Álex Quiñónez no se lleva ninguna medalla a Ecuador, pero protagonizó una hazaña en Londres 2012: compitió contra siete de los hombres más veloces del planeta en la final de los 200 metros planos, carrera en la que Usain Bolt se catapultó en el panteón de las leyendas olímpicas.
"Estas son mis primeras Olimpiadas, estaba muy nervioso", le contó Quiñónez a BBC Mundo.
"No pensé en llegar tan lejos, en llegar a la final y en estar entre los ocho mejores del mundo".
El martes, el atleta oriundo de Esmeraldas hizo el mejor tiempo en la ronda clasificatoria de la prueba al detener el cronómetro en 20,28.
Esa actuación le dio el boleto a la semifinal y además le permitió imponer un nuevo récord ecuatoriano.
En la semifinal, Quiñónez corrió en el carril que estaba al lado de Bolt.
¿Qué sentiste al tenerlo tan cerca? le preguntamos.
"Uno podría sentir temor, pero yo estaba más intranquilo por la gente que me miraba en el estadio y en Ecuador y por lo que iba a ser mi desenvolvimiento en ese momento que por tenerlo cerca. Realmente no estaba nervioso porque fuera a correr contra él o por tenerlo al lado".
"Él es un ser humano como yo, tiene las mismas cosas que tengo yo y todo lo que puede hacer él lo puede hacer cualquiera", señaló el atleta.
"Cuando estás ahí piensas: 'Sé que es el mejor del mundo porque tiene un gran don, que lo sabe aprovechar y desarrollar muy bien'. Pero con respecto a él, me sentí normal, yo realmente estaba nervioso por lo que dirían de mi desempeño, especialmente la gente que me ha apoyado".
Sorpresa

Londres 2012 fue la primera vez que Quiñónez competía contra Usain Bolt.
En la semifinal, celebrada el miércoles, el ecuatoriano llegó de tercero. Bolt y el sudafricano Anaso Jobodwana llegaron de primero y segundo respectivamente.
El reglamento olímpico establece que los dos ganadores de cada una de las semifinales que se disputan pasan a la final.
"Corrí con toda el alma para clasificar a la final (…) Apenas terminé la semifinal, salí del estadio, me fui a trotar afuera".
Sin embargo, a su regreso le esperaban buenas noticias.
"Cuando me dijeron que había pasado a la final, no lo creí. Mi mamá me llamó y me dijo: 'Vamos adelante, todo se puede'. Hablé con mi abuela y me dijo que me arrodillara, que me tranquilizara, que mañana sería otro día y que ya había pasado lo más duro".
Quiñónez consiguió su pase a la final tras conseguir el octavo mejor tiempo de las tres semifinales de la prueba.
"Corre, corre"
"Me puse a pensar en lo que me dijo mi entrenador (…): 'Entra ahí y piensa que estás corriendo solo, que no hay nadie'. Cada vez que corría cerraba los ojos y pensaba: 'No hay nadie, no hay nadie. Yo puedo'"
La final, que se disputó el jueves, estuvo rodeada de una gran expectativa mundial, pues de resultar ganador, Bolt se convertiría en el primer deportista en conquistar el oro en los 100 metros y en los 200 metros en dos Juegos Olímpicos.
En la final, Quiñónez fue ubicado en el tercer carril de la pista, al lado del jamaiquino Yohan Blake, quien venía de conquistar la medalla de plata en los 100 metros planos.
"Recuerdo que estaba muy nervioso. Sentía miedo. Pero no le tenía temor a él o a ellos, tenía miedo por la gente que me estaba viendo".
"Cuando entras al estadio, ves mucha gente por todos lados. Todo el mundo te está mirando. Te preguntas: '¿Qué hago? ¿Salgo corriendo? ¿Me voy?' y dices: 'Dios Ayúdame.' Te pones a pensar en mil cosas y no sabes cómo resolverlas en ese instante", indicó el ecuatoriano.
"Pero poco a poco, cuando empiezas a correr, piensas en que sí se puede. Todo el mundo puede llegar ahí. Le metí todas las ganas del mundo, le metí todo lo que tenía. Sentí que iba corriendo al lado de toda la gente que me ha apoyado, sentí que me decían al oído: 'Corre, corre'".
Silencio

