Miriam Menkin, la científica que cambió la fertilidad humana para siempre (y qué tuvo que ver una siesta en ello)

En los relatos sobre descubrimientos científicos, el investigador trabaja hasta altas horas de la noche, solo en su laboratorio. De repente, un momento de genialidad: una manzana en la cabeza, un rayo en una llave, una placa de Petri contaminada y... ¡eureka!La historia de Miriam Menkin es un poco diferente. Un martes de febrero de 1944, la técnica de laboratorio de 43 años se quedó despierta toda la noche para calmar a su hija de ocho meses, que acababa de comenzar la dentición.
A la mañana siguiente, Menkin fue a su laboratorio, tal como lo había hecho todas las semanas durante los últimos seis años. Los miércoles introducía un óvulo en una solución de esperma en un plato de vidrio y rezaba para que dos se convirtieran en uno.Como técnica del experto en fertilidad de Harvard John Rock, el objetivo de Menkin era fertilizar un óvulo fuera del cuerpo humano. Este era el primer paso en el plan de Rock para curar la infertilidad. En particular, quería ayudar a las mujeres que tenían ovarios sanos pero las trompas de Falopio dañadas, la causa de un quinto de los casos de infertilidad que veía en su clínica.En un mundo de hombres
Un día de 1900, un óvulo se encontró con un esperma y se fusionaron. El par se dividió en dos células, luego cuatro, luego ocho. Nueve meses después, Miriam Friedman nacía en Riga, Letonia, el 8 de agosto de 1901. Cuando era una niña, la familia emigró a Estados Unidos, donde su padre ganaba suficiente dinero como médico para brindarle una infancia cómoda. Más tarde recordaría cómo le escuchaba "hechizada" cuando él le contaba historias sobre cómo la ciencia pronto encontraría una cura para la diabetes.La misma rutina
Afortunadamente para Rock, fue en el tedio del laboratorio donde Miriam prosperó.Todos los martes a las 8:00 de la mañana, Menkin merodeaba fuera de la sala de operaciones en el sótano del Free Hospital for Women, un centro de caridad en Massachusetts para mujeres de bajos ingresos. Si tenía suerte, Rock le entregaría una pequeña muestra de un ovario que acababa de extraer de una paciente, generalmente un folículo "del tamaño de una pequeña avellana", recordó. Tomaba la muestra y subía con ella los cuatro tramos de escaleras hasta su laboratorio. Allí, cortaba el folículo y buscaba el preciosoóvulo dentro.Esta no era tarea fácil. Aunque es una de las células más grandes del cuerpo, el óvulo humano es aún más pequeño que el punto final al final de esta oración. La mayoría de las personas necesita una lupa para ver uno e incluso entonces es solo una mancha oscura. Para Menkin, era un universo. Podía identificar un óvulo a simple vista e incluso podría saber si estaba deformado o normal. Con orgullo, se autodenominaba la "cazadora de óvulos" de Rock.Semana tras semana, Menkin seguía la misma rutina: perseguir los óvulos el martes, mezclar con esperma el miércoles, rezar el jueves y mirar el microscopio el viernes. Todos los viernes, cuando miraba en la incubadora, todo lo que veía era una célula, un óvulo sin fertilizar y un montón de esperma muerto. Hizo esto 138 veces. Más de seis años. Hasta aquel fatídico viernes de 1944.La siesta que lo cambió todo
