Granma, el periódico oficial del Partido Comunista, arremete ahora contra los educadores cubanos que hacen trabajos extras para completar su salario. Según el extenso artículo, los maestros que imparten clases particulares revelan "la ausencia de una ética profesional".

Sin embargo, la falta de "ética profesional" parece periodística al escribir una página completa sobre el tema sin mencionar ni una sola vez los bajos salarios que reciben los docentes, a pesar de que es la raíz de muchos de los problemas que enfrenta la educación en Cuba.

La superficialidad hollywoodense de Granma, con guiones que contraponen a héroes con villanos, oculta lo esencial del problema: que cualquier negocio particular para sobrevivir necesita de dos ingredientes fundamentales, la oferta y la demanda.

Y existe una demanda social ascendente de maestros particulares porque la educación en Cuba viene perdiendo calidad desde los años 90 y los estudiantes necesitan clases extras para completar los conocimientos que la escuela no es capaz de enseñarles.

La oferta es producto de los bajos salarios de los educadores. Curiosamente no se pregunta el periódico por qué un maestro dedica su tiempo libre a repasar alumnos. Seguramente no lo hacen porque se aburren en sus casas sino porque necesitan aumentar sus ingresos.

Profesor cubano

Los profesores cubanos han graduado más de un millón de profesionales universitarios desde 1959. (Foto: Raquel Pérez)

Los problemas sociales no se arreglan crucificando a las víctimas. Los educadores cubanos llevan 20 años sufriendo una crisis económica que les arrebató el 80% del poder adquisitivo de sus salarios, dejándolos sin los recursos imprescindibles para mantener a sus familias.

Miles han abandonado las aulas para dedicarse a actividades que les permitan sobrevivir. En la provincia de Camagüey conocí a una profesora dedicada a la producción de artesanías, me confesó que sueña con volver a dar clases pero no lo puede hacer porque necesita mantener a su madre.

A pesar de todo la mayoría permanecen al pie del cañón, moviéndose sin transporte público, impartiendo clases con escasos materiales pedagógicos, trabajando largas jornadas sin una buena alimentación y presionados constantemente para que eleven su nivel académico.

Y lo hacen aun sin poder "resolver" productos para revender en la calle como ocurre con otros trabajadores, ni siquiera reciben los regalos que los pacientes dan a los médicos. Prohibirles la única vía de completar sus ingresos para llegar a la canasta básica es empujarlos a abandonar las aulas.

Navegar entre el pueblo

Me contaron que una vez el Comandante Che Guevara puso a los periodistas a cortar caña todo el día antes de darles una entrevista sobre la zafra. Estoy seguro de que si los colegas de Granma pudieran vivir un mes la vida de un maestro serían mucho más comprensivos.

Porque debe ser muy irritante cobrar US$20 por mes de salario y que además el periódico oficial del partido de gobierno proclame que dar clases particulares "es un acto ilegal al cual debe ponerse límites", como si los profesores fueran vulgares delincuentes.

Maestra cubana (Foto: Raquel Pérez)

Los educadores cubanos ganan muy bajos salarios a pesar de lo cual la prensa oficial exige que se les prohíba impartir clases particulares.(Foto: Raquel Pérez)

La cruzada contra los maestros que, sin dejar las aulas, intentan ganarse el pan tapando los huecos del propio sistema educativo, no resulta extraña en un periódico acostumbrado a sobredimensionar algunos problemas y guardar vergonzosos silencios sobre otros.

Entre las joyas publicadas por Granma recuerdo la denuncia por enriquecimiento ilícito de los que cuidan automóviles en las calles, la acusación a todos los cubanos de ser pichones que pasivamente esperan ser alimentados por el Estado y el impúdico silencio sobre los 30 pacientes muertos en un instituto psiquiátrico.

El periódico oficial, que lleva el nombre del barco que trajo a los guerrilleros a la Sierra Maestra, acaba de cambiar de director. Esperemos que el nuevo "capitán" sea capaz de corregir el rumbo de un yate que durante años no ha sabido navegar entre la gente.

Y para recuperar el norte profesional y político a Granma le sería útil terminar con el doble rasero de escribir con pluma de seda cuando se refiere a quienes ostentan cargo y poder, a la vez que se transforma en feroz inquisidor al criticar a los humildes.

En el caso de los maestros, la solución de cualquier incompatibilidad profesional no pasa por poner a los educadores en la picota pública, bastaría sentarse con ellos a buscar salidas que tengan en cuenta las necesidades de la sociedad cubana y también las de los docentes.

Si no se logra armonizar los intereses sociales con los particulares, continuará la migración de educadores hacia otros sectores económicos y la nación seguirá viendo languidecer el mayor de sus logros, base de la medicina, la ciencia, la cultura, el arte y hasta del deporte.

No parece muy coherente llenarse la boca hablando del éxito de la revolución en la educación y tratar a los docentes como delincuentes. Este logro de Cuba no es una abstracción, lleva el nombre y los apellidos de los cientos de miles de maestros que lo hacen posible.