Celta es una palabra con muchos significados, que ha evolucionado constantemente a través del tiempo.
Hace cerca de 2.500 años, los escritores griegos definieron como "bárbaros" a los celtas que vivían al norte de su mundo mediterráneo.
Hoy en día, reconocemos identidades y lenguajes celtas en lugares como Escocia, Irlanda, Gales y Bretaña.
Pero estos pueblos no dejaron nada por escrito; lo poco que sabemos sobre su historia quedó registrado por los griegos y los romanos.
Unos textos que proporcionan tan sólo un atisbo a un mundo que los autores de los manuscritos no lograron entender, y cuyas perspectivas demostraron ser muy influyentes.
Entre estos lugares y tiempos tan diferentes, yace una compleja historia que podemos desentrañar a través de los poderosos objetos decorativos que sobrevivieron a su época.
A estos objetos se les llama celtas y son el tema principal de la nueva exposición del Museo Nacional de Escocia.
Una ventana a su mundo
Los escritores del siglo XIX mezclaron fragmentos de historias clásicas con mitos medievales y pruebas arquológicas de lugares y tiempos muy diferentes, lo cual permitió construir la idea romántica de los celtas que permanece hoy.
Pero los objetos decorativos son una ventana hacia su mundo.
Lo que llamamos celta no era un estilo, sino varios, desarrollados y puestos en práctica a lo largo de más de 2.000 años, durante la Edad de Hierro, el auge y la caída del Imperio Romano, y la llegada del cristianismo.
El arte celta adoptó diferentes significados y usos en distintos periodos de tiempo.
El de la primera época, que data de la Edad de Hierro, se ve extraño a nuestros ojos, con sus diseños fascinantes y difíciles de entender.
La joyería de oro de Waldalgesheim (300 – 240 a.C.)
Un descubrimiento significativo fue el entierro de una importante mujer en Waldalgesheim cerca del 320 a.C., con muchos objetos ricamente adornados.
Vestía joyas de oro y bronce, y fue sepultada con vasijas de bronce.
Un carro adornado la acompañó a su tumba.
La inusual decoración de estos objetos los convierten en algo extraordinario y muestra las conexiones a un mundo desconocido.
El casco con cuernos del Río Támesis (250 – 200 a.C.)
El arte celta de la Edad de Hierro se contextualiza frecuentemente en el campo de batalla, con armas decoradas, escudos y cascos.
La decoración y el estátus eran tan importantes como la función práctica, y a veces incluso más que ésta última, como debió ser el caso de este casco con cuernos, encontrado en el Río Támesis, Londres.
La organmentación del casco es una versión alargada de lo que se ve en los torques de la época.
La caldera de Gundestrup, Dinamarca (150 – 50 a.C.)
Se encuentra en el Museo Nacional de Dinamarca y es uno de los descubrimientos más misteriosos de la antigua Europa.
La magnífica caldera de plata de Gundestrup, Dinamarca, revela las conexiones entre comunidades a miles de kilómetros de distancia.
Y, aunque suele llamarse céltico, nos traslada lejos de cualquier idea simple sobre los celtas.
Muchas de sus escenas son fantasiosas pero incluyen objetos típicos de Europa occidental y central.
Su estilo sugiere que fue fabricada en el sureste de Europa (Bulgaria o Rumanía), donde abundaba la plata.
La cabeza del carnyx de Deskford (75 – 150 d.C.)
Gran parte de lo que conocemos como arte celta consiste en versiones locales de una idea internacional.
Por ejemplo, el carnyx era un animal con un cuerno en su cabeza que se utilizaba en guerras y ceremonias para causar inspiración o terror.
Esta cabeza de carnyx de Deskford, Escocia, está decorada con un distintivo estilo de Caledonia.
El broche de Auldearn, (75 – 150 d.C.)
Nuevos estilos de arte y artefactos, como broches con cabezas de animales, se utilizaron para definir nuevas identidades, que les diferenciaran de los romanos.
Un ejemplo es este reciente hallazgo, en 2014, de este torque de bronce y un broche romano-británico, encontrados cerca de Auldearn, Escocia.
El torque es el primero de este estilo en Escocia, mientras que el broche es una combinacion de un orgamento de estilo celta en un broche romano.
Fue así como se creó el nuevo arte celta del primer periodo medieval.
La placa de plata con símbolos pictos (siglos VI – VII)
A partir del año 600 a.C., comenzaron a establecerse conexiones entre diferentes regiones y épocas.
Cuencos finamente decorados y otros objetos fabricados en los reinos del norte y del oeste acompañaban a los muertos en tumbas paganas de sus vecinos del sur.
Las técnicas de joyería se extendieron, entrelanzando ornamentos de Bretaña e Irlanda.
La cruz de Minifieth, Angus (siglo VIII)
El cristianismo unió todas las islas en una sola fe alrededor del año 650 d.C.
Y la diversidad de la herencia artística de Gran Bretaña e Irlanda expresó esta nueva creencia.
Nuevas formas de arte, como enormes cruces talladas en piedra y manuscritos iluminados con el mismo tipo de diseño, se extendieron por distintos lugares de Europa.
Cabeza de báculo de St Fillan de Glendochart (siglo XI)
Algunos objetos decorativos sobrevivieron siglos después de haberse fabricado, muchos de ellos gracias a las familias influenciables, que se convirtieron en los guardianes de estos tesoros sagrados, así como de los mitos y tradiciones asociadas a ellos.
1.000 años después de la caída de Roma, la palabra celta vio reducido su uso.
Pero en el año 1.500 los académicos europeos redescubrieron los escritos celtas de los griegos y romanos, y trataron de vincular estas historias a sus conocimientos en arqueología, lenguaje y estilos artísticos.
Eran tiempos de cambio, especialmente en la recientemente unida Gran Bretaña, que luchaba por reconciliar sus divisiones lingüísticas, culturales y políticas.
El resurgimiento de lo celta dio lugar a un poderoso sentido de identidad compartida, que todavía abarca muchas de nuestras ideas sobre los celtas de hoy.