Normalmente, Menkin dejaba el óvulo en la solución de espera durante unos 30 minutos. No esta vez. Años más tarde, recordó lo que le ocurrió a un periodista: "Estaba tan exhausta y somnolienta que, mientras miraba bajo el microscopio cómo se movían los espermatozoides alrededor del óvulo, olvidé mirar el reloj hasta que de repente me di cuenta de que había pasado una hora entera. En otras palabras, debo admitir que mi éxito, después de casi seis años de fracaso, no se debió a un momento de genialidad ¡sino simplemente a una siesta en el trabajo!".El viernes, cuando regresó al laboratorio, vio algo milagroso: las células se habían fusionado y ahora se estaban dividiendo, dándole la primera imagen en el mundo de un embrión humano fertilizado in vitro.Mientras el laboratorio se llenaba de espectadores -"todos vinieron corriendo a mirar al bebé humano más joven que jamás se había visto"- Menkin se mantuvo observando el óvulo. Tenía "miedo de perder de vista ese precioso objeto, que había sido un sueño incumplido durante seis años", se lee en sus notas para una charla con escolares. Ese primer óvulo se le escaparía: "El primer aborto involuntario en un tubo de ensayo", recordó con pesar. Pero repetiría el logro tres veces más. Esos especímenes eran "orgullo y alegría", dijo Menkin.A partir de ese momento, Rock y Menkin recibieron cientos de cartas de mujeres infértiles preguntando si la ciencia podría curarlas.Nuevas dificultades
Menkin estaba lista para convertirse en una científica reproductiva que pretendía mover aún más las fronteras de la fertilidad. Pero entonces sucedió algo que ni ella ni Rock podrían haber anticipado: su esposo perdió su trabajo en Boston y lo siguió a la Universidad de Duke, Carolina del Norte, donde la fertilización in vitro era considerada un escándalo. Sin las habilidades de Menkin, la investigación en Boston se detuvo. Ninguno de los asistentes de Rock lograría fertilizar un óvulo in vitro nunca más.En 1945, Menkin le escribió a Rock desde Carolina del Norte diciéndole que "las perspectivas en cuanto a hacer cualquier trabajo con óvulos siguen siendo algo desalentadoras". Y pronto enfrentó nuevas limitaciones. Durante años, había pospuesto su divorcio de Valy, quien le retenía fondos y con frecuencia la amenazaba con violencia delante de los niños, Lucy y Gabriel. Pero cuando el comportamiento de su esposo continuó empeorando, ella decidió irse. Como madre soltera, ahora le resultaba mucho más difícil llegar a fin de mes. Además de sus responsabilidades, Lucy, que tenía epilepsia, a menudo estaba enferma y necesitaba ver a psiquiatras y médicos. Cuando a Menkin le ofrecían oportunidades no remuneradas para usar los laboratorios de los investigadores durante las noches y los fines de semana, solía resultarle imposible hacerlo.A principios de la década de 1950, Menkin regresó a Boston para inscribir a Lucy en una escuela para niños con necesidades especiales. Se reunió con Rock en el laboratorio, pero mucho había cambiado en la última década. Ahora la tarea reproductiva del momento no era hacer más bebés, sino evitar que nacieran más bebés. Rock tenía su propio laboratorio y su misión principal era desarrollar un método anticonceptivo, una tarea que llevaría a la histórica aprobación de la píldora anticonceptiva en 1960.Un lugar en la historia
El logro de Menkin marcaría el comienzo de una nueva era de tecnología reproductiva: una en la que las mujeres infértiles quedaban embarazadas, concebían en tubos y los científicos miraban de cerca las primeras etapas de su desarrollo. En 1978, el mundo se encontraría con su primer bebé in vitro, Louise Brown. Pronto, la fertilización in vitro se convertiría en un gran negocio: en 2017 constituyó la mayoría de los 284.385 intentos de reproducción asistida en EE.UU., lo que resultó en 78.052 bebés como Brown.- Jean Purdy, la científica pionera que ayudó a desarrollar la fecundación in vitro y nunca fue reconocida
- Mi hija fue el último deseo de un desconocido antes de morir
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.https://www.youtube.com/watch?v=kw3FYvWT-Pohttps://www.youtube.com/watch?v=QCh6w30ZQiE&t=4shttps://www.youtube.com/watch?v=6AMWU9EbdCU
Noticias relacionadas