"La verdad sobre el caso Harry Quebert" fue un bombazo que se entronizó en las listas de los más vendidos en 2015 con cerca de dos millones de copias vendidas sólo en Estados Unidos.
Pero el libro, curiosamente, no está escrito en inglés, sino en francés. Y no nació de la pluma de un estadounidense -aunque toda la trama ocurre en el plácido estado de Maine- sino de un suizo: Jöel Dicker.
Que no era escritor sino abogado y que antes de sacar este libro a la calle y venderlo en pocos meses había escrito otras cinco novelas que le habían devuelto de varias editoriales en su país.
"El consejo que más me sirvió fue el que decía de volver a releer lo que había escrito. Algo que yo no hacía, pero que fue fundamental para que al libro de "La verdad sobre el caso Harry Quebert" le fuera tan bien", le dijo Dicker, de 31 años, a BBC Mundo.
La trama bordea el escándalo: un prominente académico que es acusado de asesinar a una menor de edad con la que se sospecha tuvo una relación amorosa.
Pero la capacidad de crear una historia de amor, policial y literatura y lograr combinarlas de manera adecuada en un libro que se dejara leer hicieron lo suyo: tras el éxito de ventas, el libro ha sido traducido a 32 idiomas, entre ellos el español.
"Conozco poco de América Latina, pero la lectura de 'Cien años de soledad' de Gabriel García Márquez me inspiró a convertirme en escritor", explicó.
Dicker conversó con BBC Mundo sobre su proceso creativo, las expectativas como escritor, su flamante "El libro de los Baltimore" (2016) y el futuro de la literatura.
Usted viajó varios meses en carro y durmió en carpas antes de escribir "La verdad sobre el caso Harry Quebert", ¿qué tan importante es para un escritor sentirse incómodo para escribir?
Es curioso, porque hay un debate entre los propios escritores sobre este tema. Algunos de ellos creen que deben sentir la lucha interna, la desesperación. Según ellos, sentirse incómodos les da la energía necesaria para escribir.
Pero si tengo que ser honesto, para mí es totalmente lo opuesto: para mí el placer de escribir es el mismo placer que da sentirse feliz. Estar en un proyecto, ya sea una novela o un libro de relatos, es para mí algo que me produce una inmensa alegría. El placer de ver hacia dónde va la historia, el placer de crear un personaje.
Usted es suizo, sus libros están escritos en francés, pero sus novelas, hablando de Harry Quebert y los chicos de Baltimore, transcurren lejos de allí, en Estados Unidos. ¿Cómo tomó esa decisión?
Hablando del placer de escribir, una de las cosas que más me gustan cuando estoy en medio del proceso creativo de un libro es hacer algo distinto. O sea, crear algo que sea totalmente diferente a lo que es mi vida. Eso es algo bastante importante para mí. Si escribiera sobre cosas que me ocurrieron cuando vivía en Ginebra, no lo haría como yo quisiera o no sentiría esa misma felicidad.
Y la razón es que estaría demasiado inmerso en el mundo real. En mi vida real. Para mí la artesanía de la escritura consiste en crear un universo nuevo. Por eso ubicar las novelas en lugares lejanos me permite volver a lugares que conocí muy bien y al placer de recordar lo acontecido cuando estuve allí.
¿Entonces no habrá historias en Suiza?
Creo que tiene que ver con el contexto que uno quiera crear. Mis historias pueden ocurrir en cualquier parte del mundo. Yo las quise ubicar en Estados Unidos, pero no son exclusivas de ese país.
Hay una presencia del escritor en su obra, que suponemos es su álter ego, Marcus Goldman, quien es joven y exitoso, casi una utopía para el escritor actual. ¿No es un poco pretencioso ponerse en ese lugar?
Para mí fue un reto personal escribir en primera persona. ¿Cómo iba a escribir algo que quería decir, pero que además fuera creíble y que no sonara como algo tonto?
Entonces apelé a un personaje que se pareciera a mí en la edad y en el entorno en que yo vivo, pero ante todo tuve la intención de crear un personaje en el que la gente creyera. No siento que me parezca a Marcus o que sea mi álter ego, sin embargo.
Pero insisto, en sus novelas Marcus Goldman está repartiendo lecciones de cómo escribir o usted como autor joven está sugiriendo cuáles son los pasos para ser un escritor reconocido…
Creo que, más que lecciones, lo que estoy es haciéndome preguntas. Y no hay respuestas. De hecho no hay una sola respuesta en el libro. Es simplemente el hecho de preguntarse sobre el proceso creativo de escribir un libro.
¿Qué tan fundamental para un escritor es su ego?
Entre menos lo uses, mejor para el texto. Es importante olvidar quién eres cuando escribes y tratar de hacer cosas nuevas con eso. Pero a veces puede ser bueno tener un poco de ego para darle valor a las cosas que estás haciendo. Creer que lo que escribes es importante y no ser menospreciado.
