Viajar en tren en Argentina se ha convertido en una lotería siniestra: uno ya no sabe cuándo vendrá el tren, cuánto tardará en llegar a destino y siquiera si uno llegará sano y salvo o si volverá a ocurrir una tragedia como la que este jueves una vez más enlutó al país, dejando un saldo de tres muertos y más de 300 heridos.
Nací y crecí al lado de las vías del ferrocarril en los suburbios de Buenos Aires y como millones de usuarios en esta ciudad toda mi vida dependí de este medio de transporte para ingresar a la capital argentina para ir a estudiar o trabajar.
Por décadas se trató del medio más veloz, más barato y más seguro para conectar a la provincia con la ciudad, y más allá del hacinamiento –un problema histórico que nunca fue resuelto- uno viajaba confiado y tranquilo.
Hoy la realidad es otra. Se viaja con miedo. No hay previsibilidad. "Vamos todos apretados como ganado, cancelan trenes todo el tiempo, hay problemas, no se puede vivir así", me dijo angustiado Alejandro, un abogado de 47 años que, como yo, toda su vida dependió del tren.
¿Cómo se llegó a esta situación? Los ferrocarriles en Argentina, muchos de los cuales fueron construidos en el siglo 19 con capital británico, ya presentaban síntomas de estancamiento a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, junto con el resto de la economía del país. Pero muchos creen que los problemas se agravaron en los años ’90, cuando el presidente Carlos Menem (1989-1999) privatizó los trenes.
Pablo Martorelli, presidente del Instituto Argentino de Ferrocarriles, dijo a BBC Mundo que en los contratos de concesión no se obligaba a las empresas a invertir.
Sin embargo, el gran declive se acentuó en los últimos tres años cuando los servicios de trenes empezaron a sufrir constantes retrasos y desperfectos, incluyendo descarrilamientos.
La crisis tocó fondo el 22 de febrero de 2012 cuando ocurrió uno de los peores siniestros en la historia ferroviaria del país: la llamada "tragedia de Once", cuando un tren embistió contra el andén en la estación Once de Septiembre matando a 51 personas e hiriendo a otras 800.
¿Culpa de los empresarios?
Los dos trenes que chocaron este jueves son de la misma línea que embistió aquel día: el Sarmiento, que conecta la capital con el oeste del conurbano. Junto con el Mitre (que va hacia el norte) estaban en manos de la empresa privada Trenes de Buenos Aires (TBA).
"Vamos todos apretados como ganado, cancelan trenes todo el tiempo, hay problemas, no se puede vivir así"
Alejandro, abogado, 47 años
El gobierno culpó a TBA por el siniestro y le quitó la concesión, poniendo las dos líneas temporalmente en manos de una sociedad anónima financiada por el Estado.
Sin embargo, muchos consideran que fue el propio gobierno el responsable de la tragedia de Once, ya que las ganancias de esa empresa provenían de los millonarios subsidios al transporte que le otorgaba el Estado.
En 2012 el gobierno invirtió unos US$930 millones para el funcionamiento de los trenes metropolitanos y era responsable de controlar que ese dinero fuera usado para mantener el sistema.
Así lo consideró la Justicia que procesó por el choque de Once no sólo a los dueños de TBA sino también al secretario de Transporte que estaba en funciones cuando ocurrió el siniestro, Juan Pablo Schiavi (quien renunció poco después del accidente) y a su antecesor en el cargo, Ricardo Jaime.
Más allá de este juicio penal, el Estado también es considerado el responsable civil del siniestro ya que es dueño del material rodante y de las vías.
Es decir, si bien el manejo del tren estaba en manos de una empresa privada su financiamiento dependía del Estado, que también era el dueño de los vehículos y de la infraestructura, una situación que hoy se mantiene igual.
Silencio presidencial
A pesar de ello, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner -cuya fuerza política acaba de cumplir una década en el poder- se ha negado a reconocer su responsabilidad por el mal estado del sistema ferroviario.
La mandataria, que suele comunicarse a través de la red social Twitter, no hizo referencia al choque de este jueves. En 2012 también había sido fuertemente criticada por los familiares de las víctimas del accidente de Once por haber reaccionado tarde y haberle dado poca relevancia a esa tragedia.
En una reciente aparición ante el Congreso para dar cuenta sobre la gestión del gobierno el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, negó los cuestionamientos de la oposición a algunas de sus políticas, como la del transporte.
"No escondemos fracasos del presente porque no tenemos fracasos", aseguró el funcionario.
La mayoría de quienes viajan en el tren todos los días no están de acuerdo.
A pesar de las promesas de mejoras realizadas tras el choque de Once por el ministro del Interior, Florencio Randazzo -a quien se le encomendó el ministerio de Transporte con la intención de que genere "una revolución"- en el corto plazo la situación de los trenes se deterioró aún más.
"Es un cambio estético, no estructural"
Nicolás Cuenca, estudiante de derecho, 25 años
"No hubo mejoras, está peor. Corren menos trenes y tardan mucho más en hacer el recorrido", comentó a BBC Mundo Raquel, una empleada doméstica de 22 años que esperaba pacientemente en la estación de trenes de Retiro.
Por su parte Nicolás Cuenca, un estudiante de derecho de 25 años, consideró que todos los cambios que se han hecho hasta ahora son superficiales.
"Pusieron pantallas en las estaciones con los horarios de los trenes pero el servicio es el mismo. Es un cambio estético, no estructural", opinó.
Los familiares de las víctimas de Once coinciden. Denunciaron que los trenes del Sarmiento, como los que embistieron en el barrio de Castelar este jueves, han sido pintados y remodelados en su exterior, pero la maquinaria es la misma.
Randazzo, quien concurrió al lugar del choque unas horas después del siniestro, aseguró que el tren que embistió contra otro que estaba frenado "había sido totalmente reparado" y dijo que se investiga si se trató de un error humano.
Renovación
A comienzos de 2013 la presidenta Fernández anunció "la renovación ferroviaria más importante de los últimos 50 o 60 años", que incluirá el reemplazo de los trenes de las líneas Sarmiento y Mitre.
Se espera que los nuevos vagones comiencen a llegar en 2014.
Algunos creen que el gobierno podría eventualmente anunciar una estatización de todo el sistema ferroviario luego de que hace pocos días rescindiera el contrato del Tren de la Costa (un servicio turístico) y del transporte de carga nacional.
Otros piensan que el gobierno prefiere mantener una gestión privada –aunque financiada desde el Estado-, quizás con la intención de deslindarse de responsabilidades.
Los cientos de miles de usuarios que dependemos diariamente del tren nos mantenemos ajenos a estas especulaciones. Nosotros sólo queremos llegar a destino y todos los días rogamos no convertirnos en una más de las víctimas de la desidia del ferrocarril.