Me hicieron un implante cerebral para controlar mi adicción al alcohol

El microbiólogo Frank Plummer ha estado en primera línea de batalla contra algunas de las epidemias más alarmantes del mundo, desde el VIH hasta el ébola. Pero su ilustre carrera enmascaraba una dependencia cada vez mayor del alcohol. Ahora, el investigador se ha convertido en el conejillo de indias en un ensayo clínico que investiga si los implantes cerebrales pueden ayudar a tratar la adicción al alcohol.El alcohol siempre fue una parte importante de la vida de Frank Plummer.Al comienzo de su carrera investigadora, a principios de la década de 1980 en Nairobi, comenzó aconfiaren el whisky para relajarsey manejar el estrés, la decepción y el dolor relacionados con su trabajo.
Él y sus colegas podían sentir la urgencia visceral por su trabajo mientras observaban cómo se desarrollaba la crisis africana del VIH."Me sentí como un bombero o algo así, pero el fuego no se apagaba", le dijo Plummer, de 67 años, a la BBC."Simplemente, seguía y seguía y seguía. Había una sensación de que necesitabas hacer algo y de que el mundo necesitaba hacer algo. Y yo estaba tratando de llamar la atención hacia eso y de obtener dinero para continuar con nuestra obra. Así que erauna época de presiónintensa".Los sujetos de investigación de Plummer fueron mujeres kenianas y trabajadoras sexuales, y descubrió que algunas de ellas tenían una inmunidad natural al virus.Era un estudio pionero y, durante los 17 años que Plummer pasó en Kenia, él y sus colegas hicieron descubrimientos innovadores sobre cómo se propaga el VIH: avances que ayudaron a informar sobre cómo reducir el riesgo de transmisión y que dieron pie a la posibilidad de que algún día se desarrollara una vacuna contra el virus.Un trasplante de hígado
"Mi hígado lo pagó", dice. "Antes de eso, sabía que bebía mucho, pero no creía que tuviera un problema".A su diagnóstico de insuficiencia hepática crónica le siguió un trasplante de hígado. Tuvo que vigilar su consumo de alcohol para preservar su nuevo órgano, pero descubrió que su sed de licor se había vuelto poderosa.Un "marcapasos" cerebral
El tratamiento con ECP consiste en implantar un dispositivo eléctrico directamente en el cerebro del paciente para estimular los circuitos donde haya una actividad anormal o un "cableado" disfuncional, y ayudar a reajustarlos. La ECP se describe con frecuencia como un tipo de "marcapasos" para el cerebro.Los electrodos se insertan en una región específica del cerebro para recalibrar la actividad en esa área utilizando impulsos eléctricos y para reducir la necesidad de consumir alcohol. Estos electrodos son controlados por un dispositivo similar a un marcapasosque se colocadebajo de la piel del pecho.Plummer fue el primer paciente del ensayo. Se sometió a una cirugía experimental hace poco más de un año. Se espera que, con el tiempo, participen un total de seis personas, todas con antecedentes de un trastorno por consumo crónico de alcohol que haya mostrado resistencia a otros remedios.Quitar el estigma
Los cirujanos esperan que el estudio cambie parte del estigma que rodea a los trastornos de adicción, que todavía se ven a menudo como una debilidad o un fracaso de la fuerza de voluntad. Algo que puede evitar que las personas busquen tratamiento."Necesitamos cambiar la forma en que vemos la adicción, cambiar la forma en la que vemos el trastorno por consumo de alcohol como una enfermedad en su etapa avanzada, en su fase resistente al tratamiento, como algo causado por circuitos en el cerebro que no funcionan correctamente", dice.Pero advierte que la investigación se encuentra en una etapa inicial.Ahora puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.https://www.youtube.com/watch?v=kw3FYvWT-Pohttps://www.youtube.com/watch?v=QCh6w30ZQiE&t=4shttps://www.youtube.com/watch?v=6AMWU9EbdCU
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