Libia ante el reto de cambiar la pistola por el orden

Mientras el gobierno del coronel Muamar Gadafi colapsaba, me encontré con Salá al Margani en la recién liberada prisión de Abú Salim. Entonces era un abogado de Derechos Humanos más bien callado, pero determinado, que supervisaba a un grupo de sudorosos y polvorientos jóvenes, abogados como él, que estaban tratando de salvar los registros de la cárcel. Eran pilas de documentos, fotografías, vídeos y cintas de audio amontonadas en cajas de frutas y que iban metiendo en un camión. Trabajaban a toda prisa porque los partidarios de Gadafi ya habían estado en la prisión y le habían pegado fuego a los archivos. Salá y sus colegas no querían que se perdiera todo. Al Margani es ahora ministro de Justicia. Cuando habla de lo duro que ha sido intentar cambiar Libia para mejor se emociona visiblemente.
Como en los viejos tiempos
Cuando se manifestó contra la ilegal y a veces brutal detención de los prisioneros por milicias armadas, hombres armados ocuparon su ministerio y lo echaron. Su mayor temor, como el de muchos de los que compartían la esperanza en derrocar al coronel Gadafi, es que las costumbres de los viejos tiempos no hayan sido erradicadas y que permanezcan vivas en parte de las milicias.Para el ministro de Justicia, el futuro depende de la seguridad.
"Vivimos encañonados"
El problema es que las milicias no responden a requerimientos educados. Varios intentos de integrar milicianos en el nuevo ejército han fracasado o tenido un éxito muy limitado. Hace semanas, Zeidan fue secuestrado por una milicia. Fue liberado a las pocas horas. Otros menos influyentes no tienen tanta suerte."Yo soy la víctima. Debería ser el primero en vengarme de los que nos torturaron. Pero la tortura sólo engendra tortura, la venganza engendra venganza"
Alí Alekermi, 30 años prisionero político
La presencia de milicias en Trípoli ha desatado protestas.
Sed de venganza
Pero muchos libios sí quieren venganza. Tal vez si el coronel Gadafi hubiera sido arrestado y llevado a juicio en lugar de apuñalado, golpeado y linchado en una polvorienta carretera, los últimos dos años hubieran sido diferentes. Los libios hubieran tenido un ejemplo de cómo el estado de Derecho hace justicia. Algunos de los países occidentales que ayudaron a derrocar a Gadafi están ahora entrenando a las fuerzas armadas.La inseguridad se ha apoderado de Libia.
Noticias relacionadas