Vehículos militares de EE.UU. en Siria.

Getty Images
"Si quieren que nos quedemos (en Siria)", dice el presidente que dijo a los sauditas, "tal vez van a tener que pagar".

Estados Unidos no es un actor principal en los campos de batalla de Siria, pero su presencia sí es relevante.

Las fuerzas estadounidenses y sus aliados locales controlan un área grande y estratégicamente importante en la parte oriental del país en la que han derrotado en su mayoría, pero no del todo, al autodenominado Estado Islámico (EI).

La Casa Blanca ha dicho que sus militares cumplirán su misión de eliminar los remanentes de EI, pero que esto no debería tomarle mucho tiempo.

Eso es todo lo que el gobierno estadounidense ha dicho hasta ahora.

El presidente Donald Trump parece estar decidiendo la política de Siria sobre la marcha al declarar que Estados Unidos saldría "muy pronto" de ese país.

A pesar del éxito de la campaña contra EI, eliminarlo no ocurrirá tan rápido como le gustaría al mandatario.

Los militantes de EI han demostrado ser tenaces.

Un puesto militar de EE.UU. en el norte de Siria, en abril de 2018.

Getty Images
Las fuerzas estadounidenses y sus aliados locales controlan un área grande y estratégicamente importante en la parte oriental de Siria.

Los aliados locales clave de EE.UU., los kurdos, han abandonado la batalla contra el grupo extremista para ayudar a sus hermanos en Afrín, otra parte de Siria, que se encuentra bajo ataque de otro aliado de EE.UU., Turquía.

El contexto es complicado.

Vacío peligroso

Las operaciones terrestres de EE.UU. contra EI se suspendieron en marzo.

Pero incluso si alcanzara la "victoria", el Pentágono teme que un retiro completo de las tropas estadounidenses deje un vacío peligroso.

En efecto, cedería territorio controlado por EE.UU. al régimen del presidente sirio Bashar al Asad y a sus patrocinadores rusos.

Esto traicionaría a los aliados sirios de EE.UU. y neutralizaría los esfuerzos de este para influir en un orden de posguerra que tenga en cuenta los intereses de Washington y los de sus aliados regionales.

Interrumpiría la estrategia de EE.UU. de proporcionar servicios básicos a las personas que regresan a sus hogares en zonas devastadas por la guerra, con el fin de evitar un regreso del EI.

El Pentágono y el Departamento de Estado están estancados en la discusión de este punto.

Además, la salida de EE.UU. le permitiría a Irán expandir su ya considerable influencia en Siria y la región, y facilitaría los esfuerzos de Teherán para establecer una ruta de suministro terrestre a través de Irak y Siria a sus aliados en Beirut, Líbano, el poderoso movimiento Hezbolá.

Esto es motivo de gran preocupación para Israel, que teme una presencia militar iraní en sus fronteras, y para Arabia Saudita, el mayor rival regional de Irán.

El príncipe heredero saudita, Mohammed Bin Salman, ha llamado a la presencia de la tropa estadounidense en Siria el último bastión contra la expansión regional de Irán.

Israel se ha reservado su opinión hasta ahora, pero no se puede esperar que lo haga por mucho tiempo.

Mark Dubowitz, director ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las Democracias, le dijo al periódico The Wall Street Journal que "Trump no puede tener una estrategia seria para Irán si permite que Teherán gane en Siria".

Política transaccional

Trump puede tener buenas razones para querer salir de una desordenada guerra en Medio Oriente, aparte del hecho de que ya lo prometió.

Un presagio de esto es la convicción de Trump de que Estados Unidos no está recibiendo nada a cambio de los billones de dólares gastados en Afganistán.

"Si quieren que nos quedemos (en Siria)", dice el presidente que les dijo a los sauditas que "tal vez van a tener que pagar".

De hecho, esto parece encapsular el enfoque general de Trump ante la política exterior: transaccional y de corto plazo, centrada en lo que se puede lograr en el momento en lugar de en una estrategia integral para navegar por circunstancias complejas insertas en un arco de la historia.

Su ex secretario de Estado, Rex Tillerson, era bastante bueno para ver las cosas a largo plazo.

Unos meses antes de que el presidente lo despidiera, Tillerson explicó las razones por las que es necesario para la seguridad nacional de EE.UU. que los militares continúen comprometidos en Siria incluso después de una derrota del EI.

Pero Tillerson perdió la discusión. No está claro si los generales de Trump todavía pueden ganarla.