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Los cultivos ilegales han alimentado el conflicto armado.

Por primera vez en décadas, los colombianos vislumbran un futuro en paz. Algunos se preguntan si es posible imaginarlo también sin narcotráfico.

Guerrilla y droga han sido los dos grandes retos de seguridad para la sociedad colombiana en el último medio siglo, tiempo en el cual Colombia se convirtió en un jugador mundial clave en la exportación de cocaína.

Nadie espera que el recién firmado acuerdo de paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) termine con el narcotráfico.

Pero, ¿puede resultar fortaleciéndolo?

Este es el escenario más pesimista planteado por varios analistas, que aseguran que la sangrienta historia de Colombia con el tráfico internacional de drogas está llegando a un punto de inflexión por cuenta de la nueva realidad del postconflicto con las FARC. Y que el resultado de ese postconflicto puede determinar, para bien o para mal, lo que pasará con el narcotráfico en ese país.

Oportunidad dorada

"Colombia tiene una oportunidad dorada para reducir sustancialmente los cultivos de coca en este año y el año entrante", le dice a BBC Mundo Bo Mathiasen, representante en Colombia de UNODC, la oficina de Naciones Unidas para el narcotráfico y el crimen.

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Colombia ha firmado un acuerdo de paz con las FARC pero algunos temen que la violencia siga.

"Es una ventana de oportunidad para que el gobierno junto con las FARC lleguen a acuerdos con los cultivadores de coca para que se muevan a otras actividades", dice el funcionario.

Pero la historia reciente no es demasiado alentadora en ese sentido.

"En los últimos tres años hemos visto un sustancial aumento en el cultivo de coca en Colombia", reconoce el funcionario.

Durante el tiempo que se condujo la negociación entre las FARC y el gobierno en Bogotá, Colombia empezó a albergar muchas más zonas de cultivos ilícitos.

Alentados a producir

Las razones son múltiples. El gobierno del presidente Juan Manuel Santos dejó de hacer énfasis en la controversial erradicación de los cultivos ilícitos con fumigación aérea. Y el papel de la misma insurgencia es objeto de polémica.

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La coca va en aumento en Colombia

"Nos han dicho muchos de nuestros monitores en el campo que los campesinos fueron alentados a que cultivaran más, porque les dijeron que los acuerdos de La Habana (con las FARC) traerían más beneficios a los que cultivaban coca", asegura Mathiasen.

El funcionario dice que quienes alentaron a los campesinos a sembrar más coca fueron no solo las FARC "sino también otros grupos armados ilegales".

Para el representante de Naciones Unidas, los campesinos y narcotraficantes sintieron que disminuía el riesgo de su actividad a medida que el gobierno se comprometía a reducir el énfasis en la erradicación forzosa de los cultivos ilícitos.

"Colombia hoy está produciendo tal vez más cocaína que nunca antes", señala a BBC Mundo Jeremy McDermott, jefe de la consultora internacional de seguridad Insight Crime, que tiene oficinas en Colombia y Estados Unidos.

Las cifras exactas de los cultivos ilícitos son objeto de disputa. En declaraciones a los medios colombianos, Eduardo Díaz, director de la Agencia para la Sustitución de Cultivos Ilícitos dice que la cifra oficial es de 96.000 hectáreas cultivadas en Colombia. Una cifra que es el doble de lo que existía dos años antes, según estimaciones obtenidas de un sistema de información de Naciones Unidas.

Pero el mismo Díaz reconoce que el gobierno estadounidense, con una metodología distinta, da cuenta de 150.000 hectáreas.

Muchos temen lo que pueda pasar firmada la paz con las FARC cuando esa guerrilla se repliegue de sus zonas de influencia, que en muchos casos coinciden con las regiones productoras de coca.

"Hay que ver cual es el papel de las FARC en el mundo del narcotráfico. Ellos históricamente han regulado y protegido la industria y tenían un monopolio sobre la base de coca (a partir de la cual se fabrica la cocaína). Ellos han admitido su sistema de gramaje, el sistema de impuestos sobre la compraventa de la base de coca", alega McDermott.

"Entonces la pregunta es, en las zonas de influencia de las FARC, quien va a asumir el papel regulatorio, de establecer el precio de la coca y proteger esta industria. Es muy temprano todavía. Vamos a ver en los próximos 6 meses o un año quien va asumir este papel en términos de narcotráfico, quién va asumir el control territorial que las FARC han tenido", insiste McDermott.

Oferta institucional

Algo similar advierte Mathiasen, de Naciones Unidas.

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El proceso de paz con las FARC debe culminar en 2017 con el desarme total.