Bolt y Quiñónez apenas pasaron la recta final de la semifinal.
Para quienes pudieron estar sentados en el estadio olímpico de Londres en las finales de los 100 metros y de los 200 metros y quienes siguieron ambas competiciones por televisión habrán notado el silencio casi absoluto de los segundos previos al pistoletazo de partida.
"En ese momento es cuando te dan más nervios", dijo Quiñónez.
"Minutos antes, escuchas todo el ruido, toda la bulla, pero cuando no oyes nada y estás en la salida esperando el pistoletazo, sientes toda la tensión".
"Comencé a pensar en que lo tenía que hacer por mi mamá. 'Tengo que quedar bien. Diosito ayúdame, ayúdame', me dije".
"Nunca había tenido tanto miedo en una carrera como el que sentí en esa. Es la carrera más dura que he tenido porque ahí sentí una presión muy fuerte, sentí algo que no sé cómo explicar. Sentí la angustia de estar ahí y de querer llegar en un buen puesto pero de no poder hacerlo".
Quiñónez le explicó a BBC Mundo su fórmula para enfrentar el nerviosismo de los segundos previos a la alargada.
"Me puse a pensar en lo que me dijo mi entrenador en la fase clasificatoria y en la semifinal: 'Entra ahí y piensa que estás corriendo solo, que no hay nadie'. Cada vez que corría cerraba los ojos y pensaba: 'No hay nadie, no hay nadie. Yo puedo'. Pero creo que empecé tarde a hacer eso".
"De tanto pensar, todo me salió mal. Salí muy lento y de los nervios que tenía no pude demostrar todo mi potencial. Pensé que en la final iba a tener una mejor marca, pero de lo nervioso que estaba, no me pude desenvolver bien".
Nerviosismo

Quiñónez en la final de los 200 metros al lado de Yohan Blake, quien se hizo de la plata. El ecuatoriano llegó de séptimo.
Le preguntamos al velocista ecuatoriano si había conversado con sus contendores antes de la histórica carrera.
"No hablé con ellos. Sólo escuchaba que conversaban entre ellos y que se reían. Pensaba: '¿Qué estarán diciendo? No les entiendo'. Pero me di cuenta que cuando estábamos calentando, ellos también estaban nerviosos: Blake, Bolt, el estadounidense (Wallace Spearmon), el francés (Cristopher Lemaitre), todos estábamos nerviosos".
"Ahí me dije: si él (Bolt) que es el mejor del mundo está nervioso, imagínate como estaré yo que es mi primer Olimpiada y que es la primera vez que competía contra él (…) Yo lo había visto por televisión, pero nunca había competido contra él".
De acuerdo con Quiñónez, poco antes de la final, Bolt les deseó buena suerte a todos y les deseó que hicieran una buena carrera.
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"Yo estaba emocionado y asustado al mismo tiempo. Quería hacer sentir bien a los ecuatorianos, al menos por un rato. Les quería dar una medalla. Di lo mejor de mí por conseguirla, pero no pude. Ojalá que Ecuador esté feliz por mi participación".
Lecciones
"Desde que conocimos a Álex nos dimos cuenta de su talento y nos propusimos hacer lo que para algunos era imposible: llevarlo a unos Juegos Olímpico"
Jorge Casierra, entrenador
Quiñónez, quien cumplió 23 años este sábado, está orgulloso de su hazaña en Londres.
Ahora, dice, hay que analizar las lecciones que estas Olimpiadas le dejaron.
"Ya tuve la experiencia, ya sé con quién voy a competir. Siento que antes de venir a Londres, me hicieron falta más competencias internacionales. Por ejemplo, haber venido aquí, a Europa, a rozarme con atletas más fuertes. Me di cuenta cuán importante es competir en el exterior para conocer a otros atletas y para realmente poner a prueba mi nivel".
Quiñónez, quien por "falta de dinero" tuvo que retirarse del atletismo por dos años y desempeñarse en la albañilería, cumplió su sueño de competir en unos Juegos Olímpicos.
"Me llevo la experiencia hermosa de haber competido, de ver que muchos ecuatorianos me saludan con cariño y que se quieren tomar una foto conmigo. Yo les agradezco su apoyo".
Jorge Casierra, entrenador de Quiñónez, tiene fe en el potencial de su pupilo.
"Desde que conocimos a Álex nos dimos cuenta de su talento y nos propusimos hacer lo que para algunos era imposible: llevarlo a unos Juegos Olímpicos. Empezamos a luchar contra todo y contra todos", indicó el entrenador en conversación con BBC Mundo.
¿Alguna vez se imaginó que lo vería en la misma carrera junto a los más veloces del planeta?
"Si me lo hubiera preguntado hace dos años, le hubiese dicho que no. Pero si me lo hubiese preguntado poco antes de los Panamericanos de 2011, otra hubiese sido la respuesta".
En Guadalajara, Quiñónez se clasificó a Londres y tras intensas sesiones de entrenamiento y pruebas, demostró que no pasaría desapercibido en la cita olímpica.
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