Sócrates y ZicoDerechos de autor de la imagen
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Sócrates fue el capitán y Zico la gran estrella del Brasil de 1982, para muchos la mejor selección que no pudo ganar el mundial.

Transcurría el año 1983. El club brasileño Corinthians saltaba al engramado del estadio Morumbi a disputar la final del Campeonato Paulista contra el Sao Paulo con una enorme pancarta en las manos: "Ganar o perder, más siempre con una Democracia".

Fue el momento álgido de un movimiento que había nacido un año antes y que no sólo estaba sacudiendo las bases del fútbol en Brasil, sino que contribuía a la efervescencia democrática de la época en un país que llevaba dos décadas bajo el control de un régimen militar.

A la cabeza sobresalía la figura de uno de los futbolistas brasileños más reconocidos en el mundo, tanto por ser el capitán de uno de los más grandes equipos que se recuerdan, como por su férrea defensa a sus convicciones ideológicas: Sócrates.

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La pancarta en la manos de los jugadores del Corinthians defendiendo la democracia.

"Él lideró el movimiento de poder de los jugadores dentro del Corinthians basada en la ideología de un hombre, un voto", le recordó a la BBC el escritor inglés Andrew Downie, autor de la biografía más completa de quien fuera conocido como el doctor del fútbol.

"Eso le dio voz por igual a todos los jugadores, fuere el capitán de Brasil o el arquero reserva, pero también al utilero o al masajista. Todos los votos valían lo mismo y entre todos decidían cualquier cosa, desde los viajes, los horarios de entrenamiento y el reparto equitativo de los premios".

Esa revolución, conocida como la "Democracia Corinthiana", fue recogida en un documental que hace tres años llevó al cine el director brasileño Pedro Asbeg.

"El período que va de 1982 a 1984 es único, no existe nada igual en el fútbol", resaltó Asbeg en una entrevista con BBC Brasil.

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Entre los ídolos de Sócrates estuvieron Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara, además del exBeatle John Lennon.

Según Downie lo que ocurrió en el club de Sao Paulo hubiera tenido un fuerte impacto en cualquier época, pero que tuvo especial repercusión al tratarse del Brasil de principios delos años 80, en pleno régimen militar.

"Estamos hablando de un país que había vivido 20 años de gobiernos represivos, de dos generaciones de brasileños que no habían vivido en democracia, que no habían experimentado la libre expresión de la gente, el sentido de representación".

"Lo que hizo Sócrates es que brindó estos conceptos a la gente", enfatizó Downie, además de servir de mensajero sobre los problemas que sufría la población.

"Cuando alguien le preguntaba sobre las tácticas para el siguiente partido o donde jugaría en el campo o las características del rival, él respondía rápido y luego hablaba del sistema de salud, de educación o la necesidad para mejores salarios", recordó.

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La afición del Corinthians nunca olvidó al futbolista que le dio voz y votó a su club.

En entrevista que concedió a la BBC en 2010, un año antes de su muerte, Sócrates reconoció que siempre sintió que esa era su obligación.

"La gente me dio el poder de decir las cosas, entonces yo las digo por ellos. Si yo estuviera del otro lado, del lado de la gente, no habría nadie que escuchara mis opiniones".

"Lo mejor que el fútbol me dio fue la oportunidad de conocer a los seres humanos", contó.

"Conocí a personas que sufrieron muchísimo y también conocí el otro lado de la sociedad, los que lo tienen todo".

En el documental sobre la "Democracia Corinthiana", los expresidentes de Brasil Fernando Henrique Cardozo y Lula da Silva reconocieron la importancia de este movimiento como un símbolo claro de rechazo al gobierno castrense.

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Junto a Sócrates hubo otros nombres que impulsaron el movimiento dentro del Corinthians como Walter Casagrande, Wladimir, Zenon y Ze Maria.

Cardozo destacó que lo que ocurrió en el Corinthians aceleró la velocidad del proceso de cambio, dada el poder de movilización del fútbol, mientras que Lula calificó el período de oro del club como una muestra que legitimaba en el campo el sistema de participación colectiva.

Antes del surgimiento de la "Democracia Corinthiana", en 1981, el club atravesaba un período de crisis, descendido a la categoría de plata y eliminado de la fase final del campeonato paulista.

En los años siguientes conquistaría el título dos veces, algo que no había ocurrido en más de tres décadas.

"La gente escuchaba y lo apoyaba y le dio a Corinthians una imagen de equipo del pueblo, aumentando el número de personas que lo seguían, que querían que les fuera bien dentro del campo", destacó Downie.

"Eso también le añadió más presión para lograr los resultados porque a los militares no les gustaba".

Pero el ejemplo del Corinthians, de éxito deportivo dentro del campo y social fuera de él, no perduró en el tiempo, ni siquiera con el regreso de la democracia a Brasil en 1985.

"En las elecciones internas del club ese año, la plancha apoyada por los jugadores fue derrotada", recordó Asbeg, "lo que generó protestas en un sector de la afición que forzó la salida de la nueva directiva esa misma noche".

Fue sólo un espejismo en el rumbo que mantendría el fútbol en general.

"Sócrates siempre se sentía frustrado porque ese ejemplo nunca fue seguido", expresó Downie.

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En lugar del nombre de los jugadores o de una publicidad la camiseta del Corinthians mostraba la palabra democracia encima el número.

"Una de las razones por la que todavía estamos hablando de la Democracia Corinthiana hoy es que nunca se ha repetido en el fútbol. Ninguno de los grandes clubes en el mundo le ha dado el poder a los jugadores de hablar en voz alta, de influir en el manejo del equipo de la forma que Corinthians lo permitió, de la manera que impulso Sócrates".

"Nadie asume una clara posición ideológica en los problemas de la vida diaria, como los derechos humanos, inmigración o Brexit, ninguno dice nada".

"Y eso había sido una gran decepción para Sócrates".