En la cárcel de San Pedro en Lima, Perú, hay un banco para que los prisioneros puedan guardar los ahorros que generan trabajando en diversas actividades dentro de la prisión.

Pero a diferencia de los establecimientos financieros tradicionales, los que administran este banco son los mismos presos.

La idea es que los presidiarios puedan, al salir en libertad, tener algunos ahorros como para dar el primer paso en su nueva vida.