Francia se prepara para un combate político singular.
Tres días después del último atentado que sacudió a la capital francesa, en el que un hombre abrió fuego en plenos Campos Elíseos matando a un policía, este 23 de abril, el país europeo celebra sus elecciones presidenciales, como cada cinco años.
Y lo hace en medio de un fuerte despliegue de seguridad en las principales ciudades del país para evitar que se repita algún tipo de atentados durante la jornada electoral.
Por esa razón y muchas otras, estas no son unas elecciones normales. El resultado es incierto y esa incertidumbre -en lugar de despejarse- se incrementó a medida que se acercó el día de la votación.
Y muchas de las predicciones sobre el camino que iban a seguir estos comicios se tuvieron que reescribir una y otra vez hasta resultar inservibles.
Este domingo, cuatro candidatos se disputan una carrera electoral que se fue apretando a medida que avanzó la campaña.
El centrista Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen encabezaron los sondeos durante toda la campaña. Pero en la recta final, Jean Luc Mélénchon, candidato de la izquierda radical, y el conservador François Fillon recortaron las distancias a apenas 2-3 puntos de diferencia hasta situarse los cuatro en torno al 20% en intención de voto.
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En la retaguardia
Al mismo tiempo, el candidato del partido que gobernó durante los últimos 5 años, el socialista Benoit Hamon, languidece con un 10% de apoyos según los sondeos.
"Son unas elecciones muy, muy extrañas. Sorprenden a los franceses, a quienes las observan y a los candidatos. Partíamos para unas elecciones que se preveían la revancha de las anteriores: Nicolas Sarkozy quería su revancha frente a Hollande. Finalmente, no se presentaron", le cuenta a BBC Mundo el politólogo Eddy Fougier.
"Después, una vez Fillon ganó las primarias de la derecha, se situó como gran favorito. Pero entonces llegaron los escándalos que alteraron su imagen. Y hoy tenemos otro favorito que es Emmanuel Macron, que yo no estoy seguro de que vaya a ganar", agrega el investigador del Instituto de Investigaciones Internacionales y Estratégicas de París.
Pero esta complejidad no hace sino aumentar el interés internacional por estos comicios.
Desde Bruselas se mira con preocupación a Francia -uno de sus pilares políticos y económicos- en un momento en que el proyecto europeo se ve aquejado de numerosas crisis, desde el Brexit, hasta la inestable situación económica, pasando por la gestión de la llegada de refugiados al continente.
"Las elecciones francesas importan porque van a tener un gran impacto sobre el futuro de la Unión Europea en función de quién las gane. Los cinco principales candidatos tienen opiniones muy diferentes", señala en diálogo con BBC Mundo el profesor Aurélien Mondon.
"No solo está en juego la pertenencia de Francia a Europa, sino cómo será Europa en el futuro", añade el experto en política francesa de la Universidad de Bath, en Reino Unido.
La relación con el continente
De los principales candidatos, únicamente Marine Le Pen, abiertamente euroescéptica, incluye en su programa la celebración de un referendo sobre la pertenencia de Francia a la UE y a la zona euro.
En el otro extremo, Emmanuel Macron se declara "europeísta" y defensor a ultranza del actual modelo de integración europeo.
En medio, los demás candidatos plantean revisiones del proyecto de la UE desde distintos ángulos ideológicos.
"El socialista Benoît Hamon es europeísta, aunque se opone a las medidas de austeridad que la UE ha impuesto sobre varios países. François Fillon también es europeísta, pero desde la derecha y muestra cierto escepticismo en cuestiones relativas a la gestión de fronteras", apunta Mondon.
En la izquierda, Mélénchon es más crítico con el actual modelo europeo, especialmente en el aspecto económico.
Sin embargo, apunta Eddy Fougier, el impacto de las presidenciales francesas hay que interpretarlo en un contexto más amplio y vincularlo al resultado de las elecciones federales alemanas, que se celebrarán el próximo 24 de septiembre.
"La cuestión central del futuro de Francia en la UE es la de la relación de fuerzas con Alemania. Imaginemos que Macron gana en Francia y Schulz (candidato socialdemócrata y expresidente del Parlamento Europeo) lo hace en Alemania. Podríamos imaginar un acercamiento entre los dos países que no necesariamente hemos visto en estos últimos años y, efectivamente, tendríamos una configuración diferente que si los vencedores fueran Fillon y Merkel", indica el analista.
Consideraciones económicas
No obstante, a nivel interno, la economía es una de las cuestiones que más preocupa a los franceses.
El país sigue siendo la segunda potencia económica de la UE, pero mientras que el desempleo en Alemania ronda el 4,5%, en Francia supera el 10%.
Y también en este punto, las diferencias entre los candidatos son considerables.
"Hay dos candidatos que se sitúan más en el lado neoliberal. François Fillon por un lado ha sido bastante radical en sus propuestas y propone cortar en 500.000 el número de trabajadores públicos. Enmanuel Macron también pretende recortar en 120.000 el número de trabajadores públicos y bajar los impuestos corporativos con el fin de volver a traer empresas a Francia", afirma Mondon.
"En la izquierda, Hamon y Mélénchon ofrecen políticas más de izquierdas, más intervencionistas (…). Y por último, el Frente Nacional propone un poco de todo en un programa económico muy contradictorio: por un lado quieren bajar los impuestos y al mismo tiempo reforzar el Estado del bienestar, algo que es contradictorio", añade el experto.
Inconformidad
La aparente volatilidad del paisaje electoral francés, señalan los analistas, tiene que ver con el descontento con la clase política tradicional de amplias capas de la sociedad.
La abstención se prevé que sea el "partido" más votado en la primera vuelta: un 35% de los encuestados asegura que no acudirá a las urnas. Una cifra récord en unas presidenciales que aumenta hasta el 50% entre los jóvenes menores de 25 años.
En este contexto, los comicios franceses muestran una fragmentación del voto y el crecimiento de movimientos populistas de carácter xenófobo que, de confirmarse las encuestas, podrían llevar al Frente Nacional a disputar la segunda vuelta por segunda vez desde 2002.
Desde el partido ultraderechista -en sintonía con discursos similares en Estados Unidos y en otros países de Europa- se impulsa una agenda antiinmigración que incluye la salida del espacio Schengen, la expulsión de los inmigrantes en situación irregular y la reducción a 10.000 anuales del número de inmigrantes.
Carrera abierta
"Sin embargo, creo que los otros candidatos han sido bastante hábiles en no entrar demasiado en este terreno de debate. De modo que no está siendo un tema de campaña tan prominente como lo fue en las elecciones de EE.UU. o en el Brexit", señala el profesor de la Universidad de Bath.
La existencia de una segunda vuelta, que se celebrará el próximo 7 de mayo, también supone una diferencia fundamental de las elecciones francesas respecto a las presidenciales estadounidenses y al referendo sobre la pertenencia de Reino Unido a la UE.
La mayoría de las encuestas vaticinan una derrota de la candidata del Frente Nacional en caso de que disputara el balotaje.
No obstante, todas las opciones están abiertas.
"Hay dos modelos: tenemos el Brexit y la elección de Trump. De otro lado están los casos de las pasadas elecciones en Holanda y en Austria, donde los movimientos populistas sufrieron una decepción y no lograron llegar al poder. No sé si en Francia se confirmará la hipótesis del Brexit-Trump o de Holanda-Austria", afirma Fougier.