Muerte de Ernesto Cardenal: qué fue Solentiname, el sueño utópico del poeta-sacerdote en el que ahora reposarán sus cenizas

Los únicos sonidos que rompen el silencio de Solentiname son los de la naturaleza: el del oleaje del Gran Lago de Nicaragua donde se alza el pequeño archipiélago, el de sus pájaros cantores, el de los árboles que se mecen al viento… El camino desde Managua, es largo: cinco horas en carro y poco más de dos en lancha para recorrer los 171 kilómetros que, a vuelo de pájaro, lo separan de la capital nicaragüense. Y, al llegar, da la impresión que el poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal todavía vive ahí, en el conjunto de islas lacustres a las que llegó en 1966 para fundar una comunidad cristiana de artistas que pronto se haría famosa en todo el mundo y el destino elegido para sus cenizas.
Cristiano, revolucionario, artista y pescador
La profunda huella de Cardenal en Solentiname es inmediatamente evidente.En la isla Mancarrón, la mayor del archipiélago, un rótulo que cuelga de un árbol da la bienvenida a la "Comunidad P.E. Cardenal". Hay además un pequeño museo y una biblioteca, que también llevan su nombre.Y también están las historias que los habitantes van contando de generación en generación, tratando de que no se olvide que fue con la llegada del poeta-sacerdote que el nombre de Solentiname empezó a resonar en el mundo.Un sacerdote diferente
Fueron sin embargo la lejanía, el silencio y la naturaleza las que llevaron a Ernesto Cardenal a instalarse en el rincón suroriental de Lago de Nicaragua en el que 53 años después estoy buscando su recuerdo. En su libro Ínsulas extrañas, el tercero de los cuatro tomos de sus memorias, Cardenal relata que un hermano suyo fue el que le habló del archipiélago: que eran unas islas bellas, habitadas, de tierras fértiles y bastante incomunicadas.Las huellas de Cardenal
También fue justamente ahí, en esa iglesia en Mancarrón, que muchos jóvenes se convencieron de que debían empuñar las armas. "A través de ese cristianismo, de esa lectura de los evangelios, llegamos a la conclusión de que para sacar a Somoza la única opción era la lucha armada, que no había otra opción", asegura Bosco Centeno, exguerrillero. "Se hicieron los contactos con el Frente Sandinista, se nos dijo si queríamos participar en unas acciones armadas y eso fue lo que nos llevó a tomar las armas, en 1977", recuerda.Admirados por el mundo
En el archipiélago, además de Mancarrón, se destacan las islas La Venada, San Fernando y Mancarroncito.Para ir y venir de una a otra los locales usan lanchas de motor y botes de remo. Pescan, sí, aunque los habitantes de Solentiname viven principalmente de la agricultura: siembran maíz, frijoles, plátanos, aguacates, limones y crían gallinas. Pero también se dedican a la pintura y a la artesanía. Y esa también es parte de la herencia dejada por el poeta.Copiar la naturaleza
En ese entonces Arellano dedicaba sus días a sembrar maíz y frijoles, pero cuando supo que había talleres de pintura quiso probar. "Nos decían: ustedes aquí viven en un paraíso, ustedes solo van a copiar la naturaleza. Y nosotros comenzamos a pintar", recuerda."Nos cambió la vida"
En el archipiélago ahora hay una segunda y tercera generación de artistas, como las hijas y nietas de Arellano. De sus once hijos con Elba Jiménez, tres son pintores y uno artesano. Y al menos dos de sus nietos también lo son.El adiós a Solentiname
El 13 de octubre de 1977, sin embargo, varios jóvenes de Solentiname decidieron tomarse el cuartel de la Guardia Nacional en San Carlos, la cabecera departamental más cercana.Pero la acción, parte de una serie de ataques armados del Frente Sandinista, fracasó. Y la Guardia Nacional respondió destruyendo Solentiname, poniendo así fin a la estancia del sacerdote-poeta en el archipiélago."Ahora crecerá otra vez el monte donde fue nuestra comunidad, como antes cuando llegamos por primera vez", escribió un año después Cardenal, en un texto titulado "Lo que fue Solentiname"."Allí hubo una misa popular campesina, hubo cuadros, esculturas, libros, discos, clases, sonrisas de bellos niños, poesía, canto. Ahora sólo ha quedado allí la belleza salvaje. Yo viví allí una vida feliz, en aquel casi paraíso de Solentiname, pero siempre estuve dispuesto a sacrificarlo todo. Y lo hemos sacrificado", aseguraba el futuro ministro de Cultura del gobierno sandinista.Final con sabor amargo
En el centro de la disputa está el hotel Mancarrón, originalmente una escuela para formar líderes campesinos y parte de los proyectos de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname dirigida por el poeta. Hasta 1993 el hotel era administrado por Alejandro Guevara, uno de los discípulos más cercanos de Cardenal. Pero luego de la muerte de Guevara en un accidente la asociación le transfirió las responsabilidades a su esposa, Nubia Arcia.Años después, Arcia demandó a Cardenal y reclamó el hotel como su herencia, en una maniobra que muchos interpretaron como una venganza impulsada por el gobierno del presidente Daniel Ortega, frecuente blanco de las críticas del poeta."Yo soy un perseguido político en Nicaragua", resumió la situación Cardenal en su momento.Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
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