Jóvenes emprendedores estadoundienses apuestan por vender moda en camiones. Una alternativa más barata que los costosos alquileres de locales comerciales de la ciudad.

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¿Quiere renovar su guardarropa? ¿Comprarse un abrigo de temporada, una camiseta de diseño exclusivo, unos aros a la moda? Si vive en Los Ángeles, no necesita ir a una tienda: basta con salir a la calle y esperar a que pase el camión.

Los fashion trucks, como se los llama en esta ciudad estadounidense, ofrecen lo que cualquier local de indumentaria, pero sobre ruedas. Y son un nuevo furor: de los dos o tres que existían en 2010, hoy suman una treintena y tiene hasta una representación propia, la Asociación de Comercio Móvil.

"Nunca pensamos que el fenómeno se iba a expandir así cuando empezamos, a comienzos de 2011, y lo hicimos más por conveniencia comercial que por crear tendencia. Resulta que ahora somos pioneros y estamos ayudando a otros camiones con sus proyectos", señala Stacey Steffe, cofundadora de Le Fashion Truck, un vehículo rosado decorado con banderines sobre el parabrisas y una leyenda pintada sobre el motor: "La moda está en todas partes".

Le Fashion Truck

El modelo de negocio, dicen los dueños de los camiones, surgió a la luz de los food trucks.

Primero fue la comida: los restaurantes sobre ruedas se pusieron de moda en la costa oeste y se expandieron luego por todo Estados Unidos.

Inspirados en las "loncheras" que los migrantes manejan desde hace décadas, los food trucks ampliaron su menú de los básicos de la comida mexicana a opciones gourmet como langosta o platos de fusión.

Luego, los camiones de indumentaria le siguieron el rumbo, producto de la cultura instalada en California de comprar por la calle (con una ayudita del clima templado y el sol ubicuo) así como de la creatividad de jóvenes emprendedores para encontrar una salida para sus creaciones.

Ventas (y mercadeo) a cielo abierto

El modelo de negocio, dicen los dueños de los camiones, surgió a la luz de los food trucks pero se diferenció enseguida: los dedicados al diseño no tienen que lidiar con los permisos de salud pública y las regulaciones de bromatología que les tocan a los que ofrecen alimentos y bebidas.

"El camión se volvió nuestra mejor herramienta de marketing. La gente espera ver un sándwich o un taco saliendo de la ventana y lo que sale son zapatos de diseño "

Alex Fisher, camión de zapatos BNIB

Con un camión viejo -en el que en promedio invierten US$10 a 15 mil, según dijeron los emprendedores a BBC Mundo-, el primer paso será renovar los interiores: los que circulan son obras de diseño en sí mismos, con estanterías, cajones, exhibidores, mostrador de pago y hasta probadores con cortinado condensados en la carrocería.

Como una alternativa a los más tradicionales negocios de ‘cemento y ladrillo’, los fashion trucks resultan una salida más económica, sobre todo si se calcula la renta en calles comerciales como Melrose o la Tercera, dos de los destinos favoritos de los angelinos que buscan diseños por fuera de las marcas masivas.

Aunque no existen cifras sobre el negocio, que todavía es pequeño en términos absolutos, las posibilidades parecen inagotables: una peluquería, una florería, una tienda de papelería, de discos y otra de productos para mascotas, además de los de ropa y accesorios, salen al paso de los habitantes de Los Ángeles y su vecina San Francisco, donde el fenómeno se ha extendido.

"Es una oportunidad para pequeños empresarios, para quienes tienen una línea propia o quieren destacarse pero no pueden encarar una gran inversión", dice a BBC Mundo Jordana Fortaleza, la cabeza detrás de JD Luxe, el camión desde donde ofrece su propia marca de camisetas.

Lecciones del camino

JD Luxe

Las posibilidades parecen inagotables: una peluquería, una florería, una tienda de papelería, de discos…

Para otros, el negocio sobre ruedas es un elemento más en una estrategia más amplia.

"El camión se volvió nuestra mejor herramienta de marketing. La gente espera ver un sándwich o un taco saliendo de la ventana y lo que sale son zapatos de diseño que cuestan doscientos dólares", indica Alex Fisher, del camión BNIB.

Junto con su socio, Jamie Fowler, el veinteañero concibió el vehículo en paralelo con un negocio en una zona industrial de Los Ángeles, en la que promocionan una experiencia de compra personalizada.

"Hay muchas connotaciones negativas de vender desde un camión, se asocia con cosas robadas en el barrio o algo así. Por eso decidimos mostrar la autenticidad jugando con el nombre, la sigla ‘Brand New in Box’ (‘Totalmente Nuevo En Caja’)", cuenta Fowler a BBC Mundo.

Pero garantizar la autenticidad y originalidad de los productos ante clientes suspicaces es sólo uno de los desafíos de este modelo de negocio.

"No podemos ir a cualquier parte con el camión porque todavía no encajamos en muchas regulaciones. No nos aplican las que tienen los camiones de comida y muchas ciudades no saben cómo hacer"

Jordana Fortaleza, tienda móvil JD Luxe

Los vendedores sobre ruedas destacan las dificultades de conservar el stock mientras están en tránsito o de crear un espacio de ventas atractivo en el espacio reducido con que cuentan.

"Nosotros queríamos tener un espejo de cuerpo entero, tuvimos que agrandar el probador… Queríamos todas las facilidades de un negocio convencional, si no resulta imposible competir", acota Steffe.

Asociación propia

El otro desafío es el de conseguir compradores, para lo cual han aprendido la lección de las "loncheras versión siglo XXI": usan las redes sociales a diario, tal como hacen los camiones de comida a la hora del almuerzo, para dar a conocer su ubicación a potenciales clientes.

"El problema es que no podemos ir a cualquier parte con el camión porque todavía no encajamos en muchas regulaciones. No nos aplican las que tienen los camiones de comida y muchas ciudades no saben cómo hacer", reclama Fortaleza.

Para buscar soluciones, los mismos camioneros fashion se han agrupado en una Asociación de Comercio Móvil de la Costa Oeste (WCMRA, en inglés). Desde hace unas semanas, la red ha adquirido estatus nacional, con flamantes camiones socios en la costa este.

BNIB en Instagram

Muchos de estos establecimientos recurren a la publicidad en Instagram y otras redes sociales.

Según Steffe, varias ciudades californianas los han consultado para redactar las normas municipales de un negocio en plena expansión. Entre ellas, definir cómo será la convivencia con los vecinos de calle: no todos ven con buenos ojos la competencia sobre ruedas.

"Si hay problemas, nosotros nos movemos. Sin líos", resume la dueña de Le Fashion.

"Como todo lo nuevo, puede generar resistencia. Pero hay negocios que, por el contrario, se benefician con nuestra presencia. Como un salón de belleza, que siempre nos llama para que nos estacionemos en su puerta porque le aumentamos el movimiento de gente en la cuadra. Es cuestión de refinar el modelo, en eso estamos", acota Fortaleza.