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Judy Wilkinson

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De protegerse el área, los vaqueros no tendrán donde llevar a pastar a sus ganados, argumentan.

Pueden lidiar con la adversidad del clima y la dureza de su trabajo, pero los vaqueros de Oregón, EE.UU. aseguran que hay una nueva amenaza que podría llevar su actividad a la extinción: una nueva reserva natural. Neal Razzell los visitó para contar su historia.

Si no tienes idea lo que son los cañones de Owyhee en Oregón del este, imagínate un desierto alto, cañones profundos, columnas de arenisca y montañas que parecen disolverse en el cielo. Aquí juegan el ciervo y el antílope. También el alce, el borrego cimarrón y el caballo silvestre.

Para completar esta icónica escena estadounidense, agrégale un par de vaqueros a caballo. Ahí están, si miras detalladamente.

Debo subir la mitad de una montaña para encontrarme con Nick. ´

Apunta a su cara descascarada y luego al cielo. "Cáncer", me dice. "Ese sol está cerca. Arreamos ganado hasta 2.600 metros de altura.

Nick es uno de los muchos vaqueros que usan la zona para alimentar su ganado.

Clima extremo

"Echa un vistazo. Nadie vive aquí".

Soy un canadiense acostumbrado al frío extremo, pero me sorprendo. "Clima extremo", le concedo.

De hecho, los colonos que llegaron a la zona en el siglo XIX subieron al Owyhee y doblaron a la derecha, buscando una ruta más directa hacia el Pacífico. Unas pocas y estoicas familias, como la de Nick, se quedaron y volvieron la ganadería la principal industria de la zona.

Hoy esta espléndida desolación es la que los ambientalistas esperan proteger bajo llave en una ley. Los activistas llaman a Owyhee "la mayor oportunidad de conservación en los 48″, es decir, de todos los estados sin contar Alaska y Hawái.

La iniciativa la ha liderado la industria del turismo al aire lbre, con guías y proveedores que permiten que un número cada vez más grande de gente pueda cazar, pescar, escalar o simplemente acampar bajo las estrellas en el lado más salvaje de EE.UU.

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Nick tiene cáncer de piel en la cara por su exposición al sol, le cuenta a la BBC.

La principal compañía del rubro en la zona es Keen Footware. Fabrica botas para escalar que, según dicen, te llevarán de la ciudad al sendero ida y vuelta.

Su casa matriz está en una bodega renovada en el distrito más hippie de Portland, la capital de la cultura "eco-cool" de Estados Unidos.

El olor a café recién hecho se cuela por cada piso. El subterráneo cuenta con una gran televisión para quienes necesiten relajarse.

Justo afuera de la oficina del presidente se sienta todo un equipo dedicado a preservar el hábitat salvaje. Linda Balfour, a cargo del equipo, es elocuente sobre la necesidad de desconectarse a ratos que implica la vida moderna y de preservar lugares especiales que aseguren poder hacerlo para las generaciones que vienen.

"Se trata de proteger los lugares de ocio", dice.

Cuando pregunto si quizá tiene que ver más con proteger la habilidad de Keen de vender botas, contesta directamente. "Si estás haces negocios por las razones correctas con el producto correcto, el dinero llega".

Polémico monumento

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Alrededor de US$1.000 millones aporta la industria ganadera de Oregón a la economía.

Linda quiere que el presidente Barack Obama transforme dos millones de acres (unas 810.000 hectáreas) de terreno público en un parque. O en la enredada lengua vernácula de la conservación de EE.UU. en un "monumento".

Como sea que se llame, restringirá el uso de la tierra. Y eso le importa a Nick y a cada uno de los otros vaqueros que conocí durante la semana que estuve viajando a través de Owyhee porque todos ellos alimentan su ganado en esa área.

Casi ninguno de ellos tiene suficiente terreno privado como para mantener viva una vaca 12 meses al año. El suelo es tan seco y el pasto está tan disperso que los animales necesitan ser capaces de moverse a lo largo y ancho del territorio.

Si resulta el monumento, "generaciones de ganaderos serán aniquiladas", dice Nick con un chasquido de dedos.

Se estima que Nick, junto al resto de los ganaderos de Oregón, contribuyen en cerca de US$1.000 millones a la economía anualmente. La industria outdoor en el estado, contribuye con US$12.000 millones. No hay que ser adivino para saber quién tiene mejor megáfono a la hora de convencer al presidente.

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Si Owehee se convertirá en reserva natural o continuará como terreno público es todavía un misterio.

Linda y otros conservacionistas no tienen nada en contra de los vaqueros o el uso que estos le dan a ese territorio.

Están preocupados por la minería y por los megacamiones que destruyen el desierto a su paso.

Pero algo les huele mal a los vaqueros. No creen en las promesas de los conservacionistas urbanos. Y aseguran que la regulación medioambiental están matando a las familias ganaderas.

Y el clima se ha puesto cada vez más tenso en el oeste. Ha habido dos enfrentamientos armados entre los vaqueros y las autoridades federales en los últimos años. Y un hombre murió cerca de Owyhee en enero.

Uno de los vaqueros que conocí no descarta que vuelva a suceder si la reserva natural sigue adelante.

"Esta es nuestra forma de vida", asegura. "A veces hay que saber resistir".

Esta historia fue parte de un reportaje para el programa Assigment del Servicio Mundial de la BBC.