Una de las cosas más llamativas de sus libros es la construcción de los personajes secundarios, como el abogado Leonard Horowitz en "El libro de los Baltimore", el padre de Nola o la misma Nola en "La verdad sobre el caso Harry Quebert". ¿Cómo hace, tal como lo decía Gabriel García Márquez, que éstos respiren por sí solos?
Es cierto que podríamos llamarlos personajes secundarios, porque no aparecen tanto tiempo en la novela como Marcus o Harry Quebert o como el trío de jóvenes en "El libro de los Baltimore", pero en la realidad no lo son.
Son fundamentales, vitales para la historia, necesitan estar allí. Yo siempre me hago la pregunta, cuando estoy en el proceso de crearlos, de qué pasaría si quitara a ese personaje y si la historia podría continuar funcionando. Si continúa funcionando, es que no lo necesito, es que no respira, como dices, por sí mismo.
En ese sentido de la creación de los personajes, ¿era necesario matar y hablar de una relación sentimental con una menor de edad para conseguir el éxito de la novela "La verdad sobre el caso Harry Quebert", especialmente en un país que ha estado sacudido por escándalos de abusos de menores?
No, para nada. Tienes que recordar que yo antes de escribir "La verdad sobre el caso de Harry Quebert" tenía cinco novelas mías que habían sido rechazadas.
Todos los libros que envié a las editoriales me los devolvían sin publicar, así que cuando escribí "Harry Quebert…" estaba esperando la misma respuesta. No creía que iba a ser publicado o que iba a tener éxito.
Para mí la historia era fundamental, quería demostrar que no importa la edad o la profesión, cuando hablamos de amor no existe nada de eso. Y después pensé que el hecho de que hubiera una menor haría que mucha gente dejara de leer el libro. O no lo comprara. Pero decidí dejarlo así, porque ese era el modo en que quería escribir la novela.
Hablando de libros rechazados, usted dijo en una entrevista que un error que había cometido es que no se había dado el tiempo de releer sus manuscritos.
Sí, eso es cierto. Lo que descubrí y me sirvió profundamente para mis siguientes libros es que tienes que trabajar y continuar trabajando con toda tu energía sobre el texto.
Algunas veces las personas a las que les daba a leer mis libros no pasaban de las primeras dos páginas, entonces tenía que volver a sentarme a leer, a escribir de nuevo, a releer de nuevo. Escribir es un proceso muy largo.
Una sensación que queda al leer ambos libros es que le costó más escribir Harry Quebert y disfrutó más de crear "El libro de los Baltimore".
Todo lo contrario. Crear el universo de Harry Quebert fue más difícil que hacerlo para los chicos de Baltimore. Curiosamente, yo siento que disfruté más escribiendo este último libro, me sentí más libre. Más cerca de lo que quería escribir.
Algunos críticos señalan que su libro más famoso, "La verdad sobre el caso Harry Quebert", plagió algunas partes del libro "La mancha humana", del escritor estadounidense Phillip Roth…
Eso salió en un artículo particular en Francia y la pregunta que tengo es si las personas que sostienen eso han leído alguna vez "La mancha humana". Porque honestamente no sé de dónde viene semejante señalamiento. Eso es lo que tengo para decir.
No son pocos los críticos que señalan que su libro más reconocido, a pesar de tener casi 600 páginas, es un libro fácil de leer, ¿eso es bueno que lo digan o, por el contrario, le afecta?
Para mí es bueno. La gente anda con tan poco tiempo ahora, que el hecho de que me digan que han leído el libro, a pesar de su volumen, siempre será positivo.
Porque siempre escuché quejas acerca de lo largo que eran algunos títulos y cuando vi que el mío tenía 600 páginas tuve un poco de temor, por eso disfruto mucho que digan que es un libro fácil de leer.
Va a Cartagena, a Latinoamérica: ¿qué tanto conoce de la literatura de esta región?
Tengo que ser honesto, no conozco mucho, pero sé que Cartagena fue un lugar que Gabriel García Márquez solía visitar y él es uno de mis autores favoritos. Cuando leí "Cien años de soledad" me di cuenta que quería ser escritor. Por eso estoy con bastantes expectativas ante este viaje para conocer mucho más de la región.
¿Cree que la literatura, en general, pasa por un buen momento?
Creo que podría ser mucho mejor, además de que creo que necesita estar mucho mejor. Y la gente debería leer más y también soy consciente de que cada día se cierran más librerías. Eso es triste.
Por eso el trabajo de las personas que estamos en este mundo – periodistas, escritores, libreros, editoriales- es el de intentar que la gente vuelva a leer o que lea mucho más. Que la gente encuentre más placer en volver a leer que en ir a ver una película. No es tiempo para ponerse a llorar, sino para trabajar juntos y duro.
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Jöel Dicker estará en el festival Hay Festival de Cartagena y tendrá una conversación con el programa de la BBC "World Book Club", el 29 de enero. Pueden enviar sus preguntas para el escritor a worldbookclub@bbc.co.uk