"El proceso de paz ha creado nuevas dinámicas. Pueden ser riesgos u oportunidades, dependiendo de lo que ocurra. En las zonas donde las FARC tenían control territorial y había cultivos ilícitos, la retirada de la guerrilla le entrega al Estado oportunidades de implementar una oferta institucional de seguridad, educación, salud, hay oportunidades para interactuar con los campesinos y empezar programas de sustitución, para reducir el cultivo de coca".

"Al mismo tiempo existe el riesgo que otros contendores de las FARC quisieran quedarse con el negocio, que es lucrativo. Grupos post paramilitares, grupos de crimen organizado podrían moverse a esas áreas e intentar coparlas. Si eso ocurre, el cultivo de coca en el corto plazo seguirá", advierte.

Y está el problema de las disidencias de la guerrilla, grupos de la insurgencia que se han apartado del mando central y probablemente continuarán en el negocio del narcotráfico, como lo señala McDermott, quien estima que algunos exmiembros rebeldes formarán bandas criminales en antiguas zonas de control guerrillero.

Angélica Durán-Martínez, académica colombiana en la Universidad de Massachussetts en Estados Unidos, insiste que el grueso de la guerrilla se apartará del negocio.

"Las FARC se metieron en el narcotráfico por el conflicto, siguen siendo una organización política. Si la reincorporación (a la vida pública) de las FARC funciona, yo creo que es muy posible que se salgan del negocio. El problema de disidencias no es enorme, pero hay un par de disidencias fuertes en zonas de influencia del narcotráfico", le dice a BBC Mundo.

Cambio de modelo

En el meollo del futuro del narcotráfico en el postconflicto colombiano, está el hecho que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos se comprometió en los acuerdos de paz con las FARC a combatir el narcotráfico con un énfasis distinto a las medidas represivas que se usaron, con discutible éxito, en el pasado.

En cambio, apuestan por la sustitución. Es decir, programas que convenzan, con el apoyo activo de las FARC, a los campesinos de dedicarse a otros cultivos distintos a la coca.

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Guerrilla y gobierno se han aliado para fortalecer la sustitución de cultivos.

Pero es una alternativa con riesgos.

"Miren lo que pasó en la zona de Putumayo, que fue el núcleo de las actividades del (programa de ayuda estadounidense conocido como el) Plan Colombia en términos de erradicación y sustitución de cultivos. Hoy en día tiene otra vez muchos cultivos", le dice McDermott a BBC Mundo.

"Uno tiene que evaluar el éxito de la sustitución de cultivos de coca en los últimos 20 años y hasta ahora ha sido un fracaso total", argumenta.

Aliados

Pero esta vez, las FARC prometen ayudarle al gobierno en vez de sabotear su política antidrogas, y el gobierno mismo asegura que cumplirá con la inversión social que necesitan los programas de sustitución para tener éxito.

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En las zonas que abandonan las FARC hay incertidumbre.

"En el pasado se usó la política represiva: fumigar. Se usó la política de represión. Ahora lo que estamos planteando, y eso es lo novedoso del acuerdo de La Habana, es que es una política concertada para sustituir esos cultivos que el gobierno considera que son ilícitos, por otros que puedan ser comercializados", sostuvo Pablo Catatumbo, uno de los máximos dirigentes de las FARC, en entrevista concedida a Natalio Cosoy, corresponsal de BBC Mundo en Colombia.

"Pero todo eso tiene una problemática: eso requiere mercados, eso requiere carreteras terciarias, eso requiere garantizar semillas, eso requiere infinidad de cosas, que son las que pactamos en el acuerdo de La Habana. Creemos que el acuerdo sobre sustitución de cultivos ilícitos es sólido. Hemos planteado que el gobierno debe tener en cuenta a las comunidades, debe tener en cuenta a los gobiernos locales, debe tener en cuenta a las FARC para la implementación.

"Si esos tres requisitos se cumplen, creemos que es posible dar cumplimiento a ese (punto), que es uno de los mayores problemas que tenemos para alcanzar la paz", sostiene Pablo Catatumbo de las FARC.

"Es importante decir que el 27 de enero pasado se suscribió un compromiso entre el gobierno nacional y las FARC para la implementación del tema de sustitución", decía hace pocos días a los medios colombianos Eduardo Diaz, el director de la agencia de sustitución de cultivos ilícitos del gobierno colombiano.

"Donde hemos estado saliendo, hemos encontrando un compromiso cierto y real de las FARC en lo que toca a los acuerdos de sustitución con las comunidades", aseguró.

Falta ver si ese compromiso consigue ayudar a cambiar una dinámica de décadas que convirtió a Colombia en una superpotencia mundial del narcotráfico, con las consecuencias trágicas que ese país lleva años lamentando.