James Deen ha protagonizado más de 4.000 escenas de sexo y no ha usado jamás un condón.

"Eso es ante la cámara… Yo creo que el sexo seguro es bueno y hay que incentivarlo en la vida privada. Pero esto es cine de adultos", señala el actor a BBC Mundo.

Deen, que en realidad se llama Bryan Sevilla, es una estrella porno con más de mil títulos en su filmografía. A los 26 años y en la cima de su fama, es también uno de los más activos voceros contra una norma que propone el uso obligatorio de condones para los rodajes y que ha puesto en pie de guerra a la industria del cine condicionado.

La "Norma para el sexo más seguro" -más conocida como "Medida B"- fue impulsada por organizaciones que luchan contra el VIH-SIDA en Los Ángeles, donde se encuentra el polo de producción de 95% de las películas porno estadounidenses.

La ordenanza -que también establece un nuevo sistema de adjudicación de permisos de filmación- acaba de entrar en vigor, después de idas y vueltas burocráticas y de que los ciudadanos le dieran el visto bueno en las urnas en noviembre, con 56% del apoyo.

Pero la disputa está lejos de cerrarse: la Coalición por la Libre Expresión, un grupo de lobby de las empresas de entretenimiento adulto, anticipó a BBC Mundo que presentará un recurso judicial para evitar la aplicación de la medida.

"Los actores no quieren condones. Los productores no quieren condones. Los espectadores no quieren condones. ¿Quién es el gobierno para imponérnoslo? Si esto sigue nos iremos con el negocio a otra parte", señaló Steven Hirsch, fundador de Vivid Entertainment, una productora que lleva en el mercado casi 30 años.

El negocio del que habla Hirsch representa al menos US$7.000 millones anuales, según la revista "Adult Video News", y tiene su epicentro en el valle de San Fernando: el llamado "Pornovalle" del condado Los Ángeles. De cumplirse la amenaza, el "lado B" del cine de Hollywood podría mudarse a otros estados, lo que no sólo le haría perder al distrito su título de meca del porno: desde la industria argumentan que estarían en peligro decenas de miles de empleos.

Autorregulados

La Medida B fue presentada como un recurso para proteger a los actores ante potenciales contagios de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Pero son los mismos intérpretes de cintas "triple equis" quienes se oponen, porque consideran que los condones atentan contra su labor.

"Creemos que limita nuestra libertad de expresión en la creación de contenidos, con lo cual atenta contra la Primera Enmienda constitucional", explica Deen.

"Si das positivo por alguna enfermedad sexual no pueden contratarte hasta que salgas ‘limpio’ nuevamente. Nosotros somos los primeros interesados en que no se genere un contagio. ¿Quién va a venir a custodiarnos, un empleado del gobierno usando fondos de los contribuyentes?"

Nina Hartley, actriz porno

El actor, premiado en 2009 como el mejor del rubro, ha protagonizado un video satírico para la campaña "No a la B" junto a su colega Jessica Drake: en él se mofan de cómo debería filmarse el porno de cumplirse la norma a rajatabla, no sólo poniéndose condones sino también anteojeras, protectores bucales y hasta trajes quirúrgicos.

"No me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Rechazo la interferencia gubernamental pero, sobre todo, la premisa que han usado los que impulsan la norma sin decirle a la gente toda la verdad", dice Drake a BBC Mundo.

La verdad, dice, la dan las cifras: en Estados Unidos no se han declarado casos de contagio de VIH en un set de cine porno desde 2004.

Una decena de actores consultados por BBC Mundo coincidió en que el sistema establecido por la propia industria para garantizar su salud sexual les resulta confiable y suficiente: deben someterse a controles cada 28 o 14 días, cuyos resultados quedan registrados en una base de datos.

"Si das positivo por alguna ETS te quitan de la base y no pueden contratarte hasta que salgas ‘limpio’ nuevamente. Nosotros somos los primeros interesados en que no se genere un contagio. ¿Quién va a venir a custodiarnos, un empleado del gobierno usando fondos de los contribuyentes? Es ridículo", reclama Nina Hartley, veterana de la industria desde 1984 que además es enfermera profesional.

Salud pública

Desde la AIDS Healthcare Foundation (AHF), los expertos refutan cada argumento: esta organización no gubernamental es la fuerza detrás de la Medida B.

