Apagan uno y se prende otro. Pasan las horas, pasan los días, pasan las semanas, y los incendios en Chile no cesan: se propagan. Contienen uno y se descontrola otro.
En lo que va de la habitual temporada de incendios forestales ya se ha quemado más territorio que en cualquier otro año: van 252.883 hectáreas incendiadas, según cifras de la estatal Corporación Nacional Forestal (Conaf) difundidas el martes por la tarde.
Y siguen contando. Porque se estima que los fuertes vientos, las altas temperaturas y la sequía continuarán.
La temporada, los chilenos saben bien, apenas comienza. Se promedian 7.000 incendios al año.
La presidenta Michel Bachelet, decretó estado de emergencia en varios de los sectores afectados, sobre todo en el centro del país.
También anunció que Perú, España, México, Canadá y Brasil enviarán ayuda.
Poco más de 1.200 brigadistas combaten el fuego. Los acompañan 12 unidades del ejército y 35 compañías de bomberos. Se ayudan con 11 ambulancias, 27 helicópteros y 10 aviones y 20 camiones cisternas, entre otras cosas.
Las autoridades han reportado seis muertos, cuatro bomberos y dos policías.
También informaron sobre 34 heridos, casi 200 casas destruidas y más de 4.000 personas evacuadas de sus casas.
Entre los fallecidos hay dos carabineros, Freddy Fernández y Mauricio Roca, y un bombero, Hernán Avilés.
El país, como se ve las 24 horas del día en la televisión, está concentrado en los incendios. En contenerlos, evitarlos, apagarlos.
Pero ahí siguen, colmando el cielo de humaredas: para la tarde del martes, la Conaf reportaba 99 incendios: 51 controlados, 34 en combate y 7 extinguidos.
Divisiones
Y la razón por la que el fuego sigue prendido, a pesar de algunos aspectos en los que hay consenso, es motivo de un acalorado debate político que ha dividido a los chilenos.
Además, en plena campaña de cara a las presidenciales de noviembre.
Pocos dudan que en el origen de cada incendio, en Chile o en cualquier parte del mundo, está la mano humana, que por descuido, malas prácticas y a veces intención puede generar fuego con, por ejemplo, arrojar una botella de vidrio en el bosque.
Pero también hay consenso en que las condiciones climatológicas a las que se enfrenta Chile en este momento, en pleno verano austral, perjudican las labores de contención.
En el centro de Chile ha habido una fuerte sequía durante los últimos 8 años, un fenómeno que convierte a los bosques y pastos en una suerte de gasolina.
Encima está lo que por estos días se llama el 30-30-30: 30 grados centígrados, menos de 30% de humedad y vientos de 30 kilómetros por hora.
Este coctel explosivo se ha vuelto cada vez más dañino, en lo que los científicos consideran un efecto del calentamiento global.
Pero hasta ahí llegan los consensos.
El 1%
Michel de L’Herbe es uno de los consultores de emergencia más citados en el país. Ha sido contratado por el Estado y por el parlamento.
Y para él, hay una combinación de causas naturales y la políticas que impiden una mejor contención de las llamas.
En conversación con BBC Mundo, el consultor cita cifras de la Conaf: "El 99% de los incendios en Chile generan el 30% del daño", indica.
"Son incendios que no pasan de las 200 hectáreas, que son de mediana magnitud, lentos, que las autoridades contienen de manera eficiente todos los años", asegura.
El problema, dice, está en el 1% de los incendios que generan el 70% del daño. Aquellos que son grandes, agresivos, inclementes.
"Como los incendios de más de 200 hectáreas son la minoría, la Conaf (principal responsable de ejecutar los operativos de contención) no ha mejorado la configuración de su logística de contención".
El experto en emergenticas dice que el actual gobierno de Bachelet, así como el anterior de Sebastián Piñera, hicieron "caso omiso de las recomendaciones de expertos y parlamentarios de incrementar la logística, sobre todo en materia aérea".
Durante años se ha hablado de la posibilidad de un escenario de incendios de grandes magnitudes como el actual, pero según los críticos las autoridades decidieron no ampliar la infraestructura existente.
"Es la naturaleza"
Sin embargo, para Mahmud Aleuy, subsecretario del Interior del gobierno de Bachelet, "no hay problemas relevantes de infraestructura".
Aleuy, encargado desde 2014 de una entidad gubernamental clave en temas como este, afirma que las condiciones meteorológicas y topográficas que se conjugan en Chile impiden una contención más acelerada de estos agresivos incendios.
"Primero se mezclan factores de humedad, temperatura y viento y, a eso, territorios a los que es muy difícil acceder", le explica a BBC Mundo.
Uno de los temas que más ha suscitado críticas al gobierno es del de los aviones, pues para algunos, como de L’Herbe, la flota encargada de enfriar el terreno con agua para evitar la propagación del fuego es demasiado pequeña.
Chile tiene 6 aviones con capacidad para cargar hasta 3.100 litros de agua cada uno, pero existen aeronaves que pueden transportar hasta 18.000 litros.
"Somos un país muy estrecho, largo y angosto, con muchas montañas donde los aviones deben volar muy alto, así que el agua que lanzan llega como llovizna", dice Aleuy, citando estudios que hizo el gobierno con aviones brasileños.
Sin embargo, añade, "en camino vienen varios aviones grandes que nos van a apoyar".
De hecho, hacia Chile vuela en la actualidad un supertanque capaz de cargar hasta 73.000 litros de agua, gracias a la contratación estimada en US$2 millones de Lucy Ana Avilés, una chilena casada con uno de los dueños de la gigante de comercios estadounidense Wal-Mart.
Aleuy dice que no puede estar satisfecho con las labores realizadas hasta ahora cuando cientos de personas se han visto afectadas por los incendios.
"Pero comparativamente con otros fenómenos climáticos en otros países", añade, "hemos logrado tener un nivel de control bastante bueno".