En un plazo de 9 meses, Ahmed Zaki Yamani fue testigo presencial del asesinato del rey Fáisal de Arabia Saudita y fue secuestrado por un grupo armado propalestino, encabezado por Illich Ramírez Sánchez "Carlos el Chacal".
Todo ocurrió entre marzo y diciembre de 1975.
Sin embargo, probablemente el episodio que primero le dio más visibilidad a este exministro de Petróleo de Arabia Saudita fallecido este martes a los 90 años de edad fue la crisis de energía de 1974, cuando un embargo en el suministro de combustible impuesto por los países árabes sacudió la economía mundial.
La drástica medida que incluía recortes de producción y llevó a aumentos siderales del precio del combustible estaba destinada a intentar presionar a los países occidentales que habían dado apoyo a Israel durante la guerra de Yom Kipur, ocurrida a finales de 1973, pero se extendió varios meses después del final de ese conflicto.
Entonces, las imágenes de las largas filas de autos esperando para surtir combustible en las estaciones de gasolina Estados Unidos le dieron la vuelta al mundo revelando el sacudón que se estaba produciendo en el tablero internacional.
Yamani fue considerado un hombre clave en la orquestación de este episodio clave en la historia de la política internacional contemporánea que causó una severa crisis económica en los países desarrollados y llenó rápidamente las arcas de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), incluso de aquellos que como Venezuela no participaron en el embargo.
Como ministro de Petróleo de Arabia Saudita entre 1962 y 1986, Yamani se convirtió no solamente en una figura clave en el desarrollo de esa industria en su país sino en una referencia para el mundo entero, incluso muchos años después de que abandonara su funciones oficiales.
No en vano, todavía en 2001 el diario británico The Guardian señalaba que el nombre de Yamami era sinónimo del llamado "oro negro".
De La Meca a Viena
Nacido en la Meca en 1930, Yamami se formó como abogado en universidades de Egipto y Estados Unidos, donde cursó un posgrado en Harvard 1956.
Dos años más tarde, la familia real saudita lo contrató como asesor del entonces príncipe heredero Fáisal bin Abdulaziz, lo que abrió el camino para un rápido ascenso que lo puso al frente del ministerio de Petróleo en 1962.
Desde esa posición se ocupó de promover los intereses petroleros de su país, reuniéndose con líderes políticos y empresariales de todo el mundo.
Al mismo tiempo, le correspondió ser la voz de referencia de la OPEP en una época turbulenta que abarcó los procesos de estatización de esa industria en Arabia Saudita y otros países miembros, la crisis petrolera de 1974, la revolución islámica en Irán y la guerra Irak – Irán.
También en ese cargo le tocó vivir dos episodios muy violentos: el asesinato del rey Fáisal, en marzo de 1975, a manos de uno de sus sobrinos, y el secuestro al que fueron sometidos en diciembre de ese año los ministros de los países de la OPEP reunidos en Viena por parte de un grupo armado propalestino encabezado por "Carlos el Chacal".
Yamani era uno de los objetivos principales de esa operación, de la que logró salir ileso.
Hacia un mundo sin petróleo
Aunque fue el rostro visible del embargo petrolero que disparó los precios del combustible en todo el mundo, Yamami no fue conocido por sus posturas radicales.
Durante su gestión, por ejemplo, Arabia Saudita comenzó a incrementar su participación en la petrolera Aramco -que entonces era propiedad de compañías transnacionales-, en un proceso paulatino que permitió al país terminar tomando pleno control de la empresa cuando el país ya contaba capital económico y humano para hacerlo sin sobresaltos.
Refiriéndose a Yamani, un ejecutivo de una petrolera estadounidense le contó a The New York Times que era un hombre que hablaba suave y que nunca golpeaba la mesa. "Cuando una discusión se pone acalorada, él se vuelve más paciente. Al final, consigue lo que quiere con lo que parece ser una dulce sensatez, pero que es una forma de dureza", señaló.
Con la mirada puesta en los intereses de su país en el largo plazo, Yamani se oponía a los aumentos exorbitantes en el precio del crudo pues consideraba que era preferible mantener precios menores y extender la dependencia foránea del petróleo saudita.
Esta postura la mantuvo incluso años más después de haber abandonado su cargo como ministro de Petróleo saudita (1986) y de haber fundado en Londres el Center for Global Energy Research (1986), una empresa dedicada al análisis del mercado de la energía.
En una entrevista ofrecida a The Guardian en 2001, Yamani alertó sobre la política petrolera que había puesto en marcha el gobierno de Venezuela, encabezado entonces por Hugo Chávez, que buscaba hacer recortes en la producción.
"En Venezuela hay este nuevo gobierno con una nueva filosofía. Cuando ellos llegaron (al poder) detuvieron la inversión en refinación y la capacidad de Venezuela cayó. En lugar de tener un superávit de 800.000 barriles al día, esto desapareció. Ahora ya no pueden producir más (de lo que producen)", señaló.
Yamani creía que este tipo de tácticas iban en detrimento tanto de Venezuela como de la OPEP.
También aseguraba que los precios del crudo iban a desplomarse en el largo plazo y que el mundo nunca consumiría todo el crudo con el que se cuenta.
"La Edad de Piedra no se acabó porque se acabaron las piedras y la era del petróleo no llegará a su fin porque nos falte crudo", alertaba.
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