Señalan por caso que, si bien es cierto que no se han registrado casos recientes de SIDA, no puede decirse lo mismo de otras ETS. Basta remontarse a agosto de 2012, cuando un brote de sífilis hizo suspender las filmaciones en San Fernando por casi dos semanas.

"Es un tema básico de salud pública, excede a la regulación interna de la industria. Y los análisis periódicos no funcionan como protección", señala a BBC Mundo el presidente de AHF, Michael Weinstein.

Según sus estudios, estos actores tienen entre 8 y 15 veces más posibilidades de contraer ETS. Sin embargo, a los activistas les ha costado conseguir el apoyo de estrellas porno para su campaña.

La popular Aurora Snow fue una de las pocas que levantó la voz. El resto, opina Weinstein, no lo hace porque está "condicionado y presionado" para mantener el empleo.

"Traer los condones al porno puede contribuir a arruinar la fantasía porque nadie en el mundo de la fantasía quiere pensar en la seguridad. Pero si yo fuera tu novia, tu hermana, tu madre o tu hija, ¿cómo querrías que fuera la ley?", escribió Snow en una columna en "The Daily Beast".

¿Nuevo Pornovalle?

Lo cierto es que la disputa ha puesto en alerta al Pornovalle: más de 10 mil empleos dependen de los rodajes "triple equis".

El boom del entretenimiento para adultos explotó aquí en la década del ’80, con la llegada del video hogareño, aunque luego se vio golpeado por la merma en ventas de DVDs y el consumo de porno gratuito en internet. Se estima que hay unas 300 productoras y, aunque los permisos de rodaje son sólo 5% de los que otorga el condado angelino, el negocio es suficiente para despachar unos 5.000 títulos al año.

"Nos vamos a ver perjudicados no sólo por el tema de los condones, que ya se probó en los ’90 y se vio que la gente no quiere verlos en las películas, sino también por los permisos: van a cobrar miles de dólares para autorizar un rodaje y es un pésimo momento para hacerlo, en plena crisis económica", señaló a BBC Mundo Stuart Waldman, directivo de la Asociación de Comercio e Industria del Valle.

Aunque no está claro cómo funcionarán los cambios, las autoridades estiman que ponerlos en marcha costará unos US$300.000 y para pagar a los inspectores es que se ha modificado el sistema de permisos de filmación pagos.

"Somos empresas como cualquier otra: si no nos convienen las condiciones económicas o las normas vigentes, buscaremos otras opciones. No tengo dudas de que con la Medida B nos veremos impulsados a mudarnos fuera del condado de Los Ángeles"

Steven Hirsch, presidente de la productora Vivid Entertainment

Ante la perspectiva del aumento en controles y costos, las productoras han comenzado a mirar otros destinos. Las Vegas es uno de los que suena más fuerte, una ciudad ya asociada al entretenimiento adulto y donde cada año se entregan los AVN, los "premios Oscar" del cine porno.

Podría incluso ser más cerca: dentro de la misma California, en San Francisco -donde ha habido señales de interés por parte de privados- o incluso en ciudades aledañas a Los Ángeles, como Pasadena o Long Beach.

El veterano Larry Flynt, la figura detrás de la casa Hustler, amenazó con irse a Arizona o Hawaii. Incluso se ha hablado de Miami o Budapest, la capital húngara considerada el corazón del porno europeo. De concretarlo, otras productoras pequeñas podrían seguirle los pasos.

"Somos empresas como cualquier otra: si no nos convienen las condiciones económicas o las normas vigentes, buscaremos otras opciones", coincidió Hirsch ante BBC Mundo.

No son buenos pronósticos para la industria cinematográfica local, que viene presenciando el éxodo de series y películas comerciales hacia estados que ofrecen mejores beneficios impositivos.

Sin embargo, hay quienes señalan que la perspectiva de una mudanza en masa del negocio porno no es sino un argumento de presión.

La infraestructura de Hollywood está literalmente en la puerta de al lado del valle fernandino y no son pocos los técnicos detrás de escena, desde iluminadores a maquilladores o sonidistas, que trabajan alternativamente en uno y otro sector.

Al mismo tiempo, la mayoría de los estados del país considera ilegal la producción condicionada, lo que recorta las opciones geográficas para un nuevo "Pornovalle": Florida, Nuevo Hampshire y Nevada podrían verlo crecer, si las cámaras sobre la cama finalmente se apagan en California.