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Desde sus orígenes, Le Canard Enchaîné se asoció al ideario de la izquierda.

Cada miércoles, miles de lectores compran religiosamente ocho páginas de papel en los kioscos franceses. Hace más de un siglo que Le Canard Enchaîné, literalmente "El Pato Encadenado", no falta a la cita.

Y poco ha cambiado este periódico satírico, al menos en su aspecto exterior, desde que en 1915 viera la luz, en plena Primera Guerra Mundial, como una voz antibelicista.

Pero esta publicación es hoy una rara avis en el paisaje de la prensa mundial: sus páginas son propiedad de los trabajadores del medio y su maquetación austera (se imprime a dos colores) no contiene publicidad.

En un contexto en que los lectores de gran parte de las publicaciones se cuentan por clics, Le Canard dice no a internet como medio en el que difundir su contenido.

El resultado: un periódico rentable con cerca de medio millón de ejemplares de tirada semanal. Charlie Hebdo, el periódico satírico semanal que se hizo conocido fuera de Francia tras la publicación de caricaturas de Mahoma y como consecuencia de los ataques sufridos en enero de 2015, tiene una tirada de alrededor de 250.000. Le Monde, uno de los medios franceses de referencia, ronda los 330.000 de circulación diaria.

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"Le Canard" dobla en tirada a la controvertida "Charlie Hebdo".

El secreto del éxito

Le Canard lleva más de 100 años haciendo de las vergüenzas de las élites políticas y económicas francesas objeto, no solo de mofa, sino también de escrutinio.

A mediados de enero, publicó una exclusiva sobre unos cobros de Penelope Fillon, esposa de François Fillon, por un trabajo como asesora parlamentaria que presuntamente nunca realizó.

El ex primer ministro del país y actual candidato de la derecha a las elecciones presidenciales de abril tachó estas alegaciones de intento de "asesinato político" y de conspiración contra él.

Esta semana, la Justicia imputó a Fillon, quien, en medio de una dura polémica, mantuvo su candidatura.

El escándalo desatado volvió a poner a Le Canard en el centro de la actualidad política francesa.

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Los señalamientos a Penelope Fillon volvieron a poner al satírico en boca de todos.

"Es un medio que busca sobre todo hacer reír a costa de los poderosos. Pero a partir de los años 60 se convirtió también en un periódico de investigación. Investiga sobre todo tipo de escándalos políticos y económicos", le dice a BBC Mundo Laurent Martin, autor de "Le Canard, historia de un periódico satírico, 1915-2015″.

El protagonismo del periodismo de investigación es una de las principales diferencias respecto a otros medios satíricos franceses como Charlie Hebdo. Pero no es la única.

"Son dos periódicos claramente comparables, pero no se encuentran en la misma categoría de prensa", afirma Martin.

Como Le Canard, Charlie Hebdo tiene una periodicidad semanal, tampoco contiene publicidad y depende económicamente de sus ventas en kiosco y de sus suscriptores.

Sin embargo, a diferencia de Le Canard, cuyas acciones se reparten entre los trabajadores del medio, tanto periodistas como personal administrativo, Charlie es propiedad mayoritariamente de su director, el dibujante Laurent Sourisseau. Los proyectos editoriales también son distintos.

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A diferencia de muchos periódicos tradicionales, Le Canard se mantiene fiel al papel.

"Charlie Hebdo es un periódico de dibujantes antes que nada. Animado y dirigido por dibujantes. Hay texto, evidentemente, pero es un periódico que otorga el primer lugar a los dibujantes. Le Canard, en cambio, tiene dibujantes, pero es sobre todo un periódico de redactores", señala el profesor de la Universidad Nueva Sorbona-Paris 3.

"Por otro lado, Charlie Hebdo es un periódico satírico que cultiva una cierta tradición de la vulgaridad, del mal gusto, de la exageración… mientras que Le Canard es mucho más retenido, reservado", agrega.

Es difícil trazar con precisión el perfil de los lectores de esta publicación: al carecer de publicidad no realiza encuestas para conocer las características de su audiencia.

Sin embargo, a partir de estudios generales sobre los lectores de prensa en Francia, Martin dibuja un lector predominantemente masculino, maduro, urbano y con un nivel de estudios por encima de la media.

Tampoco desde el punto de vista ideológico es una publicación que se ajusta a clasificaciones tradicionales. Desde sus orígenes, Le Canard Enchaîné se asoció al ideario de la izquierda, aunque sin llegar a adscribirse a ningún partido concreto. Su posición fue evolucionando a medida que la izquierda llegó al poder en Francia.

"Le Canard no es de izquierdas ni de derechas, es de oposición", aseguró recientemente el actual director de la publicación, Erik Emptaz.

Y, desde el punto de vista del periódico, esta independencia editorial está garantizada por su autonomía económica, desvinculada de grandes grupos editoriales.

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Las acciones de 'Le Canard' se reparten entre los trabajadores del medio.

"Para ellos existe una equivalencia entre estas dos independencias. Esto puede ser algo discutible, ya que hay periódicos que contienen publicidad y pueden considerarse independientes editorialmente. Hablo de la forma en que se presentan ellos mismos y la manera en que son percibidos", señala Martin.

Y pese a lo inusual de su modelo de gestión, de acuerdo con el experto,Le Canard es un periódico "extremadamente rentable". Y enumera algunas razones detrás de este rendimiento:

"Para empezar, son un equipo permanente pequeño. Son unas 50 personas incluyendo al personal administrativo. No tienen corresponsales extranjeros. Imprimen en un papel barato y no tienen muchos de los gastos que deben afrontar otros periódicos. Por otro lado, son muy leídos".

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"Le Canard" no tiene sus contenidos en internet.

Pero, ¿por qué no buscar más lectores online publicando sus contenidos en internet?

A diferencia de muchos periódicos tradicionales, Le Canard se mantiene fiel al papel, a las vías tradicionales de distribución y a la venta en kioscos. Tiene una web, pero no publica en ella sus viñetas y artículos.

Martin señala una cierta resistencia a los cambios tecnológicos como una de las señas de identidad de la publicación y recuerda que mantuvo la impresión en plomo hasta principios de los 90, cuando la mayoría de medios ya se habían pasado a la fotocomposición.

"Según su punto de vista, el tipo de periodismo que desarrollan, tanto de humor como de investigación, no puede estar presente simultáneamente en papel y en internet. Los lectores comprarían poco papel si pudieran leerlo en internet", señala el profesor.

"Está claro que las generaciones más jóvenes leen cada vez más online. Por tanto, tiendo pensar que un día u otro, deberá empezar a utilizar internet para continuar siendo leídos, sobre todo entre los jóvenes", sugiere.