El venezolano Rougned Odor aseguró que no se trató de un simple capricho.
"Tengo pasión por los caballos", afirmó. "Amo los caballos. Es uno de mis pasatiempos, estar cerca de los caballos".
Esa pasión quedó en evidencia cuando el pelotero rubricó su firma en el nuevo contrato de renovación con los Rangers de Texas, acuerdo que le reportará unos US$50 millones para las próximas 6 temporadas… y dos caballos.
La importancia de los presencia de los dos animales en la oferta la explicó Jon Daniels, gerente general y presidente de operaciones de béisbol del equipo de las Grandes Ligas.
"Con esos números frente a él, puso una cara seria. Nada cambió. Entonces deslicé mi teléfono con una imagen de los caballos hacia él y dijo: 'Bueno, ¿me los puede enviar?'. Sus ojos se iluminaron y pensé: 'Bueno, tal vez tenemos la oportunidad"', explicó Daniels.
Odor tiene 23 años y es uno "de los mejores peloteros" en su posición "que hay en este deporte", justificó el dirigente al hablar sobre los detalles del nuevo acuerdo.
Pero por extraño que parezca, la cláusula de los caballos no ha sido la única excentricidad que ha dejado un contrato en el mundo de los deportes.
En BBC Mundo recopilamos otros cuatro de los casos más llamativos.
No al espacio
Cuando Stefan Schwarz estaba en plenas negociaciones con el club de fútbol inglés Sunderland en 1999 nunca pensó que al firmar el contrato iba a tener que dejar de lado uno de sus sueños de infancia.
Al jugador sueco le preguntaron durante las conversaciones cuál sería el sueño que quisiera hacer realidad en su vida y el futbolista, que por entonces militaba en el Valencia español, respondió con sinceridad que "reservaría un asiento en el primer vuelo comercial al espacio".
El Sunderland no se lo pensó dos veces y agregó una cláusula en el contrato en el que le prohibía hacerlo.
Cuestión de minutos
No son los mejores días del francés Arsene Wenger en el Arsenal, pero hace poco más de tres años también tuvo que atravesar un momento delicado al frente del banquillo del conjunto cañonero.
Tras perder el partido inaugural de la temporada 2013-2014 frente al Aston Villa, Wenger se tuvo que enfrentar a la información que publicó el diario Daily Mail sobre los detalles del contrato de unos de sus futbolista: Alex Oxlade-Chamberlain.
En el acuerdo entre el Arsenal y el Southampton por el entonces adolescente de 17 años, el conjunto de los Santos incluyó una cláusula en la que por cada partido que el futbolista jugara más de 20 minutos el club de Londres estaba obligado a pagar unos US$15.000.
Wenger, quien suele hacer sus cambios durante los partidos en el minuto 70, hacía entrar a Oxlade-Chamberlain unos minutos después, pero nunca contó con el tiempo añadido por los árbitros a los 90 minutos regulares de un encuentro.
La cuenta por el descuido fue superior a los US$600.000 durante los dos primeros años.
El triunfo del buldócer
Antes del sexto partido por el campeonato de la Liga Nacional de las Grandes Liga en 2005, el presidente de los Astros de Houston, Drayton McLane, hizo una promesa de la que nunca se ha arrepentido.
El propietario del conjunto texano entró a los vestuarios y le prometió a su lanzador, Roy Oswalt, que si ganaba el partido le daría el regalo con el que había soñado toda su vida, un buldócer.
Oswalt salió al montículo decidido a conseguir la victoria, dejó sin opciones a los Cardenales de San Luis y aseguró la primera presencia de los Astros en una Serie Mundial.
McLane cumplió su palabra y apareció con un Caterpillar D6N XL que, por requerimiento de las Grandes Ligas, tuvo que añadir al contrato del jugador: la bautizó como la clausula buldócer.
"Relación física" con una oveja
"Sí, es totalmente verdad", tuvo que reconocer Julian Jenkins, el entonces portavoz del club galés Cardiff, cuando fue cuestionado sobre las cláusulas estipuladas en el contrato del defensor Spencer Prior.
Fue tal el revuelo que causó el fichaje de Prior en 2001, proveniente del Manchester City, que hasta la policía de South Glamorgan se vio obligada a vigilar al jugador como informó en la época el periódico británico The Guardian.
¿La razón? Las cuatro cláusulas que había exigido el que fuera el presidente del Cardiff, el excéntrico millonario de origen libanés Samir Hamman, el mismo que estuvo al frente de famoso Wimbledon de los años 80, el mismo de los futbolistas de la "Pandilla Loca" (Crazy Gang, en inglés) que alcanzaron popularidad por sus métodos de intimidación y extrema rudeza.
Por contrato, Prior estaba obligado a tener "relaciones físicas" con una oveja, comer testículos de carnero fritos con limón y sal, comer seso de oveja con perejil limón y sal y el hígado de un cordero en su sangre.
Para tranquilidad de las autoridades, el supuesto contacto íntimo no fue más que una broma del club con el jugador. "Fue más una cosa divertida", aseguró Jenkins.