Decenas de miles de inmigrantes indocumentados, activistas de sus derechos y simpatizantes se congregaron el miércoles frente al Capitolio en Washington DC para exigir al Congreso de Estados Unidos una pronta legislación para normalizar su estatus y brindarles una vía a la ciudadanía.
Delegaciones de unos 35 estados llegaron en autobuses para unirse a los grupos que abogan por una amplia reforma migratoria en lo que los organizadores tildan de la mayor actividad coordinada a favor de la legislación hasta el momento.
Aunque gran parte de la atención del país se ha enfocado en los indocumentados de la comunidad hispana, la reforma migratoria toca a muchos otros grupos étnicos en ese país.
El presidente Barack Obama ha hecho de la reforma una prioridad en su segundo mandato y la medida ha cobrado fuerza en vista del abrumador apoyo que recibió del electorado hispano para su reelección.
De los aproximadamente 11 millones de indocumentados en EE.UU., se cree que casi 10 millones son latinos. Los restantes, cerca de un millón de indocumentados provenientes de otras regiones del mundo, encuentran que sus esfuerzos por regularizar su estatus migratorio no reciben tanta atención de los medios. Éstas son algunas de sus historias que contaron a BBC Mundo.
Tony Choi, Corea del Sur
Los padres de Tony tuvieron que abandonar Corea del Sur, a finales de la década de 1980, en un momento de dificultades económicas en ese país. Tony tenía nueve años.
"Quedamos sin nada de la noche a la mañana y la familia tomó la difícil decisión de ir a los Estados Unidos con una visa de visitantes esperando obtener un permiso de inversionistas con un dinero que nos prometieron llegaría desde Corea. Nunca se materializó", comentó.
"Inicialmente llegamos a Hawaii pero era muy caro y vivíamos en un apartamento de una alcoba. Así que nos mudamos a Nueva Jersey. Poco después mis padres se separaron y nos crió ella sola".
Tony terminó la escuela aunque, cuando llegó el momento de estudiar en la universidad, se presentaron problemas por su situación de indocumentado. No obstante pudo graduarse en ciencia y español.
"El poder del voto latino ha sido muy importante para impulsar la reforma pero algunas veces creo que la voz de los asiático-americanos no la consideran igualmente importante "
En 2011 decidió salir públicamente como indocumentado y volverse un activista para promover una legislación que resuelva el estatus de él y su familia.
"El poder del voto latino ha sido muy importante para impulsar la reforma pero algunas veces creo que la voz de los asiático-americanos no la consideran igualmente importante", explicó. "Este no es un problema de latinos nada más, es de europeos, africanos, asiáticos".
"Hay que resaltar que los jóvenes asiáticos son los que ha liderado el movimiento desde el comienzo y esa contribución no se reconoce", concluyó.
Layo, Nigeria
Layo tiene 26 años, acaba de graduarse de enfermera y conseguido un empleo en el estado de Wisconsin.
A pesar de que se ha visto amparada por la prórroga del presidente Obama que permite a los inmigrantes indocumentados que llegaron como menores obtener permiso de residencia y un trabajo, la situación no es igual para sus padres.
La familia primero migró a Italia pero decidieron enviar a los menores a Estados Unidos debido a la discriminación racial y porque buscaban mejores perspectivas. Layo y su hermano fueron enviados primero e introducidos al país por un traficante de inmigrantes.
"La comunidad inmigrante africana tiene mucho miedo y no salen de las sombras "
"Vivimos en Washington DC y estudiamos aquí. Fui muy buena estudiante y vivía en un enclave africano, así que no me daba cuenta de que tenía un problema de indocumentada", expresó a la BBC.
Por su buen rendimiento académico consiguió becas y asistencia para estudiar y graduarse. "Me dieron un permiso de trabajo muy rápido, quizás por que soy enfermera". Sus padres, sin embargo, no han corrido con la misma suerte.
