El Brexit, la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), es una realidad cada vez más cercana y, por eso, causa creciente ansiedad entre los británicos, ya sea que estén a favor o en contra de ese enorme cambio.
Luego del triunfo del "Sí" en el referendo del 23 de junio de 2016 y su reciente ratificación en el Parlamento, ahora se espera que a fin de marzo la primera ministra Theresa May invoque el Artículo 50 del Tratado de Lisboa para formalizar el inicio del proceso de separación.
Y a medida que se aproxima ese día, se ha intensificado el debate sobre si la decisión de abandonar la UE se tomó de la mejor manera, teniendo en cuenta que cambiará la historia del país y de futuras generaciones.
Theresa May insiste en que "el pueblo habló" en el referendo y que con la salida de la UE su país va a recuperar su soberanía, el control de sus fronteras y su estatus de potencia comercial global.
Una de las voces críticas con el Brexit es el reconocido intelectual Richard Dawkins, biólogo evolucionista, ateo militante y agudo observador de la realidad.
En una columna para el programa de la BBC Newsnight, Dawkins, autor de "El gen egoísta" y "El espejismo de Dios", cuestiona la idea de que "los británicos se expresaron sobre el Brexit".
En otras palabras, afirma que la salida de Reino Unido de la UE se condujo de forma ligera e irresponsable, como si se tratara de una elección más, y no como una reforma constitucional con efectos duraderos.
A continuación sus argumentos.
¿Se han expresado los británicos sobre el Brexit? No, no lo han hecho.
Los cambios constitucionales son y deberían ser difíciles de alcanzar. En Estados Unidos, por ejemplo, se requiere una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso.
Es fácil entender por qué han puesto el listón tan alto.
A diferencia de la legislación ordinaria, los cambios constitucionales son duraderos.
Y deben tener en cuenta que los votantes son caprichosos y las opiniones cambian.
No tenemos derecho a condenar a generaciones futuras a acatar, de forma irrevocable, los antojos transitorios del presente.
Si hubo alguna vez una decisión que necesitara una mayoría de dos tercios, esa fue el Brexit.
El Brexit es permanente; tiene enormes ramificaciones y consecuencias complejas.
Los costos y los beneficios, cualesquiera que ellos sean -y necesitas un doctorado en economía para predecirlos-, resonarán durante décadas.
Si hubo alguna vez una decisión que necesitara una mayoría de dos tercios, ésa fue el Brexit. El Brexit es permanente; tiene enormes ramificaciones y consecuencias complejas"
Richard Dawkins
¿Exigió David Cameron (el primer ministro que convocó el referendo) una mayoría de dos tercios? ¿O fijó una fecha para una segunda votación después de un periodo de "enfriamiento"?
¿O acaso le dio al Parlamento suficiente tiempo para debatir los términos detallados del Brexit, escuchando los argumentos de expertos?
No, no lo hizo.
Asustado por el ascenso de UKIP (el Partido por la Independencia de Reino Unido, de derecha), pasó por alto al Parlamento y le entregó una decisión de importancia histórica a una mayoría simple de votantes desinformados.
Con gran arrogancia, Cameron declaró: "Soy un ganador".
En pos de una insignificante ganancia política, jugó a la ruleta rusa con el futuro de nuestros nietos y acabó cayendo de bruces (renunció al día siguiente del referendo, luego de haber apostado su capital político a la permanencia de Reino Unido en la UE).
Y ahora nos dicen, de manera monótona, que el pueblo británico se ha expresado.
No, no lo ha hecho.
Las encuestas han subido y bajado como un yoyó.
Pero la fugaz opinión de una escasa mayoría ignorante y engañada ahora es considerada la palabra sagrada e inalterable del pueblo británico.
Una palabra que no sólo tiene consecuencias para los próximos cinco años, como en el caso de una elección ordinaria, sino para mucho tiempo después…
… cuando nosotros ya no estemos aquí para ver los resultados.
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