina diaria de los habitantes.

Pero las cosas llegaron demasiado lejos en China, cuando fue el país anfitrión de la cumbre de naciones del G20, el 4 y 5 de septiembre.

La mayoría de los nueve millones de residentes de Hangzhou, la sede del evento, fueron "activamente alentados" a irse de la ciudad, a medida que se incrementaban las disposiciones de seguridad.

Se cerraron las fábricas para que los líderes mundiales respiraran aire menos contaminado.

El tránsito de autos quedó permitido solo para algunas personas y los pobladores recibieron una semana pagada de trabajo para empujarlos "gentilmente" a que se fueran.

El resultado, como la BBC y otros medios informaron, fue que Hangzhou, ubicada en el este de China, quedó convertido en un lugar fantasma.

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Así lució Hangzhou durante el G20: como una ciudad fantasma.

¿A dónde se fue toda la gente?

Todos a las montañas

Si las extraordinarias imágenes que circularon en redes sociales son de fiar, los ciudadanos parecieron haber aprovechado al máximo los cupones de turismo que les ofreció el gobierno chino.

Según reportes, se repartieron vales por una suma total de US$1,5 mil millones para visitar atracciones del país.

Uno de los lugares que experimentó un gran flujo de residentes de Hangzhou fue la Montaña Amarilla, ubicada a unos 200 kilómetros al oeste de la sede del G20.

Fotos difundidas en redes sociales muestras colas interminables en la entrada del teleférico que lleva a los picos y grandes multitudes en las calles cercanas.

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Los hoteles de las Montañas Amarillas no alcanzaron para alojar a toda la gente que llegó.

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Algunos usuarios de las redes se preocuparon por la falta de medidas de seguridad para recibir a una multitud inesperada.

Las autoridades de la Montaña Amarilla dijeron que en los primeros cinco días de septiembre recibieron 193.233 visitantes, de los que 157.688 eran de Hangzhou.

Una residente de esta ciudad, Gao Jinmei, que condujo tres horas a la Montaña Amarilla, le dijo a la BBC que se abrió una entrada exclusiva para los miles que llegaron con ella.

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Los administradores de la Montaña Amarilla tuvieron que destinar una entrada especial para los habitantes de Hangzhou.

Todos esos turistas necesitaban un lugar donde hospedarse. "Normalmente septiembre es una época tranquila en la Montaña Amarilla, pero a causa del G20, los hoteles recibieron la misma cantidad de viajeros que en temporadas altas", dijo Gao.

Contó que era imposible conseguir una habitación en un hospedaje en la cima de las montañas si no se había reservado con anticipación. Mucha gente se quedó en campamentos, compartieron dormitorios u ocuparon camas en los pasillos de los alojamientos.

Los usuarios de la red social china Weibo tuvieron mucho que decir. Uno de ellos escribió que la provincia de Anhui, donde se ubica la Montaña Amarilla, lucía distinta a causa de las multitudes: "¡Es como si el G20 fuera en las montañas! Las calles están llenas de autos de Hangzhou".

Otro usuario, llamado Leonardore, comentó que Anhui había hecho un "gran sacrificio por el G20″ al alojar a los visitantes de Hangzhou.

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Los puentes en la Montaña también se saturaron de gente.

"Nunca pensé que los de Hangzhou pudieran alquilar toda la Montaña Amarilla. ¡Es increíble!", dijo sarcásticamente un usuario identificado como Zhenshuiwuxiang en la aplicación de mensajería WeChat.

Otra persona opinó que el dinero gastado en los cupones pudo haberse invertido mejor: "No son los residentes de Hangzhou los que están locos, sino el gobierno, que no se encarga de las autopistas que hay por reparar".

Paz y tranquilidad

Algunos temieron que la muchedumbre resultara peligrosa. Yimo opinó: "ver paisajes es bonito, pero la seguridad es más importante".

Youyou escribió: "Pongan más atención a la seguridad. No dejen que ocurra una tragedia debido a una estampida".

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Algunos visitantes acamparon en las montañas, a falta de espacio en los hospedajes.

Mientras tanto en Hangzhou, los ciudadanos que se ofrecieron a trabajar en el G20 tuvieron la oportunidad de disfrutar de paz y tranquilidad.

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El Lago Oeste de Hangzhou sin la usual masa de visitantes.

Un voluntario le dijo a la BBC que las calles vacías propiciaron un cambio refrescante. "No había muchos autos en las pistas, las tiendas estaban cerradas y los supermercados ofrecieron descuentos competitivos para atraer a las pocas personas que quedaron. El famoso Lago Oeste suele estar atestado de gente, pero durante el G20 se podía disfrutar de verdad".