"Todo el mundo cree que los hispanos son los únicos con problemas migratorios. Pero, si no fuera por ellos, yo no tendría un permiso de trabajo", aseguró. "La comunidad inmigrante africana tiene mucho miedo y no salen de las sombras".
Ray José, Filipinas
Ray tiene 22 años y llegó en 2000 con su familia "con la esperanza de lograr un mejor futuro y el sueño americano" cuando tenía nueve años.
La familia viajó con visas de turista y se quedaron como indocumentados. Tuvieron que trabajar sin papeles y pasaron penurias.
No obstante, viven en el estado de Maryland que tiene una política más tolerante con los indocumentados. Ray es un activista en la causa de indocumentados y está protegido por la reciente norma expedida por el gobierno de Obama pero sus padres corren la amenaza de ser deportados.
"Cuando me uní al movimiento me di cuenta muy pronto que, como filipino, era una minoría dentro de otra minoría", declaró a BBC Mundo.
"Una de mis metas este año es diversificar el movimiento, no solo con asiáticos sino con africanos y la comunidad LGTB "
"Pero hay 1,2 millones de inmigrantes de las islas del Pacífico y es la comunidad de mayor crecimiento. Una de mis metas este año es diversificar el movimiento, no solo con asiáticos sino con africanos y la comunidad LGTB", señaló.
A pesar de ser un representante minoritario en el movimiento proinmigrante, Ray dice no sentirse marginado pues todos están en la misma lucha. "En tagalog hay un dicho: ´isang bagsak´. Eso quiere decir, todos nos caemos juntos y todos nos levantamos juntos".
Yves Gomes, India
El padre de Yves llegó a Estados Unidos solicitando asilo por ser perseguido como cristiano en Bangladés, su país de origen. El resto de la familia vivía en India y lo siguió a Washington DC mientras se resolvía el estatus de asilado.
El padre pudo trabajar y la madre sacó un título universitario en ciencias de computación. Yves, que llegó de año y medio, se crió como un estadounidense, mientras que su hermano menor nació en ese país.
"Yo siempre creí que era un estadounidense. Aprendí inglés viendo televisión, soy aficionado a los Redskins (equipo de fútbol americano) y nunca pensé que nuestro estatus migratorio se convertiría en un problema", contó a BBC Mundo.
Doce años después, en 2006, las autoridades negaron el asilo a su padre y quedaron en el limbo. El padre tuvo que dejar el trabajo y su madre abandonó el buen puesto laboral que tenía.
Una noche un policía detuvo el auto que manejaba su padre porque tenía una luz dañada y el agente registró sus datos. Unos días después, las autoridades allanaron la casa de Yves.
"Es cierto que los medios destacan a la comunidad latina como la afectada por el problema migratorio. Pero estadisticamente, hay muchos asiáticos llegando a este país y por lo menos dos de cada diez son indocumentados "
"Esa fue la última vez que vi a mi padre. Lo metieron en un centro de detención durante seis meses y luego lo deportaron a Bangladés".
A la madre le dieron un año de gracia para permanecer en el país pero debió utilizar un grillete electrónico para que las autoridades la pudieran vigilar. "Eso nos afectó muchísimo. Eso es algo que se le pone a un animal o a un criminal de alta peligrosidad".
Eventualmente también fue deportada e Yves estuvo amenazado con ser expulsado del país cuando finalizara sus estudios secundarios. El hermano menor se quedaría sólo, al ser ciudadano estadounidense.
"Espero que este año se pueda aprobar una amplia reforma migratoria y mi familia pueda ser unificada. Pero mi historia es apenas una más. Hay miles de familias que están siendo separadas todos los días".
"Es cierto que los medios destacan a la comunidad latina como la afectada por el problema migratorio. Pero estadisticamente, hay muchos asiáticos llegando a este país y por lo menos dos de cada diez son indocumentados", aseguró. Nuestra comunidad no está bien representada en eventos como los de hoy. Me gustaría ver más asiáticos saliendo de las sombras y tomando liderazgo".