Estados Unidos discute en estos días un problema que América Latina conoce desde hace tiempo, para bien o para mal: cómo evitar el conflicto de interés cuando un magnate llega a la presidencia.
La cuestión cobró fuerza esta semana, cuando el presidente electo estadounidense Donald Trump presentó un plan para que sus funciones como gobernante no se enfrenten a los intereses de su vasto imperio empresarial.
Trump posee dentro de EE.UU. y alrededor del mundo cientos de inversiones en bienes raíces, marcas y empresas de distinto tipo, que podrían sacar rédito de lo que haga —o deje de hacer— desde la Casa Blanca.
El presidente electo anunció el miércoles que pondrá esos negocios en un fideicomiso bajo control de sus dos hijos mayores, pero evitará vender los bienes y de hecho mantendría intereses en la Organización Trump.
Esta actitud es criticada por expertos en ética, que advierten que en la historia moderna de EE.UU. nunca llegó a la presidencia un magnate con la cantidad de negocios que posee Trump y la falta de información que hay sobre su fortuna.
"Algunas de las cosas que nos preocupan son cosas que vimos ocurrir en otros países. Y ellos aprendieron", dice a BBC Mundo Larry Noble, consejero general del Centro Legal de Campaña, un grupo sin fines de lucro con sede en Washington.
Entonces, ¿cómo respondieron al conflicto de interés los multimillonarios que recientemente se volvieron presidentes en América Latina?
¿Y qué los diferencia de Trump? Estados Unidos discute en estos días un problema que América Latina conoce desde hace tiempo, para bien o para mal: cómo evitar el conflicto de interés cuando un magnate llega a la presidencia.
"Comprarse al país"
Los hombres de negocios multimillonarios que un día saltan a la política para alcanzar la cima del poder están lejos de ser una novedad en Latinoamérica.
El argentino Mauricio Macri, el paraguayo Horacio Cartes y el panameño Juan Carlos Varela son tres de los empresarios ricos que actualmente ejercen la presidencia de sus países.
Si se añaden los que terminaron sus mandatos recientemente, la lista incluye al chileno Sebastián Piñera, al mexicano Vicente Fox o al panameño Ricardo Martinelli.
Todos ellos se ubican en el centro-derecha del espectro político. Hicieron de su éxito empresarial una carta de presentación electoral. Y se beneficiaron del descontento de muchos con la política tradicional, como Trump hizo en EE.UU.
"La critica a estos empresarios es que además quieren comprarse al país: una parte del país los admira por eso, y otra parte desconfía de ellos", le dijo hace unos meses a BBC Mundo el historiador chileno Joaquín Fermandois.
"Ni siquiera está cerca"
Cuando anunció su candidatura presidencial, Macri declaró bienes por un valor de US$5,5 millones, que incluían participaciones en varias sociedades, depósitos en Estados Unidos y Suiza, un campo y dos propiedades.
Antes de dedicarse a la política y presidir el club de fútbol Boca Juniors, el mandatario ocupó puestos ejecutivos en compañías del poderoso grupo automotriz y de construcción creado por su padre Franco Macri.
Y meses después de llegar a la presidencia argentina en diciembre de 2015, Macri otorgó la administración de sus acciones en diversas empresas e intereses inmobiliarios a un fideicomiso ciego hasta seis meses después que finalice su mandato.
Algo similar hizo Piñera con una parte de sus inversiones antes de llegar la presidencia de Chile en 2010, cuando según la revista Forbes tenía una fortuna de US$2.200 millones producto de diversos negocios y compañías de su propiedad.
(…) a veces la forma en que enriqueces al líder de un país es enriqueciendo a su familia
Larry Noble, consejero general del Centro Legal de Campaña
La idea detrás de esos fideicomisos ciegos voluntarios parecía clara: al no poder comunicarse con quienes los manejan ni obtener información sobre los bienes otorgados, el presidente evita posibles conflictos de interés durante su mandato.
Esto plantea una diferencia con lo que anunció Trump, ya que al no ser ciego, su fideicomiso carece de esas restricciones.
"Esto no es un fideicomiso ciego —ni siquiera está cerca", dijo sobre el plan de Trump el director de la Oficina de Etica del Gobierno de EE.UU., Walter Shaub.
"Lo único que tiene en común con un fideicomiso ciego es la etiqueta 'fideicomiso'", comparó.
¿La mejor opción?
Pese a las precauciones que anunciaron, Macri y Piñera también se vieron enfrentados a polémicas relacionadas a sus fortunas.
En el caso de Macri, la divulgación de los "papeles de Panamá" lo vinculó el año pasado a empresas en Bahamas que no había incluido en su declaración de bienes antes de asumir la presidencia, por las cuales su padre se declaró responsable ante la justicia.
Además, medios de información argentinos precisaron que en el fideicomiso ciego de Macri fue incluida menos de la mitad de la fortuna del presidente.
En Chile, esta semana surgieron dudas sobre cuán "ciego" era el fideicomiso de Piñera, ya que el superintendente de Valores y Seguros indicó que el presidente sí podía en teoría acceder a información sobre sus operaciones.
Carlos Pavez realizó esta aclaración en una comisión de diputados que investiga una compra de acciones a una pesquera peruana cuando Piñera era presidente y Chile mantenía una disputa marítima con Perú.
Los expertos creen que los fideicomisos ciegos son mejores que el fideicomiso simple anunciado por Trump, pero también presentan sus inconvenientes.
"El problema de los fideicomisos ciegos en estas situaciones en que pones las empresas en ellos —especialmente para Trump donde su nombre está en todos los negocios— es que la gente aun sabe cuando hace un negocio con quién está tratando y quién se beneficia de eso", indicó Noble.
La abogada de la Organización Trump, Sheri Dillon, también argumentó en la conferencia del miércoles que los fideicomisos ciegos tienen flancos débiles.
"El presidente Trump no puede desconocer que es dueño de la Torre Trump", sostuvo.
A juicio de varios expertos, la mejor opción para el presidente electo sería liquidar todos sus activos y entonces sí depositar el dinero en un fideicomiso ciego, ajeno a su control.
Riqueza e información
El hecho de que en América Latina suela faltar información pública clara sobre los bienes de los presidentes tampoco contribuye a evitar los conflictos de interés.
Al asumir la presidencia de Panamá en 2014, Varela realizó una declaración jurada de bienes que había prometido en su campaña electoral, revelando que poseía unos US$25 millones en acciones de diversas empresas, además de cuentas bancarias y bienes inmuebles.
Varela presentó esto como algo atípico para un presidente de su país, desafiando a que hiciera lo mismo su antecesor Martinelli, que también es socio y directivo de varias de compañías.
Trump ha sido distinto a sus antecesores en el sentido inverso: se ha negado a revelar su declaración de impuestos, que ofrecería una idea de cuántas ganancias obtiene de sus empresas.
El magnate se limitó a llenar un formulario del gobierno federal indicando que su fortuna es de al menos US$1.500 millones, pero Noble advirtió que la información es demasiado limitada.
"Su solución ha sido poner los negocios bajo control de sus hijos", dijo el experto.
"Y nosotros indicamos que en otros países eso ha sido un problema, que a veces la forma en que enriqueces al líder de un país es enriqueciendo a su familia".