Bisabuelo de Javier Lizarzaburu

En ambos lados de mi familia, el tema del linaje siempre fue importante. Si bien no crecí con mi familia paterna, sí escuché de historias de abolengo que iban hasta el siglo XIV en el país vasco. O del antepasado prócer de la Independencia en Trujillo, al norte de Lima.

Del lado materno la historia era más simple. La abuela supuestamente había nacido en España, de padre inglés, y el abuelo en Italia. Después de muerto él en la ciudad de Iquitos, en la selva peruana, mi abuela llegó con todos sus bártulos a la capital, a fines de los años 50.

Desconozco cuándo se empezó a tejer esta leyenda familiar. Hasta hoy algunos primos me preguntan si tenemos derecho a un pasaporte italiano. Pero en este abrir y cerrar de cajones sellados, empezaron a salir las verdades.

La abuela no era española. Había nacido en Moyobamba, en la selva, y el abuelo no había sido italiano. Había nacido en Chachapoyas, en la sierra del país.

¿Por qué se había creado esa mentira? Posiblemente por un acto de amor. Para evitar que nosotros, los nietos nacidos en la capital, fuéramos discriminados por tener raíces provincianas. Tal era la fuerza de estos conceptos de origen.

Proyecto de National Geographic

Geno 2.0: el proyecto genográfico de National Geographic.

Pero el dato más devastador para algunos miembros de la familia surgió no hace mucho. Quizás porque en las últimas semanas empecé a hablar con varios parientes de este proyecto de National Geographic, que algunos se animaron a hablar.

Uno de los secretos mejor guardados había sido el del origen de la abuela. Su padre no había sido el afable e inteligente ingeniero Samuel Young, quien tampoco había sido inglés. Sino otro señor, un de la Torre. El ex inglés la había adoptado cuando niña.

Del lado de mi padre, la historia no había sido muy diferente. Mi abuelo paterno había tenido seis hijos con seis señoras distintas, y solo se casó pasados los 60 con otra señora, con la que no tuvo descendencia.

Voces latinoamericanas

"Los nicaragüenses no podemos ser entendidos sin esta conciencia intensa del momento en que nacimos: hijos de madres anónimas y de padres bastardos; en una sociedad en donde la pigmentocracia marcaba el lugar que ocupabas en la sociedad… "

Karlos Navarro, historiador y abogado nicaragüense

Es así que en un momento de lucidez admití la realidad: descendía de un ilustre linaje de hijos ilegítimos. Por los cuatros costados. Más aún, mis padres tampoco se habían casado. Era, lo que se dice, un hijo bastardo.

Pero esta investigación de National Geographic no me ayudará con eso. No es un proyecto genealógico ni un test de paternidad.

Ellos solamente me dirán de qué partes del planeta llegaron los que me antecedieron. Todos. En los últimos 60.000 años. El resto del trabajo me toca hacerlo a mí solo.

Quizás el dato más significativo a estas alturas me lo dio una historiadora peruana, Maria Emma Mannarelli, autora de un libro sobre lo ilegítimo en la Lima del siglo XVIII.

Según me explicó, tanto en esa época como ahora ella calcula que un 50% de peruanos tenemos tal origen.

Este panorama, sostiene, "pasa más en países con población indígena y africana, y en sociedades con más desigualdad social e inestabilidad política".

Me pregunto si esto tiene que ver con esa raíz matriarcal de una sociedad machista, donde hay un marcado desdén por el sistema y sus normas.

No me cabe duda que en este escenario confuso entre lo legítimo y lo ilegítimo. Entre lo oficial y lo no oficial. Entre lo aceptado y lo marginado, se fueron generando modelos de pensamiento y de sociedad, con los que todavía vivimos hoy.


Javier Lizarzaburu

Un proyecto de la revista estadounidense National Geographic busca las rutas que siguieron nuestros ancestros desde que salieron de África hace 60.000 años, a través de muestras del ADN de voluntarios.

El periodista peruano Javier Lizarzaburu es uno de ellos y durante dos semanas nos estará contado su experiencia.