No hace mucho que Petrobras era el símbolo más rutilante de un nuevo milagro económico brasileño.
Hoy enfrenta un escándalo de corrupción, la reciente renuncia de su presidenta Graca Foster y la sensación de tener por delante un camino espinoso para desarrollar a plenitud los nuevos yacimientos petroleros brasileños con los que esperaba convertirse en una superpotencia energética.
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Pero Petrobras no está sola en sus preocupaciones.
Otra de las grandes firmas de la región, la petrolera estatal mexicana Pemex, también enfrenta señales de alerta y anuncia drásticos recortes precisamente en momentos en que entra en vigencia una reforma energética que por primera vez en décadas los pone a competir con muchas firmas privadas extranjeras.
Y la colombiana Ecopetrol, que por un breve periodo a principios de 2013 superó incluso a Petrobras para convertirse en la empresa más grande de América Latina por su valoración en bolsa, alcanzando los US$129.500 millones, vió desplomar el valor de su acción en un 43% a lo largo de 2014.
Cerca de medio millón de colombianos que habían invertido en sus acciones desde que el anterior gobierno de Alvaro Uribe (2002-2010) puso en venta un porcentaje minoritario de sus acciones, han sufrido las consecuencias de un mercado que ya no cree tanto en la empresa.
Ecopetrol ha enfrentado el desplome de los precios internacionales del petróleo además de recurrentes problemas por los ataques guerrilleros a la infraestructura energética del país.
Esto para no mencionar el caso de la venezolana PDVSA, que por su especial y extensivo papel en el desarrollo de los objetivos políticos y sociales del gobierno de Nicolás Maduro, casi podría ubicarse en una categoría distinta de actividad empresarial a la de sus contrapartes en otros países latinoamericanos.
Pero que, sin duda, también acusa el golpe de los nuevos precios internacionales del petróleo estabilizándose en un nivel mucho más bajo al que se habían acostumbrado en años anteriores.
En todos estos casos, las petroleras estatales latinoamericanas llevaban años como fuente crucial de recursos para sus gobiernos, permitiéndoles emprender ambiciosos programas de gasto social que sacaron a millones de la pobreza.
Situación que se ve mucho menos clara hacia el futuro en la medida que esas estrellas de la economía regional han perdido parte de su lustre.
Foster se va
Tal vez la situación más controversial entre las que aquejan a estos grandes del petróleo latinoamericano es la que enfrenta Petrobras.
La salida de su máxima ejecutiva, Graca Foster, ocurre en momentos en que la atención del país está centrada en el escándalo de la "Operación Lava Jato", una investigación por corrupción que involucra a varios ex ejecutivos de la petrolera.
Todo esto ocurre al tiempo que se multiplican las dudas por el posible impacto que pueda tener la caída de los precios del crudo en el desarrollo de los yacimientos "presal", los enormes campos petroleros localizados en aguas profundas frente a las costas brasileñas, que para su explotación requieren de grandes recursos financieros y tecnológicos.
Por lo que el gobierno brasileño puede haber concluido que necesita una figura nueva para tomar las complejas y multimillonarias decisiones que afronta Petrobras para desarrollar los yacimientos presal en un nuevo entorno de bajos precios del crudo.
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Menos presupuesto y menos valor
Otra caída preocupante en el panorama empresarial latinoamericano es la que viene experimentando la petrolera estatal mexicana.
Pemex anunció en los últimos días un recorte de presupuesto por valor de 62 mil millones de pesos mexicanos, equivalentes a cerca de US$4.200 millones.
"Es el primer recorte en más de una década realizado a Pemex", aseguró a BBC Mundo el consultor mexicano en energía Ramses Pech.
"Petróleos Mexicanos está inmerso en un profundo proceso de transformación para modernizar sus estructuras y sus procesos, y en un cambio de cultura organizacional para ser más eficiente, basado en crear las condiciones para que todos y cada uno de los trabajadores tengan la oportunidad de desarrollar al máximo sus capacidades, lo que resulta esencial en el nuevo entorno de competencia que enfrenta la empresa", indicó por su parte en un comunicado a comienzos de año el presidente de Pemex, Emilio Lozoya.
Y efectivamente, ese nuevo entorno de competencia del que habla el ejecutivo, establecido por la reforma energética aprobada en 2013, termina con décadas de monopolio del que gozaba Pemex.
Ante lo cual la estatal mexicana enfrenta una difícil combinación de más competencia y menos precios por sus productos.
Ecopetrol ya no es la más grande
La colombiana Ecopetrol también le genera dolores de cabeza al gobierno de Juan Manuel Santos.
Pese a que este martes la acción de la petrolera subió en un 10% en un solo día, todavía sigue estando bastante por debajo del precio que llegó a tener en su momento de gloria a comienzos de 2013, de 5.500 pesos colombianos frente a los 2.320 pesos actuales.
Como respuesta a la caída en los precios internacionales del crudo, la petrolera colombiana anunció a finales de 2014 una reducción de 25% en su presupuesto de inversión este año, un recorte de más de US$2.000 millones.
Además de la compleja situación externa, Ecopetrol afronta dificultades particulares originadas por la persistente violencia en Colombia.
La Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) calcula que solo en 2014 el sector petrolero colombiano sufrió más de 650 atentados, por los que las empresas dejaron de comercializar más de US$420 millones en ese año.
Las dificultades de Ecopetrol repercuten en todo Colombia.
La Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) de ese país estimaba en diciembre del año pasado que la reducción en las utilidades de Ecopetrol, junto con la perdida de regalías pagadas por las petroleras a las regiones, podrían llevar a una disminución de 1 a 2% del PIB de ese país en 2015 y 2016.